La l¨ªnea que iba de Sabicas a los Doors
Elektra Records fue la gran discogr¨¢fica de culto en la Espa?a de la D¨¦cada Prodigiosa
Esto parecer¨¢ disparatado a los benditos que hoy consumen m¨²sica de modo digital pero conviene que sepan que antes, en la noche de los tiempos, aqu¨ª habit¨® gente muy rara. Imaginen: eran capaces de comprar discos por la belleza de sus portadas. Memorizaban los nombres de ingenieros de sonido y productores, que funcionaban como garant¨ªa. Incluso, c¨¢gate lorito, hab¨ªa fans de determinadas discogr¨¢ficas, dispuestos ¡ªhasta d¨®nde llegaban sus recursos econ¨®micos¡ª a conseguir todas sus referencias.
En Espa?a, a mediados de los a?os sesenta, puede que la compa?¨ªa m¨¢s prestigiosa fuera Elektra Records. Aparte de sus valores intr¨ªnsecos, ganaba puntos por su inaccesibilidad: no ten¨ªa distribuci¨®n en Espa?a, por lo que localizar uno de sus discos era casi tan complicado como encontrar un unicornio. Perversamente, s¨ª sonaban en la radio espa?ola, al menos en los programas de ?ngel ?lvarez; que, como radiotelegrafista de Iberia, volaba regularmente a Nueva York y ¡ªse dec¨ªa¡ª ten¨ªa acceso a las oficinas de Elektra. Cosa grande era escuchar a ?lvarez, devoto de cantantes mel¨®dicos tipo Jim Reeves, intentando explicar los misterios de la esot¨¦rica Incredible String Band.
Aqu¨ª conocimos Elektra cuando el sello estaba cambiando su piel. Todav¨ªa era puntero en cantautores y folk urbano: Tom Rush, Phil Ochs, Judy Collins, Tom Paxton, Tim Buckley. Pero ya experimentaba con potentes grupos el¨¦ctricos: la Paul Butterfield Blues Band, Love, The Doors; gracias al colosal impacto de estos ¨²ltimos, finalmente Elektra lleg¨® a las tiendas espa?olas.
Ignor¨¢bamos entonces que la disquera ten¨ªa una historia profunda. Hab¨ªa sido fundada en 1950 por un amante del sonido llamado Jac Holzman, que detect¨® huecos de repertorio en el naciente mercado del LP. En sus inicios, era una empresa artesanal que depend¨ªa del veh¨ªculo de Holzman, una Vespa capaz de transportar su grabadora Magnecord PT-6 (Elektra tard¨® en permitirse alquilar estudios) o incluso los pedidos a las tiendas de Manhattan.
La pol¨ªtica de fichajes de Holzman consist¨ªa en atrapar a todo artista que se pon¨ªa a tiro. As¨ª se convirti¨® en proveedor de m¨²sica flamenca para Estados Unidos: hizo cuatro ¨¢lbumes con aquel maestro navarro afincado en Nueva York, Agust¨ªn Castell¨®n, al¨ªas Sabicas. Como se vendieron muy bien, grab¨® a otro tocaor, el cordob¨¦s Juan Serrano, e incluso ¡ªen una sesi¨®n parisina¡ª a Los Gitanillos de C¨¢diz, eficaz grupo festero. No se trataba de hispanismo vocacional: con el flamenco Holzman ganaba dinero y prestigio; cuando quiso contratar a The Doors, recibi¨® el apoyo de su guitarrista, Robby Krieger, que hab¨ªa desgastado los surcos de Sabicas intentando aprender sus falsetas.
Cuando no ten¨ªa cantantes o instrumentistas a su alcance, Holzman se inventaba discos, incluso extramusicales: desde un curso de c¨®digo morse a una popular colecci¨®n de efectos de sonido, pasando por elep¨¦s humor¨ªsticos. Otra genialidad ser¨ªa el sello Nonesuch, inicialmente consagrado a m¨²sica barroca vendida a precio medio. Fueron esos discos at¨ªpicos, altamente rentables, los que proporcionaron el colch¨®n financiero que permiti¨® el crecimiento de Elektra.
Hasta que, en 1970, Holzman integr¨® su estructura en Warner. Los siguientes fueron a?os de vacas gordas con Bread, Carly Simon, Harry Chapin. Cierto que no faltaron los conflictos, como las sucesivas rupturas con los feroces grupos de Detroit MC5 y The Stooges. Hasta que en 1973 Holzman decidi¨® dejar el negocio musical para replantearse la vida en una isla de Haw¨¢i.
Definitivamente, Elektra perdi¨® su singularidad cuando se fundi¨® con Asylum Records, el negocio de David Geffen. Fiel a su mentalidad mercantil, Geffen ech¨® a unos 30 artistas de Elektra y purg¨® al personal. Luego, se carg¨® el primoroso estudio de la compa?¨ªa en Los ?ngeles, construido seg¨²n las especificaciones de Holzman y su principal productor, Paul Rothchild; en su lugar, instal¨® el departamento de contabilidad. El mensaje no pod¨ªa ser m¨¢s brutal.
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