La revuelta del hombre nuevo

Esta es la biograf¨ªa del hombre nuevo nacido del comunismo sovi¨¦tico. Si alg¨²n dirigente comunista lleg¨® a responder al ideal de una nueva humanidad surgida del sistema fundado por Lenin, este es Mija¨ªl Gorbachov. Sus humildes or¨ªgenes familiares y su educaci¨®n, su personalidad y su adhesi¨®n incondicional a las ideas y a la disciplina del Partido Comunista, todo en su vida fue la preparaci¨®n para el ascenso hasta la cima misma del sistema sovi¨¦tico.

Su regi¨®n natal, el distrito de St¨¢vro??pol, en el C¨¢ucaso Norte, de gran producci¨®n triguera, donde inici¨® un r¨¢pido ascenso de bur¨®crata comunista, era el lugar de veraneo de destacados jerarcas sovi¨¦ticos de la era de Br¨¦znev (1964-1982) que tuvieron un papel decisivo en la selecci¨®n y nombramiento del futuro y ¨²ltimo l¨ªder sovi¨¦tico. Nada menos que tres de ellos, el eterno presidente del Consejo de Ministros, Alexei Kosiguin; el ide¨®logo del breznevismo, Mija¨ªl S¨²slov, y el jefe de los servicios secretos, Yuri Andr¨®pov, echaron el ojo muy pronto al joven y din¨¢mico dirigente provincial.

A su llegada a Mosc¨², en 1978, promovido al Comit¨¦ Central del Partido Comunista, los jerarcas m¨¢s avezados ya le hab¨ªan examinado a conciencia y sab¨ªan que cooptaban al prototipo del hombre sovi¨¦tico y al cuadro mejor preparado para asegurar la supervivencia del sistema, pero fue Andr¨®pov, el geront¨®crata m¨¢s preocupado por el futuro y por la sucesi¨®n, quien le aup¨® hasta lo m¨¢s alto.

Gorbachov, como los cardenales del Vaticano y los jerarcas del Kremlin que le promovieron, conoci¨® la verdad del sistema, es decir, su mentira sin remedio, y desde muy pronto. Hab¨ªa que tener unas dotes muy especiales para hacerse cargo de los cr¨ªmenes colosales del estalinismo, la corrupci¨®n estructural de la econom¨ªa estatalizada y la mezquina y corrupta lucha por el poder entre individuos frecuentemente amorales sin declararse en rebeld¨ªa o al menos apartarse de una trituradora de carne humana tan poderosa como fue la Uni¨®n Sovi¨¦tica.

Gorbachov las ten¨ªa y en grado elevado, organizadas alrededor de una quimera que deslumbr¨® a las izquierdas de todo el mundo hasta la disoluci¨®n misma de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Era la idea de un comunismo pluralista y democr¨¢tico, el ox¨ªmoron m¨¢s tr¨¢gico de la historia de las ideas socialistas. La persegu¨ªan los rebeldes de Budapest, aplastados por los tanques sovi¨¦ticos en 1956; tambi¨¦n Alexander Dubcek, el dirigente de la Primavera de Praga, nuevamente ahogada en la represi¨®n por los blindados del Pacto de Varsovia en 1958; y era el sue?o de los partidos eurocomunistas del sur de Europa, inspirados especialmente por el italiano Enrico Berlinguer, que prendi¨® tambi¨¦n con fuerza en Espa?a.

Primero supo obedecer y reservarse para alcanzar el poder m¨¢ximo. Tambi¨¦n supo utilizar las palancas del sistema, el autoritarismo, la disciplina y el centralismo, para vaciarlo y abrirlo a la democracia, al pluralismo, a la transparencia y finalmente al mercado. A partir del leninismo revolucionario aplic¨® el reformismo m¨¢s gradualista y rechaz¨® el uso de la fuerza, tanto en su pa¨ªs como en las relaciones internacionales.

En el Comit¨¦ Central y en el politbur¨®, el m¨¢ximo ¨®rgano del partido, era un joven dirigente rodeado de ancianos achacosos y la m¨¢xima o ¨²nica esperanza de futuro. Pero el prototipo creado por el sistema fue el que enterr¨® al sistema. Estaba programado para reformarlo sin destruirlo, pero su voluntad de reforma era tan perfecta que no pudo parar hasta su vaciado, momento aprovechado por quien iba a sucederle, Bor¨ªs Yeltsin, para dejarle en la intemperie. Gorbachov no fue desalojado del poder, sino que el Estado que presid¨ªa desapareci¨® de la noche a la ma?ana, sucedido por otro Estado, la Federaci¨®n Rusa, que hab¨ªa nacido y crecido democr¨¢ticamente dentro de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.

Sus m¨¦ritos son enormes. La personalidad m¨¢s decisiva del siglo XX para algunos. Pero de su mayor defecto hay trazas todav¨ªa: fue sucedido a empujones por el peor presidente que pod¨ªa tener una Rusia necesitada de orden y de legalidad y no tan solo de la democracia que pod¨ªan proporcionar las urnas. Yeltsin fue un imperio del caos antes de que Trump instalara algo parecido en la Casa Blanca. Populista, borracho y corrupto, sirvi¨® para espantar al ¨²ltimo ret¨¦n de la burocracia bolchevique, pero destruy¨® el Estado y lo dej¨® en manos de las mafias. Y nombr¨® a Putin, el exagente del KGB que ahora conduce a Rusia en la direcci¨®n contraria del camino plural y abierto de Gorbachov y considera la desaparici¨®n de la URSS como el mayor desastre geopol¨ªtico del siglo XX.

Cap¨ªtulo especial en la mutaci¨®n sovi¨¦tica fue el final de la Guerra Fr¨ªa, concertada con Reagan y Bush padre en los mayores tratados de desarme bal¨ªstico y nuclear de la historia, ahora cuestionados por Donald Trump. Sin desarme no habr¨ªa dinero para las reformas econ¨®micas y sin reformas no habr¨ªa futuro para la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Buena parte de la partida se jug¨® en la escena internacional, donde la imagen de Gorbachov fue creciendo a medida que se resquebrajaba en el interior de su pa¨ªs.

Los valores m¨¢s puros surgidos de la ideolog¨ªa leninista y encarnados por Gorbachov como el mejor de su generaci¨®n condujeron a la destrucci¨®n del sistema. Y no por una revoluci¨®n violenta como la que protagoniz¨® Lenin, sino por reformas graduales y pac¨ªficas. La vida torcida del hombre nuevo sovi¨¦tico, cuyo fracaso es su mayor ¨¦xito, queda contada en esta biograf¨ªa con una maestr¨ªa y un acceso a la documentaci¨®n del partido que la convierten en la definitiva al menos para una largu¨ªsima temporada.

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Autor:? William Taubman (traducci¨®n de Jaime Collyer).

Editorial:?Debate (2018).

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