Cuando el detective Bernie Gunther encontr¨® al buzo Hans Hass
Sorprendente cameo del c¨¦lebre submarinista en la pen¨²ltima novela de Philip Kerr, del que se publicar¨¢ otra entrega p¨®stuma
Les doy por enterados de que la ¨²ltima novela de Philip Kerr sobre el detective Bernie Gunther, la 13?, Greeks bearing gifts (que aparecer¨¢ en castellano en febrero en RBA como Laberinto griego), ya no es la ¨²ltima sino, ?toma!, la pen¨²ltima. Efectivamente, Kerr, fallecido de un c¨¢ncer de vejiga el pasado marzo, a los 62 a?os, no dej¨® una sino dos novelas p¨®stumas de la serie, con lo cual los que hemos hecho una sentida, incluso llorosa despedida con la que parec¨ªa la postrera, pues vaya, hemos quedado con el paso cambiado, aunque eso s¨ª, contentos como unas pascuas de que haya m¨¢s aventuras de nuestro polic¨ªa favorito en lontananza. La ¨²ltima, ¨²ltima de verdad ¨Chasta donde yo puedo asegurarlo-, la 14?, se publicar¨¢ el 4 de abril en ingl¨¦s (en castellano habr¨¢ que esperar al oto?o) con el t¨ªtulo de Metropolis. Transcurre en Berl¨ªn en 1928 y Bernie Gunther es un joven detective antivicio cuando le proponen unirse a la polic¨ªa criminal, la Kripo. La primera tarea de Bernie ser¨¢ investigar el asesinato de cuatro prostitutas, golpeadas con un martillo y escalpadas (?), que se mezclar¨¢ con otra serie de cr¨ªmenes que tienen como v¨ªctimas a excombatientes mutilados que se dedicaban a mendigar. Al parecer alguien trata de limpiar las calles en el crep¨²sculo de la Rep¨²blica de Weimar y probablemente no es el vampiro de D¨¹sseldorf, o s¨ª pero con esv¨¢stica... Ya veremos.
De momento he de decirles que Greeks bearing gifts, que se public¨® pocos d¨ªas despu¨¦s de la muerte de Kerr y yo le¨ª a paso de hormiguita para retrasar todo lo posible la (ahora ya no) despedida de Bernie, resulta una gozada. De las mejores de la serie (s¨ª, ya s¨¦ que lo digo de cada una que leo: entusiasta que es uno). La combinaci¨®n de Bernie Gunther con Grecia, que es donde sucede la mayor parte de la historia, es sabros¨ªsima y permite la aparici¨®n de unos secundarios de verdadero lujo. Por primera vez en la serie, que yo recuerde, la acci¨®n transcurre toda secuencialmente, en el a?o 1957, sin cambios cronol¨®gicos y aventura paralela. Al inicio, Bernie trabaja bajo nombre falso en la morgue de un hospital en M¨²nich, lo que le permite todas las muestras de humor negro berlin¨¦s que ya se pueden imaginar. Un salto laboral a mejor (al sector de los seguros navales) le lleva a Atenas donde le espera el que ser¨¢ su ayudante (en la l¨ªnea de un Watson o un Biscuter), el inconmensurable y pusil¨¢nime pese a su nombre Achilles Garlopis (¡°soy el tipo de hombre que ha granjeado a los cobardes su mala fama¡±), un verdadero hallazgo ¨Cun poco tarde, cierto- de Kerr, acu?ado en el metal de Zorba, y que dice cosas como que sin la OTAN ¡°estar¨ªamos todos tocando la balalaika¡±. Aparece tambi¨¦n un polic¨ªa local magn¨ªfico y una no menos ¨Cen realidad mucho m¨¢s- sensacional mujer con recovecos (y que usa el perfume favorito de Bernie, Shalimar), Miss Panatoniou. Hay asimismo arqueolog¨ªa, ?yupi!, y una persecuci¨®n en Vespa a un Simca, bajo la Acr¨®polis, con Bernie de paquete en la scooter que pilota un sacerdote. Y aparece, y desaparece, el SS Alois Brunner.
Pero lo que quer¨ªa contarles de esta novela ¨Ccuyo trasfondo es el desaparecido oro de los jud¨ªos de Tesal¨®nica y que contiene una frase casi shakespeariana que conmueve viniendo de un escritor ya enfermo (¡°No hay alma, no hay Creador, lo que hay es meramente esta pobre cosa de carne y sangre llamada hombre¡±) - es que Philip Kerr se ha basado para varios pasajes y parte de la trama en un viejo conocido de todos los amantes de las aventuras y la exploraci¨®n: ?Hans Hass! Sin mencionarlo Kerr - el muy pillo-, el c¨¦lebre submarinista austriaco (1919-2013) es la inspiraci¨®n del personaje de Siegfried Witzel, ¡°un famoso experto en buceo que hace filmes subacu¨¢ticos¡± y que es clave en la trama. Kerr, al que le va (?ay!, le iba) la co?a fina, lo hace el autor de La foca del fil¨®sofo, ¡°un documental sobre la foca monje, descrita por Arist¨®teles y ganador de un premio en Cannes¡±. En realidad, Hass gan¨® el premio en Venecia (1951) y con el filme Abenteuer im Roten Meer (Aventuras en el Mar Rojo).
En la novela, Witzel posee un velero de exploraci¨®n subacu¨¢tica, un schooner de dos palos, el Doris, que se le ha hundido en la costa del Peloponeso. Hans Hass al que los rusos le birlaron despu¨¦s de la guerra el barco que se hab¨ªa comprado, el velero a motor Seeteufel (El Diablo del Mar) que hab¨ªa pertenecido antes al conde Von Luckner, us¨® luego para sus campa?as de investigaci¨®n bajo el agua una goleta de tres m¨¢stiles, la Xarifa. Witzel le explica a Bernie que hizo la guerra ¡°en la marina alemana, con la divisi¨®n Brandeburgo, mejor conocida como los guerreros del oc¨¦ano¡±. Y que antes se adiestr¨® con la Decima Flottiglia Mezzi d¡¯Assalto MAS (los audaces submarinistas italianos), ¡°los l¨ªderes en el combate submarino¡±. La primera parte es, por supuesto, non sense y la habr¨¢ sacado el querido Kerr de Wikipedia. Los brandenburger no eran ¡°los guerreros del oc¨¦ano¡± sino el gran cuerpo de fuerzas especiales de la inteligencia alemana, la Abwehr, y su mayor cometido fue terrestre, aunque tuvieron peque?as unidades de buceadores, los Marine-Einsatz Kommandos (MEK) para misiones de reconocimiento, demolici¨®n de puentes, sembrado de minas, etc¨¦tera. Esas unidades se amalgamaron con los hombres rana de la marina, los Kriegsmarine Kampfschwimmer (y luego con personal de las Waffen SS y la SD), y formaron las famosas Kleinkampfverb?nde (peque?as unidades de combate), las K-Verb?nde (abreviado), los "Hombres K"? de Cajus Bekker. Qu¨¦ bonito y sonoro es el alem¨¢n para estas cosas.
Hans Hass fue asesor ¨Cy seguramente miembro- de esas formaciones secretas. Al igual que Jacques Costeau (que trabaj¨® para el Gobierno de Vichy), desarroll¨® un moderno sistema para respirar bajo el agua, en su caso a partir del Dr?ger, un sistema de escape de los submarinos averiados patentado en 1912. Significativamente, Hass y su colega Alfred von Wurzian (que se convirti¨® de facto en agente de la Abwehr), estaban en 1942, en plena guerra, probando aplicaciones militares de los nuevos respiradores en el Egeo e hicieron una prueba en el puerto del Pireo ante el comandante de la marina alemana de la zona. Tambi¨¦n se asesoraron con los italianos de la Decima Fottiglia MAS, los hombres de los torpedos tripulados, los maiale. Valga todo esto para decir que Hass, que sali¨® de rositas de la Segunda Guerra Mundial para observar mantas gigantes en el Mar Rojo, era una buena pieza y que Phlip Kerr? habr¨¢ disfrutado de lo lindo retrat¨¢ndole como el bronco Witzel en la novela. Lo que peor le habr¨ªa sentado a Hass, que alardeaba de su joven y escultural esposa submarinista Lotte, estrella de sus filmes junto a los tiburones, es que la novela lo retrate con intereses en su propio sexo. Qu¨¦ pena ya no poder hablar de todo esto con Kerr, ?lo bien que lo hubi¨¦ramos pasado!
Babelia
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