El Museo del Prado recupera la memoria de la Guerra Civil
El director, Miguel Falomir, rescata la placa que puso el gobierno de Aznar en homenaje a los que protegieron el museo durante la Guerra Civil, y que permanec¨ªa desaparecida desde 2007
El Museo del Prado recupera?la Memoria Hist¨®rica. Al levantar los andamios de la puerta de Vel¨¢zquez ha aparecido la placa perdida: ¡°A todos los que hicieron posible la protecci¨®n del Museo Nacional del Prado durante la Guerra Civil¡±. Y una fecha: ¡°MMIII¡±. Es el peque?o tributo que el gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, con Pilar del Castillo como ministra de Cultura, hab¨ªa colocado para recordar el hito hist¨®rico que el museo ha mantenido invisible desde que la l¨¢pida fuera retirada en 2007, con la ampliaci¨®n dise?ada por el arquitecto Rafael Moneo.
Nadie sab¨ªa d¨®nde estaba ese homenaje a todos los empleados del museo, funcionarios, conductores, artistas, arquitectos que tomaron partido en la protecci¨®n del tesoro art¨ªstico y su evacuaci¨®n, entre 1936 y 1939. El director del museo, Miguel Falomir, ha recuperado aquella inscripci¨®n y la ha mandado colocar en la puerta de Vel¨¢zquez, el acceso m¨¢s importante al centro, que siempre se mantiene cerrado.
Andr¨¦s ?beda, subdirector del Prado, explica por tel¨¦fono que la colocaci¨®n de la placa fue aprobada el pasado mes de abril. ¡°El bicentenario es la celebraci¨®n de celebraciones. No es nost¨¢lgico, sino que toma el pasado para saber de d¨®nde venimos y a d¨®nde vamos. El Prado a veces ha sido injusto con determinados colectivos, como los donantes y los que ayudaron a salvar el museo durante la Guerra Civil. Quer¨ªamos que la placa estuviera en un sitio muy noble y visible, para darle la importancia que le otorgamos a la placa¡±, cuenta. En noviembre que viene habr¨¢ un congreso sobre esta parte de la historia del Prado.
Miguel Zugaza, anterior director del Prado, decidi¨® rendir memoria al tiempo que inauguraba la exposici¨®n Arte protegido. Zugaza present¨® la muestra como una reconstrucci¨®n ¡°veraz¡± del ¡°doloroso episodio¡±, un ¡°homenaje a los salvadores del patrimonio, protagonistas de una empresa ejemplar de la que a¨²n debemos aprender¡±. Los acontecimientos no est¨¢n reflejados en ninguna parte de la colecci¨®n, ni siquiera en el cuadro peor parado en el traslado, La carga de los mamelucos, de Goya, troceado y rescatado sobre la marcha.
Once a?os despu¨¦s de su desaparici¨®n, el Prado presentar¨¢ ma?ana mi¨¦rcoles la reforma del acceso Vel¨¢zquez y esta placa, que para quienes reclamaban su rescate es una ¡°cuesti¨®n de justicia hist¨®rica¡±. Alicia Torija, arque¨®loga, miembro de Madrid Ciudadan¨ªa y Patrimonio y profesora de la Tufts University en Espa?a, asegura: ¡°Hoy tenemos el Prado gracias al traslado. En aquel momento estaba justificado, aunque hoy no lo har¨ªamos. Recuperar la memoria es important¨ªsimo, aunque est¨¢ descontextualizada¡±.
La arque¨®loga se refiere al bombardeo del Ej¨¦rcito de Franco, la noche del 16 de noviembre de 1936. El Gobierno de la Rep¨²blica hab¨ªa se?alado que el Prado era el mejor lugar para proteger los fondos tambi¨¦n de otros museos, y mientras eso ocurr¨ªa y se repet¨ªa que era el refugio ideal, sus pinturas m¨¢s c¨¦lebres lo abandonaban desde hac¨ªa meses, en camiones, huyendo de la falta de seguridad. Y de la amenaza de un bombardeo, que termin¨® por suceder.
Al mes del Golpe de Estado ejecutado por Franco,?el museo cerr¨® las puertas por orden del subdirector S¨¢nchez Cant¨®n. Sin previo aviso. Y orden¨® mover y amontonar las obras en las salas inferiores, m¨¢s seguras ante un ataque. Ah¨ª han quedado las im¨¢genes de la galer¨ªa principal vac¨ªa, con sacos terreros y dep¨®sitos de arena para apagar las bombas incendiarias, que al tratar de apagarlas con agua se avivaban. Una semana antes del bombardeo,?el Prado se vac¨ªa: miles de pinturas, gota a gota, rumbo a Valencia, en camiones que circulan a menos de 15 km/h, con las luces apagadas y bajo el riesgo de destrucci¨®n.
La idea de Zugaza era recuperar la placa en la sala de las Musas, el espacio central de la ampliaci¨®n dise?ada por Moneo, junto a los nombres de los donantes y las ocho estatuas romanas que rinden tributo a la mujer... como musa, no como artista. Entonces, la excusa que se puso para justificar su ausencia fue que el listado de los donantes era una ¡°investigaci¨®n concienzuda de archivo para no dejar a nadie fuera¡±. Finalmente, la placa ha aparecido no junto a los donantes, sino junto al listado de grandes artistas del museo, que aparecen inscritos en el friso. Por cierto, entre todos ellos solo hay una mujer: Luisa Rold¨¢n (1652-1706).
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