La virtud y el sumidero
La muerte de un padre con algo m¨¢s de una mancha en el alma pone en movimiento esta historia que oscila constantemente entre un presente desolado y un pasado feroz
En la imagen que cierra El desentierro, primer largometraje en solitario de Nacho Ruip¨¦rez, el espectador descubre que la intrincada trama de esta historia ha proporcionado la materia prima esencial para la redacci¨®n de una novela. Tanto al director como a su coguionista Mario Fern¨¢ndez Alonso se les pasa por alto que esa imagen contiene, tambi¨¦n, la autocr¨ªtica de este debut intenso y notable, porque lo que han hecho con los materiales que nutren su relato ¨Clos abundantes discursos que ha proporcionado la reciente actualidad pol¨ªtica en torno a la corrupci¨®n institucionalizada en el entorno levantino- no dista demasiado de lo que ejecuta uno de los personajes de su ficci¨®n: articular un aplicado ejercicio de g¨¦nero donde podr¨ªa haber un discurso realmente inc¨®modo. Todo se reduce a una cuesti¨®n de prioridades: si en The Wire David Simon recuperaba la esencia del noir para construir una obra esencialmente pol¨ªtica, Ruip¨¦rez y Fern¨¢ndez Alonso reducen la pol¨ªtica a mera fuente de inspiraci¨®n para hacer g¨¦nero. Se agradece ¨Cy mucho- la ambici¨®n de hacer cine negro sin mimetismos, con referentes locales, pero parece haberse perdido la oportunidad de poner realmente el dedo en la llaga.
EL DESENTIERRO
Direcci¨®n: Nacho Ruip¨¦rez.
Int¨¦rpretes: Jan Cornet, Leonardo Sbaraglia, Francesc Garrido, Jordi Rebell¨®n.
G¨¦nero: thriller. Espa?a, 2018.
Duraci¨®n: 105 minutos.
Entre la ruta del bakalao, clubes de alterne, instalaciones deportivas y fincas amenazadas por la depredaci¨®n urban¨ªstica, El desentierro construye un veros¨ªmil microcosmos que la virtuosa fotograf¨ªa de Javier Salmones ¨Cque a ratos invita a pensar en un claroscuro barroco abducido por una sensibilidad pulp- convierte en atm¨®sfera pegajosa y turbia. La muerte de un padre con algo m¨¢s de una mancha en el alma pone en movimiento esta historia que oscila constantemente entre un presente desolado y un pasado feroz. La historia tiene fuerza, pero las transiciones entre los dos tiempos del relato no siempre resultan elegantes y, en ocasiones, se cae en la redundancia y chirr¨ªan los engranajes narrativos.
La energ¨ªa y la convicci¨®n con que Francesc Garrido, Jordi Rebell¨®n y Leonardo Sbaraglia defienden sus contrastados personajes de mediador oscuro, conseller con trastienda y chivo expiatorio otorga considerable peso espec¨ªfico a este relato sobre la proximidad entre la aparente virtud y los sumideros de la sociedad.
Babelia
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