Cuando los Pirineos fueron la frontera salvaje
Los comunistas espa?oles que combatieron a Franco desde el sur de Francia fueron criminalizados y sufrieron la psicosis de inseguridad nacional que gener¨® la Guerra Fr¨ªa en el pa¨ªs vecino
El 23 de agosto de 1944, en el Toulouse reci¨¦n liberado de los nazis, 7.000 espa?oles gritaban: ¡°?A por Franco!¡±, ¡°?A por Falange!¡±, ¡°?Ahora con las armas a combatir a Espa?a!¡±. Los guerrilleros victoriosos que estaban derrotando a Hitler en el frente occidental no entend¨ªan el sentido de ese sacrificio por una causa ajena si el paso siguiente no era la liberaci¨®n de Espa?a del fascismo y la restauraci¨®n de la Rep¨²blica. El optimismo sobre el futuro inmediato que se percib¨ªa en los c¨ªrculos del exilio se convirti¨® en decepci¨®n. La toma del Valle de Ar¨¢n en octubre de 1944 por los guerrilleros de la Uni¨®n Nacional Espa?ola (UNE) fue un fracaso y la Conferencia de Yalta, en febrero de 1945, impon¨ªa una nueva realidad geoestrat¨¦gica en Europa. Las peticiones de ayuda del Partido Comunista de Espa?a para echar a Franco quedaron entre las ¨²ltimas de las preocupaciones de Stalin. Mientras tanto, los Pirineos eran un ir y venir de columnas guerrilleras que pasaban a Espa?a; de esp¨ªas franquistas que cruzaban a Francia para hostigar a los exiliados espa?oles; de colaboracionistas franceses del r¨¦gimen de Vichy y nazis que hu¨ªan para ahorrarse las represalias de los vencedores y, por si faltaba alguien, contrabandistas de toda la vida¡ Las autoridades francesas poco pod¨ªan hacer aparte de observar con impotencia.
En este contexto se desenvolvi¨® la lucha del PCE en el sur de Francia durante el final de la Segunda Guerra Mundial y los primeros a?os de la posguerra europea. Un tiempo que analiza Fernando Hern¨¢ndez S¨¢nchez en La frontera salvaje. Un frente sombr¨ªo del combate contra Franco (Pasado y Presente), publicado en octubre. La tarea de investigaci¨®n de la historia espa?ola reciente y del movimiento comunista en particular que lleva a cabo este profesor de la Universidad Aut¨®noma de Madrid abarca numerosos t¨ªtulos como El desplome de la Rep¨²blica, en colaboraci¨®n con ?ngel Vi?as, Guerra o revoluci¨®n. El Partido Comunista de Espa?a en la Guerra Civil o Los a?os de plomo. La reconstrucci¨®n del PCE bajo el primer franquismo.
El ensayo de Hern¨¢ndez S¨¢nchez bucea en las vicisitudes del comunismo espa?ol en el Mediod¨ªa franc¨¦s cuando acaba la contienda, y supone el complemento necesario para su anterior obra, Los a?os de plomo. ¡°Ciertamente, hay una continuidad¡±, se?ala el autor a EL PA?S en una entrevista por correo electr¨®nico. ¡°Vi que los fondos accesibles en los archivos espa?oles eran insuficientes. Esto me llev¨® a buscar informaci¨®n en los archivos departamentales franceses de la regi¨®n pirenaica. All¨ª se encuentra remansada una parte esencial de la historia de las organizaciones pol¨ªticas y sindicales espa?olas durante el tercer cuarto del siglo XX¡±.
Un trabajo impecable de investigaci¨®n en archivos de muy distinto origen es lo que efectivamente caracteriza a La frontera salvaje. Un ejemplo de esa riqueza de datos es el material que Hern¨¢ndez S¨¢nchez obtiene de la Office of Strategic Service americana (OSS), antecedente de la CIA, con un archivo ¡°accesible a un clic de rat¨®n¡±.
Desde bastante antes de la liberaci¨®n de Francia, el espionaje franquista ya enviaba agentes a Francia para actuar contra los grupos de refugiados espa?oles, pero en 1945 su presencia se percib¨ªa por todas partes. ¡°Varios responsables de la Kripo (polic¨ªa criminal) y de la Gestapo alemanas estuvieron en Espa?a desde el comienzo de la Guerra Civil asesorando a las autoridades franquistas en el despliegue de sus aparatos represivos y de espionaje¡±, afirma Hern¨¢ndez S¨¢nchez. De hecho, el autor ha manejado la informaci¨®n de la OSS que atribuye a Heinrich Himmler el dise?o de la estructura que amalgamaba a la polic¨ªa pol¨ªtica, los servicios de inteligencia militar y de informaci¨®n de Falange. Faltaba establecer una relaci¨®n fluida con el alto funcionariado franc¨¦s para transmitir toda la informaci¨®n que se recabase a ambos lados de la frontera.
No ser¨ªa f¨¢cil distinguir si la dictadura franquista se guiaba m¨¢s por su torpeza o por su brutalidad. En febrero de 1946, Cristino Garc¨ªa y nueve camaradas fueron fusilados en las tapias del cementerio de Carabanchel. ?l no era un antifranquista m¨¢s. Era el h¨¦roe de La Madeleine, el jefe de un destacamento republicano encuadrado en las Fuerzas Francesas del Interior, que con 36 hombres rindi¨® a una columna alemana de m¨¢s de 1.500 soldados. La movilizaci¨®n de la sociedad francesa se tradujo en la ruptura de relaciones y el cierre de la frontera.
Cristino Garc¨ªa era el h¨¦roe de La Madeleine, el jefe de un destacamento republicano encuadrado en las Fuerzas Francesas del Interior, que con 36 hombres rindi¨® a una columna alemana de m¨¢s de 1.500 soldados.
¡°En 1946, Franco comenzaba a estar m¨¢s seguro de su supervivencia que un a?o atr¨¢s¡±, comenta Hern¨¢ndez S¨¢nchez sobre el aislamiento del ¨²ltimo r¨¦gimen fascista en Europa y la crisis diplom¨¢tica que vivieron el Gobierno franc¨¦s y el espa?ol. ¡°Era consciente de que no habr¨ªa intervenci¨®n para derrocarle, los Estados Unidos no llevar¨ªan a la ONU al l¨ªmite, Gran Breta?a solo permitir¨ªa su salida controlada del poder y el alto funcionariado franc¨¦s buscaba trabar unas relaciones de vecindad estables¡±.
¡°El comienzo de la Guerra Fr¨ªa supuso que el miedo al comunismo se erigiese en la gu¨ªa de actuaci¨®n de los Gobiernos occidentales¡±, a?ade Hern¨¢ndez S¨¢nchez. Esto traer¨ªa unas consecuencias fatales para el PCE en Francia, eslab¨®n d¨¦bil del movimiento comunista y hu¨¦sped inc¨®modo en ese pa¨ªs. El PCF fue expulsado del nuevo Gobierno que se gest¨® en 1947 y una cadena de huelgas fue la respuesta a las duras medidas econ¨®micas que se tomaron. Como relata el autor, ¡°algunos de los informadores de los servicios de inteligencia tuvieron la convicci¨®n de hallarse en presencia de un verdadero movimiento insurreccional¡±. El acoso policial que pusieron en marcha las autoridades francesas sobre los comunistas espa?oles culmin¨® en septiembre de 1950 y solo les dej¨® una alternativa: cese de la actividad pol¨ªtica o deportaci¨®n.
En octubre de 1994, Fran?oise Mitterrand y Felipe Gonz¨¢lez viajaron a Foix para rendir homenaje a los guerrilleros espa?oles que sacrificaron su vida por la libertad de los franceses. Los supervivientes espa?oles de esas batallas que acudieron al acto pidieron que, al lado de la bandera francesa, se honrase a la tricolor republicana pero el protocolo impuso que all¨ª estuviese la rojigualda. Paradojas de la historia. La ¨²ltima obra de Hern¨¢ndez S¨¢nchez cubre un hueco importante para tener un conocimiento m¨¢s profundo de la historia del partido comunista espa?ol, un ¨¢rea de investigaci¨®n en la que el autor va en camino de convertirse en su principal especialista. Con su m¨¦todo basado en establecer un relato nutrido de evidencias primarias, archivos hasta ahora poco estudiados, persevera en la l¨ªnea que ya defin¨ªa ?ngel Vi?as de que ¡°el ¨²nico principio que debe ser norte y gu¨ªa de todo historiador que se precie es la b¨²squeda de la verdad, esquiva, s¨ª, pero documentable¡±.
La segunda no intervenci¨®n
La consolidaci¨®n del nuevo orden mundial pactado en la Conferencia de Yalta? conllevaba el restablecimiento del orden dentro de las fronteras en Occidente. ¡±Los reajustes irritantes de ese nuevo orden se desplazaron a Grecia y su guerra civil, y la lucha anticolonial vietnamita y los avances de Mao Tse Tung, en Asia¡±, explica Fernando Hern¨¢ndez S¨¢nchez. Como en 1936, el miedo al comunismo es la br¨²jula que gu¨ªa a los Gobiernos occidentales. ¡°El temor a desequilibrar el flanco sur europeo dicta la retracci¨®n de las democracias que permite a Franco perpetuarse en el poder¡±.
¡°La continuidad de una dictadura obsoleta y corrupta era menos lesiva para sus intereses estrat¨¦gicos que una democracia impredecible¡± continua el autor, al describir el panorama geopol¨ªtico que impon¨ªa el sacrificio de las ideas democr¨¢ticas en aras de preservar la estabilidad en el sur de Europa. ¡°En todo caso, si la dictadura era nociva, lo ser¨ªa ¨²nicamente para su propio pueblo¡±, apunta Hern¨¢ndez S¨¢nchez cuando describe lo que para ¨¦l fue la segunda no intervenci¨®n de las potencias democr¨¢ticas.
El PCE y su actividad en Francia ser¨¢ una v¨ªctima colateral de la nueva geopol¨ªtica y el reparto de zonas de influencia. Derivado de esa segunda no intervenci¨®n comienza un proceso de criminalizaci¨®n de los comunistas espa?oles dirigido por la Administraci¨®n francesa. Se extender¨¢ una atm¨®sfera de rechazo en los medios de comunicaci¨®n que devendr¨¢ en una creciente xenofobia de la poblaci¨®n nativa. ¡°Espa?ol¡¯ y ¡®violento¡¯ fueron convirti¨¦ndose en sin¨®nimos en el lenguaje de los atestados policiales franceses¡±, afirma Hern¨¢ndez S¨¢nchez. Las suspicacias se extendieron sobre todo aquel que hubiese participado en la Resistencia en las filas de los guerrilleros. La simpat¨ªa hacia los espa?oles por su entrega en la lucha contra el nazismo tard¨® poco en ser olvidada por los que influ¨ªan en la opini¨®n p¨²blica del pa¨ªs vecino.
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