Desde el principio, los colores
Al escritor lo tejieron las palabras, lo amasaron y lograron que su coraz¨®n tomara la pluma
El novelista, poeta, dibujante Fernando del Paso empez¨® a causar sensaci¨®n, no s¨®lo porque sab¨ªa que una ensalada ¡°perigourdine¡± y una ¡°cocotte¡± de ternera ¡°aux fines herbes¡± ameritan un Ch?teau Lafleur Petrus 82, sino porque los invitados a la sedes diplom¨¢ticas mexicanas en Francia y en Inglaterra se preguntaban c¨®mo llegar¨ªa vestido el se?or c¨®nsul el d¨ªa de hoy:
- Te apuesto que con un traje color borgo?a.
- No, de pistache, el pistache le sienta muy bien.
- A m¨ª me gustan sus trajes m¨¢s severos -grises pizarra u Oxford- porque los acompa?a con unas corbatas maravillosas de brocado de la Place Vend?me cuando no de Bernini y Van Laack.
Si en Londres y en Par¨ªs sus trajes eran tan ele?gantes que parec¨ªan reci¨¦n salidos de las manos de los mejores sastres de Mil¨¢n y Saville Row, en M¨¦xico, Fernando del Paso sol¨ªa hacer apariciones incendiarias con sus camisas abiertas cual flamboyanes. Acos?tumbraba tambi¨¦n recurrir a los azules que se caen de morados, como los llam¨® Carlos Pellicer, los verdes que te quiero verde, los amarillos de copa de oro y el lila de las jacarandas que florean en el mes de marzo.
Envuelto en una suntuosa cauda de palabras, Fernando del Paso, el de la cultura enciclop¨¦dica, nos regal¨® Jos¨¦ Trigo, Palinuro de M¨¦xico?y Noticias del Imperio.
Bouvard y P¨¦cuchet, Gargant¨²a y Pantagruel, el Lazarillo de Tormes y Jonathan Swift, el Bar¨®n de Charlus y Marcel Proust, Jean Genet y Gertrude Stein, Mallarm¨¦ y William Blake lo acompa?aron en sus caminatas, primero por los rieles que cubren el mundo entero ense?¨¢ndonos a jugar al ¡°?Ah¨ª va un tren cargado, cargado de¡?¡± que ¨¦l carg¨® con todos las enciclopedias le¨ªdas, todos los sin¨®nimos acumulados a lo largo del tiempo. Locutor y traductor de la BBC de Londres, muchas radioescuchas solitarias se enamoraron de su voz. Premio R¨®mulo Gallegos 1982, Premio al Mejor Libro Extranjero en Francia en 1985, Premio Radio Nacional de Espa?a por el mejor programa cultural por su ¡°Carta a Juan Rulfo¡±, c¨®nsul general de M¨¦xico en Par¨ªs, Premio Villaurrutia 1966, Premio Nacional de las Artes 1991, Premio Juan Rulfo 2007, piloto Palinuro, personaje de la Eneida mexicana, que en Virgilio cae al mar durante la tormenta, all¨ª va el que sue?a con los ojos abiertos, se puso al servicio de sus personajes y engarz¨® palabras como diamantes para escribir la historia de nuestro pa¨ªs, enfundado en sus trajes color pastel y en sus camisas de libertad, curioso y desenfadado, sus mejillas enrojecidas por el esfuerzo de mantener el lenguaje barroco, aut¨¦ntico, abigarrado, trabajoso, irritante, m¨¢gico y deslumbrante que permea toda su obra salvo en la novela Linda 67, un thriller en el que hubieran sobrado los calificativos.
Lo conoc¨ª cuando Arnaldo Orfila Reynal decidi¨® que su novela Jos¨¦ Trigo?iniciara la colecci¨®n literaria de la editorial Siglo XXI. (A Orfila, el infame Gobierno de D¨ªaz Ord¨¢z lo hab¨ªa sacado del Fondo de Cultura Econ¨®mica por publicar Los Hijos de S¨¢nchez?de Oscar Lewis). Del Paso, que comparte su segundo apellido, Morante, con Elsa Morante (la gran novelista italiana), nacido en 1935 en la Ciudad de M¨¦xico, artesano de s¨ª mismo, produjo una obra maestra que cambiar¨ªa la literatura as¨ª como James Joyce la transform¨® con su Ulises.
"Jos¨¦ Trigo?-me dijo entonces del Paso- se comenz¨® a imprimir antes de que yo lo terminara, me faltaba un cap¨ªtulo: el del Puente de Nonoalco-Tlatelolco y ya est¨¢bamos corrigiendo galeras¡ Pr¨¢cticamente me lo arrebat¨® Orfila pero qu¨¦ bueno, si no me quedo diez a?os m¨¢s escribi¨¦ndolo (¡) Me angustia much¨ªsimo escribir pero, al mismo tiempo, lo disfruto y para m¨ª lo importante no es tanto haber escrito sino escribir. Lo que me da sentido a m¨ª como escritor es el momento en que estoy escribiendo¡±.
Fernando del Paso quiso ser m¨¦dico, pero al igual que su Palinuro de M¨¦xico, result¨® incapaz de ver sangre y escogi¨® la poes¨ªa, la publicidad, el dibujo, la pintura, la gastronom¨ªa. Volverse escritor, diplom¨¢tico, poeta, dibujante, repartidor de palabras, publicista, esposo de Socorro, padre de cuatro hijos, gourmet y maniqu¨ª lo convirti¨® en un personaje singular de color sonrosado con aspecto de manzana. A Del Paso lo tejieron las palabras, lo amasaron y lograron que su coraz¨®n tomara la pluma.
Despu¨¦s del ferrocarrilero Jos¨¦ Trigo y del estudiante de medicina, vino el gran triunfo de Noticias del Imperio?que logr¨® que toda ¡°la gente bien¡± de M¨¦xico comprara su ejemplar para reconocerse y rendirle homenaje a Maximiliano pero del Paso no lo convirti¨® en un h¨¦roe aunque tampoco hizo de ¨¦l un miserable. Del Paso sabe de lo que habla al considerar que Maximiliano era un poco despreciable, un d¨¦spota ilustrado en el sentido de su liberalismo pero naif porque cre¨ªa que Dios le hab¨ªa conferido el derecho divino a gobernar un pa¨ªs desconocido al que se llega a trav¨¦s del oc¨¦ano Atl¨¢ntico. M¨¢s que condenar su despiste, conmueve la ingenua fragilidad de los ilusos habitantes de Miramar que llegaron al castillo de Miravalle?como el emperador quer¨ªa llamar al de Chapultepec en el que Carlota, m¨¢s realista, intuy¨® que por m¨¢s que le sonrieran, los mexicanos no los amaban.
¡°No soy historiador y me decid¨ª por una especie de carrera entre la imaginaci¨®n y la documentaci¨®n y en el caso de Maximiliano y Carlota gana la imaginaci¨®n. Partes de la novela son la narraci¨®n de hechos b¨¢sicos e hist¨®ricos desde que se plane¨® el Imperio hasta la Intervenci¨®n Francesa, la llegada de Maximiliano, el derrumbe del Imperio, el retiro de las tropas francesas y la locura de Carlota, pero otras muchas p¨¢ginas son pura imaginaci¨®n o creaci¨®n como debe llam¨¢rsele. No retrato s¨®lo a Carlota, voy mucho m¨¢s lejos. Noticias del Imperio?es Carlota, es Maximiliano, es Ju¨¢rez, es todo lo que provoc¨® la Intervenci¨®n Francesa. Podr¨ªa haber escrito la historia de uno solo de los personajes, quiz¨¢ de Carlota pero me fui a lo grande. Carlota enloqueci¨® muy joven, a los 26 a?os, muri¨® 60 a?os despu¨¦s, en 1927, el a?o en que Al Johnson hace la primera pel¨ªcula hablada y Charles Lindbergh atraviesa el Atl¨¢ntico¡±.
?Cu¨¢l es la funci¨®n de las palabras de Del Paso adem¨¢s de embrujarnos? ?Cu¨¢l el poder de seducci¨®n de Del Paso al resucitar la huelga ferrocarrilera, la medicina, el amor, la derrota, la muerte, la locura? Cuando pienso en Fernando del Paso, me invade el asombro; sus novelas est¨¢n infinitamente documentadas, pulidas, trabajadas, cinceladas, reescritas, intencionadas y a la vez libres porque Noticias del Imperio?fue una fiesta no s¨®lo para Fernando sino para los Trescientos y algunos m¨¢s que pasaron por alto el liberalismo de Maximiliano, ya que los cuatro bustos de m¨¢rmol que presiden la sala del castillo son de Dante, Shakespeare, Homero y Goethe.
Vimos por ¨²ltima vez a Fernando del Paso los d¨ªas 3 y 4 de septiembre, hace dos meses, en el homenaje en Guadalajara organizado por Carmen Villoro con estudiosos latinoamericanos y dos de sus admiradores Juan Villoro y su segura servidora. Sonriente, su pelo blanco una aureola, los ojos claros de su inteligencia, nos sonri¨® as¨ª como le sonre¨ªmos ahora para seguirlo en su camino de camisas al vuelo que abarcan todos los colores del arco¨ªris.
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