Max y los hilos (narrativos) de Marcel Duchamp
El dibujante se inspira en el genio de vanguardia para dar forma a su obra m¨¢s experimental, la metagr¨¢fica 'Rey Carb¨®n'
El a?o 1913, Marcel Duchamp cort¨® tres hilos de un metro de longitud y los dej¨® caer, desde una altura de un metro, sobre tres lienzos. Los fij¨® despu¨¦s con barniz, respetando la forma en que cada uno de ellos hab¨ªa ca¨ªdo. La idea era explorar hasta qu¨¦ punto el azar condiciona el mundo del arte, y sobre todo, hasta qu¨¦ punto el azar de cada uno es, en cierto sentido, una expresi¨®n de su subconsciente. Un siglo y cinco a?os despu¨¦s, Max, el artista que se alz¨® con el primer Premio Nacional de C¨®mic (all¨¢ por 2007), sigue sus pasos en una obra, Rey Carb¨®n (La C¨²pula), en la que no pretend¨ªa explicar una historia, sino jugar a superponer sus propios ¡°hilos¡±, estos, narrativos, sin m¨¢s intenci¨®n que la de superponerlos para ver qu¨¦ ocurre: un personaje pintado de negro, solitario; uno completamente blanco, aburrido y sin sentido, algunos cuervos condenados a ser devorados, y una pared sobre la que dibujar desde una m¨¢s que posible prehistoria de casi todo, el momento (y el espacio) en el que a¨²n no se ha hecho nada. Y en el que no se dice nada. ¡°S¨ª, era un reto para m¨ª contar una historia sin palabras, en la que prescind¨ªa tambi¨¦n del gui¨®n convencional¡±, admite Max.
El dibujante cita a Duchamp pero tambi¨¦n a Tom McCarthy, escritor amante de la deconstrucci¨®n (es el autor de la novela, informe y fluir de tiempo impreso Satin Island), para insistir en el car¨¢cter experimental de la obra, que parte de la f¨¢bula de Plinio que explica c¨®mo debi¨® surgir el dibujo. ¡°Cuenta Plinio en su f¨¢bula que la primera pintura fue el dibujo del contorno de la sombra que proyectaba en la pared una persona¡±, relata Max, nacido como Francesc Capdevila en Barcelona hace 62 a?os. Para ¨¦l, un libro no deja de ser una pared port¨¢til. Lo mismo un cuaderno. ?El resto? Se lo dej¨® a la m¨²sica free, y no necesariamente al free jazz, sino a toda aquella que se rige por la m¨¢s absoluta libertad. ?Es tan sencillo como en la m¨²sica improvisar en el c¨®mic? No, no lo es, admite Max, quiz¨¢ por eso ha tardado tanto en que la sola idea se le pase por la cabeza. ?Por qu¨¦? ¡°El dibujo en el c¨®mic es casi matem¨¢tico: tienes un gui¨®n y debes seguirlo. A veces comparo la creaci¨®n de un c¨®mic con la construcci¨®n de una casa. Primero debes asegurar los cimientos, luego puedes empezar a edificar, y finalmente, le das color y decides d¨®nde pones cada cosa¡±, contesta.
A los ni?os se les hace creer que deben dibujar bien. El acento est¨¢ puesto en la belleza. Y se equivocan. El dibujo no debe ser bonito, no debe estar bien hecho, debe decirte algo. Max
El c¨®mic, dice, tiene tendencia a ser convencional. Hay poca experimentaci¨®n. Y cuando la hay, ¡°es algo muy minoritario¡±. ?Podr¨ªa considerarse que est¨¢ ejerciendo de David Lynch del c¨®mic patrio al tratar de experimentar desde una posici¨®n de poder dentro del arte gr¨¢fico en vi?etas? ?Son figuras como la suya lo que necesita el c¨®mic para avanzar en todas direcciones? Sonr¨ªe. Se mesa su barba gris. ¡°Me gusta mucho David Lynch¡±, contesta. ¡°Y s¨ª, ten¨ªa ganas de liberarme, y no hacerlo a trav¨¦s de una instalaci¨®n art¨ªstica. Envidio el arte contempor¨¢neo porque puede ser todo lo libre que quiera, pero quer¨ªa romper esquemas sin abandonar el c¨®mic para que llegue a tanta gente como sea posible. En ese sentido s¨ª que podr¨ªa tener que ver con lo que hace David Lynch, claro, salvando todas las distancias. Intentar desmontar la propia narrativa desde un medio accesible¡±, a?ade. Y de paso, rellenar la casilla que le faltaba en su carrera. Una carrera en la que, dice, ¡°he ido haciendo zig-zags¡±.
Pero ?de qu¨¦ va Rey Carb¨®n? Se dir¨ªa que no pasa nada y pasa todo. Podr¨ªa ser una historia sobre el descubrimiento del dibujo, y, por extensi¨®n, el arte, como herramienta de comunicaci¨®n. El arma definitiva. Hay un personaje, el tal Rey Carb¨®n, que vive solo en una especie de cueva, y que un buen d¨ªa se encuentra con otro personaje ¨C nariz larga, fondo blanco ¨C que parece perdido ¨C y que esta simplemente ah¨ª, como la Realidad, con may¨²sculas ¨C. Comparten un cuervo a la brasa ¨C que cocina el propio Rey Carb¨®n ¨C y ¨¦ste acaba, como el personaje de la f¨¢bula de Plinio, dibujando el contorno de la sombra de su invitado en la pared. A partir de ah¨ª, todo es pasi¨®n por esa suerte de poder reci¨¦n descubierto. Y as¨ª, dejando caer sus hilos (narrativos) al azar, Max parece estar dibuj¨¢ndose a s¨ª mismo. De hecho, eso es lo que ocurre. Al dejar las cosas al azar, lo que pasa es que Max se comunica consigo mismo. ¡°El dibujo es comunicaci¨®n. Yo seguir¨ªa dibujando aunque no hubiese nadie ah¨ª fuera. Me seguir¨ªa comunicando conmigo mismo¡±, confiesa el artista. Y lanza una cr¨ªtica a la manera en que se ¡°ense?a¡± el dibujo. ¡°A los ni?os se les hace creer que deben dibujar bien. El acento est¨¢ puesto en la belleza. Y se equivocan. El dibujo no debe ser bonito, no debe estar bien hecho, debe decirte algo¡±, sentencia.
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