Retrato de Le Corbusier en sus cartas
Publicada en espa?ol una biograf¨ªa sobre el arquitecto, novedosa por plasmar sus aspiraciones, logros y fracasos a partir de las m¨¢s de 7.000 misivas que envi¨®, fundamentalmente a su madre
Cuando el 27 de agosto de 1965, encontraron el cad¨¢ver de Le Corbusier en la playa de Roquebrune-Cap-Martin, el arquitecto clave del siglo XX ten¨ªa 78 a?os. Era viudo. Dedicaba su tiempo a pintar y entre las pocas cosas que guardaba en su Cabanon estaba el ejemplar del Quijote que siempre llevaba consigo, forrado con el pelo de su amado schnauzer, Pinceau.
Cada vez que una biograf¨ªa ¡ªLe Corbusier lui-m¨ºme, de Jean Petit (1970), Le Corbusier, Secret, de Tim Benton (2013) o incluso Modern Man, The life of Le Corbusier Architect of Tomorrow, de Anthony Flint (2014)¡ª ha cuestionado la imagen del gran arquitecto, su fundaci¨®n ha respondido igual: se pueden consultar las cartas y todos los materiales. La biograf¨ªa de Jean-Louis Cohen, Vida y Obra de Le Corbusier (2015), es una recopilaci¨®n sint¨¦tica de datos personales, en su mayor¨ªa, procedentes de esa correspondencia que, traducida ahora por Susana Landrove para la editorial Gustavo Gili, ni elogia ni denuncia al arquitecto m¨¢s influyente del siglo pasado: lo dibuja como un ser humano contradictorio, poco escrupuloso y obsesionado por construir. Por sus p¨¢ginas desfilan los ya conocidos Le Corbusier antisemita, fascista, amigo del comunismo ruso, cr¨ªtico con el mismo r¨¦gimen y mujeriego que ya descubrieran tantos vol¨²menes.
As¨ª, ?qu¨¦ aporta esta nueva traducci¨®n adem¨¢s de la versi¨®n espa?ola? La s¨ªntesis y los hechos. Casi podr¨ªa tratarse de una autobiograf¨ªa involuntaria, porque el libro se basa en frases extra¨ªdas de las m¨¢s de 7.000 cartas que el arquitecto envi¨®, fundamentalmente a su madre.
Para Cohen, Le Corbusier se hizo con el imperativo de Nietzsche ¡°Llega a ser quien eres¡±, probando cualquier versi¨®n de s¨ª mismo. Por eso, el seguimiento a un maestro, y su posterior cuestionamiento, dibujan sus vaivenes acad¨¦micos. Duda de L'Eplattenier ¡ªque descubri¨® su vocaci¨®n y lo envi¨® a viajar¡ª cuando ve en sus gustos ¡°un no s¨¦ qu¨¦ de sagrado e inalcanzable¡±.? ¡°De las cosas que se aprenden no me ha ense?ado nada¡±, cont¨® a sus padres. Al maestro: ¡°Los ocho meses en Par¨ªs me gritan: l¨®gica, verdad, honestidad, atr¨¢s con el sue?o de las artes pret¨¦ritas¡±. Con todo, su primera casa ¡ªencargada por sus padres con una p¨¦rgola que remite a Pompeya¡ª revela m¨¢s el empacho de lo visto que la digesti¨®n que iluminar¨¢ obras posteriores, como la estructura de las casas Dom-ino (de Domus e innovaci¨®n).
Si la biograf¨ªa de Flint comenzaba con el arquitecto suizo retozando con Josephine Baker en un camarote del Lut¨¦tia y describ¨ªa la rigidez de las s¨¢banas, Cohen indaga en la cualidad de superviviente y oportunista del arquitecto apasionado y obsesivo, que denuncia en los dem¨¢s acciones que ¨¦l mismo emprende y que no duda en ponerse al servicio de cualquier poder para tratar de transformar la arquitectura. As¨ª, entre la ingenuidad, el cinismo, la seducci¨®n y la aventura, Le Corbusier recorri¨® el mundo tratando de reinventar el urbanismo. Por eso, seguramente hoy la ceguera que lleva a trabajar para cualquier cliente y la sumisi¨®n de hacerlo al margen de unas m¨ªnimas condiciones laborales forman parte de su herencia, tanto como la voluntad de mantener la vegetaci¨®n en las urbes o la ciudad vertical apoyada en pilotes que son sus Unit¨¦ d'Habitation.
Cuando, con 33 a?os, empieza a firmar como Le Corbusier, le horroriza el matrimonio: ¡°Un abismo donde puede uno encontrar cualquier cosa, antes mala que buena¡±. En 1930, con 43, se casa con la modelo Yvonne Gallis. ¡°Siempre se hace querer por mis amigos¡±, le cuenta a su madre. ¡°Se?or y se?ora separados en dos espacios unidos por un punto de encuentro por donde corre Pinceau¡±, describi¨® Charlotte Perriand la casa que les amuebl¨®. ?l la admiraba. Pero la recibi¨® con impertinencia: ¡°Aqu¨ª no bordamos cojines¡±, le espet¨® cuando Perriand solicit¨® trabajo.
M¨¢s mujeres: Victoria Ocampo lo invit¨® a Buenos Aires. Luego, en el paquebote Giulio Cesare tropezar¨ªa con Josephine Baker. Regresar¨ªa con ella a Europa en el Lut¨¦tia y la dibujar¨ªa cinco veces desnuda. Pero cuando Baker dej¨® de corresponderle le sugiri¨® que, si le sobraban d¨®lares, invirtiera en ladrillo. ?l ten¨ªa proyectos de m¨¢ximo inter¨¦s. As¨ª era Le Corbusier, la casa era ¡°m¨¢quina de habita¡±, pero el Parten¨®n, una ¡°m¨¢quina de conmover¡±.
Le escribi¨® a su madre que se le consideraba a la cabeza de la arquitectura francesa cuando apenas lograba construir. Trat¨® de convencer a la empresa Citro?n para que invirtiera en viviendas levantadas en seco. Ni Fiat ni Peugeot ni Olivetti quisieron. ?l intent¨® conseguir un Fiat Balilla asegurando que ¡°supondr¨ªa una enorme publicidad para la empresa¡±.
Propuso arrasar el centro de Mosc¨² ¡°para curar la ciudad¡±, pero el acercamiento al r¨¦gimen comunista solo sirvi¨® para que le copiaran. Y para levantar el edificio Centrosoyuz. Se convirti¨® en un hombre con recursos: como no le pagaban, vendi¨®, al MoMA, la maqueta del Palacio de los S¨®viets. Como no le hac¨ªan caso en Nueva York, declar¨® a The New York Times que ¡°los rascacielos no eran suficientemente grandes¡±. Tambi¨¦n conden¨®, en el libro de 1937 Cuando las catedrales eran blancas, el c¨¢ncer del autom¨®vil.
Trat¨® de contactar con Mussolini a trav¨¦s del marido de la arquitecta Lina Bo Bardi. Pint¨® cuadros sobre la ca¨ªda de Barcelona y form¨® parte del comit¨¦ de acogida para los intelectuales espa?oles refugiados. Pero se ali¨® con el r¨¦gimen de Vichy y, luego, encarg¨® una biograf¨ªa en la que lo presentaron como ¡°el autor del mundo que quiere nacer¡±.
Para levantar el edificio de la ONU, que asesor¨® con Oscar Niemeyer o Sven Markelius, utilizaron muchas de sus ideas. Plane¨® denunciar, pero decidi¨® concentrarse en construir su primera Unit¨¦ d'Habitation.
Sobre su d¨¦cada de trabajos en India, escribi¨® en tercera persona: ¡°Corbu a trav¨¦s del mundo, viajando, su impermeable sucio bajo el brazo, una navaja de afeitar, un cepillo de dientes y gomina para sus pocos pelos. Clientes avaros y costrosos. El rico vive con un alma encomendada al dinero¡±. Con todo, levant¨® una ciudad, Chandigarh. Y as¨ª la describi¨® a su madre: ¡°Produce sorpresa. El paisaje que la rodea queda atrapado en la arquitectura. Adorable. Grandiosa. No se ha visto algo as¨ª desde hace siglos¡±.
Dos iglesias, Ronchamp ¡ª¡°la obra m¨¢s revolucionaria desde hace mucho tiempo¡±¡ª, el monasterio de La Tourette y la propia caba?a donde vivir¨ªa como ¡°un hombre desnudo¡± y junto a la que morir¨ªa con 78 a?os, ser¨ªan sus logros finales. Lo resumi¨® ¨¦l mismo: ¡°La felicidad del artista consiste en vencer, en llegar al final, de rodillas, rendido, hastiado¡±.
El Par¨ªs camale¨®nico de Corbu
¡°Bendito sea Par¨ªs por ser el m¨¢s ¨¢rido de los desiertos. Un terreno en el que echar ra¨ªces porque uno est¨¢ solo contra todos y nadie te ayuda o estima. Quienes superen esta prueba ser¨¢n buenos, gracias a Par¨ªs, magn¨ªficamente ardiente de entusiasmo y perfectamente indiferente a los cad¨¢veres que acumula¡±, escribi¨® Le Corbusier en 1925. Unos a?os despu¨¦s, cuando colabor¨® con el r¨¦gimen de Vichy, en 1941, aconsej¨®: "Par¨ªs debe deshacerse de las masas inertes, de aquellos que no tienen verdaderamente nada que hacer en Par¨ªs y cuyo lugar se sit¨²a junto a la tierra o las industrias".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.