¡°El nivel del debate parlamentario es deplorable¡±
El pol¨ªtico repasa su labor al frente del ministerio en el primer Gobierno del PSOE y lamenta la p¨¦rdida de cultura democr¨¢tica en Espa?a
A Javier Solana (Madrid, 1942), primer ministro de Cultura de la historia democr¨¢tica del PSOE, le preocupa ahora m¨¢s la cultura democr¨¢tica que la cultura propiamente dicha, de la que se ocup¨® cuando Felipe Gonz¨¢lez lo coloc¨® en ese ministerio, en 1982. De lo primero que hizo entonces, para aventar la herencia franquista de las instituciones, fue liberar al C¨ªrculo de Bellas Artes de los residuos ultras del pasado. Y por eso esta entidad m¨¢s que centenaria le entreg¨® su Medalla de Oro. Esta entrevista con el que tambi¨¦n fue m¨ªster Pesc, al cargo de las relaciones mundiales de la UE, y jefe de la OTAN, gira en torno a su experiencia como el ministro que lleg¨® a su cargo cuando estaba en auge la movida.
Pregunta. ?C¨®mo hall¨® usted la cultura que pusieron a su cargo?
Respuesta. La muerte de Franco y las primeras elecciones generaron la utilizaci¨®n del espacio p¨²blico. Eran los a?os de la movida, que cuando llegu¨¦ estaba en su esplendor. Pens¨¦ entonces que hab¨ªa que impulsar las infraestructuras culturales. Y abord¨¦ algunos s¨ªmbolos. Antes del nombramiento fui a visitar a nuestro ¨²nico Nobel vivo, Vicente Aleixandre: era un momento de respeto a la cultura en su m¨¢ximo esplendor, y ¨¦l lo interpret¨® as¨ª. EL PA?S debi¨® de valorarlo tambi¨¦n as¨ª, pues sac¨® en portada esa visita: me sorprendi¨® que lo destacara tanto.
El debate parlamentario es deplorable. A mi me entristecen muchos esos comportamientos. La cultura democr¨¢tica est¨¢ cayendo en Espa?a
P. Usted dijo entonces que el Gobierno consideraba la cultura ¡°el instrumento fundamental del cambio¡±.
R. Y por eso comprendi¨® que el cultural no era un gasto excesivo, como el de una autopista o un acueducto. En estos cuarenta a?os ha habido recortes, transferencias, fundamentalmente en Cultura, y hoy el ministerio no tiene m¨¢s que la supervisi¨®n. Y las comunidades son conscientes de que el apego a la cultura es bueno para los gobiernos y para la gente. Ha habido momentos en que se ha exagerado, que se han hecho museos a ver quien lo hac¨ªa m¨¢s grande, aunque luego el museo no fuera para tanto.
P. ?Llevaba usted un plan a aquel primer Gobierno?
R. No sab¨ªa que iba a ser ministro. Fueron saliendo las cosas. Por ejemplo, con respecto al Museo del Prado. Decidimos, por ejemplo, limpiar Las meninas de Vel¨¢zquez. Y no quisimos mostrarlas al p¨²blico sin saber qu¨¦ pensaban de sus colores personas como Rafael Alberti y Antonio Buero Vallejo, que vieron el cuadro en su antiguo esplendor. A Alberti se le saltaron las l¨¢grimas. ¡°?Es que estos son los azules, estos son los rojos, estos son los colores que yo recuerdo!¡±. Me hab¨ªa dicho Alfonso Guerra: ¡°Javier, los gobiernos caen por muchas cosas, pero como te equivoques con Las meninas los socialistas perdemos el Gobierno ?y adem¨¢s lo perdemos para toda la vida!¡±. Me autoriz¨®, me lie la manta a la cabeza y sali¨® bien. Como sali¨® bien la limpieza de La marquesa de Santa Cruz, de Goya¡ Ya no hac¨ªamos la movida, abord¨¢bamos infraestructuras para darle a este pa¨ªs m¨¢s espacios p¨²blicos para la cultura.
Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que el Museo del Prado dispone de un presupuesto que no viene s¨®lo del Estado, la mayor parte lo sufraga la sociedad
P. Alberti recibi¨® el Cervantes, regresaron otros autores del exilio, se preocuparon ustedes de recuperar s¨ªmbolos de recuperaci¨®n democr¨¢tica¡
R. Es que la pol¨ªtica tiene un componente simb¨®lico muy significativo. Este era el primer Gobierno socialista de la historia de Espa?a. Y esto nos correspond¨ªa hacer, recuperar met¨¢foras del exilio que produjo la Guerra Civil.
P. ?Y qu¨¦ huella ha de dejar la pol¨ªtica en la cultura?
R. Yo ten¨ªa mis dudas sobre si el Ministerio de Cultura deb¨ªa existir o no, de si la cultura deb¨ªa ser liderada por el Gobierno o deb¨ªa ser la sociedad la que la liderara. Decidimos que fuera el Gobierno porque estimamos que el cambio no significase solo la movida. Y se hicieron muchas cosas, en Madrid y en toda Espa?a. Hicimos el cambio, por ejemplo, en el C¨ªrculo de Bellas Artes.
P. Que por esto lo premia.
R. Empez¨® en junio de 1983. El primer director fue Mart¨ªn Chirino, aquello estaba lleno de gente de la cultura, como Rafael Canogar y Juan Genov¨¦s, y Mart¨ªn hizo una labor estupenda. Nosotros lo recuperamos, pero en seguida fue el mundo de la cultura la que lo tom¨® en sus manos, hasta ser una entidad no solo madrile?a sino, yo dir¨ªa, de categor¨ªa internacional.
P. Entre sus sucesores hubo un amigo suyo, de particular historia pol¨ªtica europea, Jorge Sempr¨²n¡
Tuve la oportunidad de representar la cultura espa?ola en un momento en que en el extranjero todo lo que hac¨ªamos se miraba con mucho cari?o
R. Un gran amigo que hab¨ªa dedicado gran parte de su vida a la pol¨ªtica, clandestina tambi¨¦n. Era un hombre muy culto, sobre todos los temas ten¨ªa una opini¨®n particular. En el Consejo de Ministros fue muy importante su contribuci¨®n: sab¨ªa donde estaba e interpret¨® aquello como una experiencia con la que no pod¨ªa so?ar.?
P. ?Qu¨¦ huella le dej¨® a usted este paso por la gesti¨®n de la cultura?
R. Me dej¨®, sobre todo, muchos amigos. Empec¨¦ a intentar la idea del mecenazgo, lo que me permiti¨® abrir el camino a la cultura de mucha gente que ten¨ªa recursos para ayudar. El mecenazgo sigue pendiente como ley porque este no es un pa¨ªs de mecenas, pero los que hay no tendr¨ªan porque ser como los M¨¦dicis. Pero hay que tener en cuenta, por ejemplo, que el Museo del Prado dispone de un presupuesto que no viene solo del Estado, la mayor parte lo sufraga la sociedad. Y tuve la oportunidad de representar a la cultura espa?ola en un momento en que en el extranjero todo lo que hac¨ªamos, en la Transici¨®n e inmediatamente despu¨¦s, se miraba con mucho cari?o¡
Yo ten¨ªa mis dudas sobre si el Ministerio de Cultura deb¨ªa existir o no, de si la Cultura deb¨ªa ser liderada por el Gobierno
P. ?Y ahora c¨®mo nos ven?
R. Creo que no ha bajado mucho la estima, pero es que cuando ocurre algo como fue la Transici¨®n el sufl¨¦ sube. Luego baja un poco y ah¨ª se queda, m¨¢s o menos, no baja a cero.?
P. ?Y cu¨¢l es su propia percepci¨®n? ?Se transfiri¨® demasiado?
R. Las transferencias se hicieron para reconocer las particularidades culturales de las comunidades de Espa?a. Creo que no han hecho da?o; quiz¨¢ ha habido alguna exageraci¨®n de gasto, pero Cultura no es como Autopistas o Puentes, as¨ª que si te equivocas un poco no pasa tanto¡ En el ¨¢mbito cultural casi todo se ha hecho pac¨ªficamente y creo que no queda casi nada por transferir. En eso creo que hemos encontrado un equilibrio estupendo.
P. ?Cree que este pa¨ªs tiene ahora la potencia cultural que ustedes so?aron al ponerse al frente de la cultura oficial?
R. Aqu¨ª hay un buen nivel cultural. Lo que m¨¢s me preocupa es que la cultura democr¨¢tica baje de calidad. Me importa la mala utilizaci¨®n o la mala calidad de la cultura democr¨¢tica. Ah¨ª hemos perdido un poco de calidad.
P. ?Qu¨¦ ha pasado?
R. Es un pecado que ha pasado en muchos sitios; en este ¨²ltimo tiempo ha sido puesto de manifiesto por la crisis econ¨®mica. Aqu¨ª tenemos debates democr¨¢ticos pobres, desde la pura ret¨®rica, desde el propio modo de hablar. El nivel del debate parlamentario es deplorable. A m¨ª me entristecen muchos esos comportamientos. La cultura democr¨¢tica est¨¢ cayendo en Espa?a.
P. ?C¨®mo defenderla?
R. En la escuela, en la universidad, en el sistema educativo, en los medios de comunicaci¨®n, donde erratas y errores tanto abundan¡ Kenneth Clark dice en su libro Civilizaci¨®n (Alianza Editorial, 1979) que Espa?a estar¨ªa en un libro de genialidades culturales, pero que aqu¨ª no se produjo nunca una ruptura cultural importante, aqu¨ª no se invent¨® el barroco, o el g¨®tico, no fuimos los rompedores de la historia cultural¡ Y eso exige esfuerzo, lectura y tiempo, adem¨¢s de genio.
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