?lisabeth Roudinesco: ¡°El psicoan¨¢lisis vuelve a convertirse en una terapia para ricos¡±
Psicoanalista y bi¨®grafa de referencia de Freud, publica 'Diccionario amoroso del psicoan¨¢lisis', una introducci¨®n para profanos a una materia que conoce desde ni?a
La historiadora ?lisabeth Roudinesco (Par¨ªs, 1944) fue psicoanalizada a los nueve a?os por la legendaria analista infantil Fran?oise Dolto. Su madre era psicoanalista. Ella, tambi¨¦n psicoanalista, es la bi¨®grafa de referencia de Sigmund Freud, fundador de la disciplina, y de uno de sus grandes herederos, Jacques Lacan. Roudinesco publica ahora en castellano su Diccionario amoroso del psicoan¨¢lisis (editorial Debate), que a la vez es una introducci¨®n para profanos al psicoan¨¢lisis, un ensayo memorial¨ªstico y el retrato elegiaco de un universo de referencias marcado por la cultura freudiana.
PREGUNTA. ?El psicoan¨¢lisis es el mundo de ayer?
RESPUESTA. Un poco, s¨ª. Bajo la forma en que yo lo evoco, ha desaparecido. Se ha convertido en una psicoterapia como las otras. En cambio, la cultura freudiana est¨¢ por todas partes: en los medios, en los discursos pol¨ªticos, en la literatura, en el cine, en el arte. Vivimos en un mundo freudiano sin saberlo.
P. ?En qu¨¦ es freudiano este mundo?
R. En el inter¨¦s por la sexualidad, sea en el resurgimiento de la sexolog¨ªa o las historias de g¨¦nero y sexo. Todo esto es una herencia freudiana.
P. El mito de Edipo fue central para Freud. Tambi¨¦n Narciso.
R. Hay dos grandes mitos, pero hay que verlos como mitos: la psicologizaci¨®n de Edipo y Narciso me enervan. El genio de Freud fue devolver los honores a los mitos griegos, precisamente rompiendo con la psicolog¨ªa. A principios de siglo le dijo a cada persona que sufr¨ªa perturbaciones ps¨ªquicas: ¡°Usted es Edipo. Es decir, un pr¨ªncipe. Usted pertenece a una dinast¨ªa real. Usted es alguien tr¨¢gico a quien su destino se le escapa¡±. Es mejor esto que decir: ¡°Usted es neur¨®tico, incapaz de funcionar bien, le trataremos en una cl¨ªnica, le haremos ex¨¢menes¡±. Mejor parecer un rey que un paciente ordinario. Pero no hay que aplicarlo de manera est¨²pida, ver cada d¨ªa y en toda persona a alguien que desea a su madre y quiere matar a su padre. El mito significa que tenemos una genealog¨ªa, que somos el fruto de una historia de familia. Freud es un antrop¨®logo y un mit¨®grafo, alguien que hizo pensar de otra manera. Sin ¨¦l estar¨ªamos en la cultura de la psicolog¨ªa, y la psicolog¨ªa es bastante siniestra.
El psicoan¨¢lisis vuelve a convertirse en una terapia para ricos, para quienes tienen tiempo de pensar en s¨ª mismos
P. ?Siniestra?
R. Si intentan reeducarle haci¨¦ndole hacer 10 ejercicios al d¨ªa para ir mejor, ?le parece interesante? Quiz¨¢ sea pr¨¢ctico.
P. Para curarse, ?tiene que ser interesante? ?O pr¨¢ctico?
R. Es un falso debate. Si usted quiere ser pragm¨¢tico, haga lo que quiera. Pero lo interesante es otra cosa: Freud pensaba que la cultura y la civilizaci¨®n eran el mejor remedio a la barbarie y la tonter¨ªa. La gente prefiere ir a hacer todas las terapias que quiera: corporales, meditaci¨®n trascendental, ayuno. No tengo nada en contra, pero no creo que sea una escuela de la inteligencia. No creo que el desarrollo personal, el culto del yo, conduzca a una curaci¨®n de ning¨²n tipo. Es una ilusi¨®n.
P. ?Vivimos en la cultura de Narciso?
R. En los a?os sesenta, los psicoanalistas americanos, aunque Freud ya lo hab¨ªa dicho en 1914, constataron que, pese a la libertad sexual, pese al progreso para las mujeres con la liberaci¨®n del tab¨² de la virginidad o el fin de los matrimonios pactados, no nos cur¨¢bamos. Las personas muy libres se divorciaban m¨¢s, no viv¨ªan en un r¨¦gimen de abstinencia, pod¨ªan hacer hijos con quienes quisieran. Y se daban cuenta de que la libertad no les reportaba la felicidad esperada. En vez de tener trastornos conflictivos en el interior de una familia, con una rebeli¨®n contra unas ideas recibidas o un orden cuestionado, ten¨ªan trastornos consigo mismos, patolog¨ªas en las modalidades de la identidad: esto es el trastorno narcisista.
P. Dedica una entrada del diccionario a los presidentes de Estados Unidos. ?C¨®mo ve a Trump?
R. Hay que vigilar las derivas del psicoanalismo. Lo que me interesa en su caso es que es la primera vez que un comit¨¦ de psiquiatras explica que las patolog¨ªas ps¨ªquicas de un presidente le vuelven inepto para gobernar el pa¨ªs. El priapismo de Kennedy no le impidi¨® ser un gran presidente. El alcoholismo profundo de Churchill, sus depresiones permanentes, su estado maniaco-depresivo, ?le impidieron ser un gran jefe de guerra? No. La cuesti¨®n es: ?a partir de qu¨¦ momento un tipo de patolog¨ªa narcisista, sexual, neur¨®tica impide a una persona gobernar? En Trump es evidente. Incapaz de controlar su lenguaje, sus pulsiones, su manera de ser, que confunde el gobierno de su pa¨ªs con sus problemas de promotor inmobiliario.
R. Perfectamente normal. Nada. Pero tampoco veo nada en Hollande, ni en Sarkozy. Es una man¨ªa en Francia querer psicoanalizar a todo pol¨ªtico. Lo llamo el pornopsicoan¨¢lisis. Esto lleva a decir banalidades.
P. ?Qu¨¦ papel le queda al psico?an¨¢lisis en el mundo de hoy?
R. Desaparece de los servicios de psiquiatr¨ªa porque se trata s¨®lo qu¨ªmicamente. Est¨¢ en regresi¨®n en todo el ¨¢mbito del servicio p¨²blico. Las depresiones se tratan mucho con medicamentos. Y la gente ha sustituido la cura psicoanal¨ªtica con todo tipo de cosas, como el desarrollo personal o la meditaci¨®n.
P. ?Qu¨¦ queda?
R. Hay un curioso retorno de la historia. Es mi impresi¨®n: el psico?an¨¢lisis vuelve a convertirse en una terapia para la gente rica, para quienes tienen el tiempo y los medios para pensar en s¨ª mismos. Est¨¢ muy desarrollado en el mundo de la televisi¨®n, los comediantes, los periodistas: saben que conocerse a s¨ª mismo es mucho mejor que medicarse. Y entre los grandes burgueses.
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