Claudia Pi?eiro y la remera
Reproducimos ¨ªntegro el discurso del comisario de BCNegra con motivo de la entrega del Premio Pepe Carvalho a la escritora argentina
Perm¨ªtanme que les hable de una remera.
Una remera es una camiseta.
Nuestro Premio Carvalho, Claudia Pi?eiro, nos explica algo de una remera en una de sus novelas, Las viudas de los jueves. Una de los personajes, una de las mujeres acaudaladas, que viven en esa Urbanizaci¨®n de Lujo de Altos de La Ca?adas, Mariana, tiene una remera de spandex y piedritas brillantes. Antonia es su asistenta, la persona que trabaja para ella haciendo las tareas del hogar. En una de esas ma?anas en las que Antonia vuelve despu¨¦s de haber llevado a la hija de los se?ores al colegio, y mientras Mariana sigue en la cama, ella recoge del suelo la ropa que llev¨® su se?ora la noche anterior. Y recoge la remera y esa remera tiene un peque?o agujero. La remera. ¡°Se?ora ?usted vio esto?¡± Cien d¨®lares chamuscados por el cigarrillo de alg¨²n pelotudo. ?¡±Quiere que trate de zurcirla?¡± pregunta Antonia a Mariana. ¡°?Alguna vez me viste usar algo zurcido?¡±. Esa respuesta pone contenta a Antonia. Porque cuando su se?ora dejaba de usar una prenda se la regalaba y, de repente, pens¨® que esa remera ser¨ªa el regalo que har¨ªa a su hija por su cumplea?os. Un regalo de cien d¨®lares menos un zurcido. La remera fue lavada y doblada. Fue puesta en el armario. Pasados unos d¨ªas, Antonia fue a inspeccionar aquella prenda que, en breve, su se?ora le dar¨ªa pero no la encontr¨® en su sitio. Estaba fuera, doblada, junto a otra ropa en desuso o descolorida. Mariana pidi¨® a Antonia que pusiera toda esa ropa en una bolsa. Al parecer a Nane P¨¦rez Ayerra y otras distinguidos y comprometidas se?oras de la Urbanizaci¨®n Altos de Las Ca?adas hab¨ªan decidido hacer un mercadillo, una feria americana para recaudar fondos para el comedor del colegio, un mercadillo exclusivamente para empleadas dom¨¦sticas. Y la remera estar¨ªa disponible a buen precio. ?Qui¨¦n sabe? Igual regalada no, pero a buen precio esa remera a¨²n podr¨ªa ser de Antonia. Pero cuando la busc¨® en el mercadillo, no la encontr¨®. Desisti¨® y los siguientes d¨ªas trat¨® de olvidarse de la remera. Al fin y al cabo, una remera no le cambia la vida a nadie ?no?
Y en esto lleg¨® Halloween y los ni?os picaron a la puerta de los se?ores y Antonia abri¨® con la mano llena de caramelos. All¨ª ten¨ªa a cuatro ni?os y una de ellas, hija de Nane P¨¦rez Ayerra, iba disfrazada de bruja, u?as plateadas, colmillos, hilo de pintura roja corriendo desde su boca y puesta la remera de las piedritas brillantes. Antonia cont¨® que le faltaban cinco piedritas. Ya era una remera con un agujero y a la que faltaban cinco piedritas. Antonia pens¨® que en la pr¨®xima feria americana seguro que la volv¨ªan a poner a la venta y que valdr¨ªa mucho menos, seguro que ¨¦sta vez podr¨ªa comprarla.
La remera. Antonia. ?Todo este desv¨ªo para la trama policial que vertebra novela La viuda de los jueves es necesario? No. ?Hace avanzar, atrapa, gestiona los par¨¢metros y c¨®digos de una novela negra? No. Pero al menos ?hay violencia? S¨ª, eso s¨ª, mucha, toda.
Por cosas as¨ª amamos a Claudia Pi?eiro porque pudiendo redactar libros escribe libros. Pudiendo limitarse a darnos un botiqu¨ªn de primeros auxilios y un tel¨¦fono de emergencia, nos explica la historia de una remera, la mirada de Antonia, la crueldad inocente de una ni?a, la historia pol¨ªtica de un sistema y un pa¨ªs. Eso y mucho m¨¢s.
Claudia Pi?eiro nunca nos da saldos. Su exigencia es m¨¢xima. Mira y ve. Entiende a la gente incluso a aquella a la que no comprende
Ella, la escritora, la literata, coge el bal¨®n en el aire, lo para, lo pisa y te dice: Esper¨¢, voy a explicarte algo sobre una remera. Y te rompe la cabeza. Porque te dice, te acusa, te motiva, te implica, te define, te justifica, te condena y te avisa. Porque te explica, en unas pocas p¨¢ginas qu¨¦ es la desigualdad, qu¨¦ es el resentimiento, qu¨¦ es el cuarto de las escobas y qu¨¦ el cuarto de recibir visitas. No hay moraleja ni moralina. Te pone un espejo en el camino mientras la novela sigue caminando. Y ahora ya no estamos tan seguros ?Es innecesario para la trama? Quiz¨¢s. ?Es necesario para que el libro sea literario, importante, que descubre lo oculto? Por supuesto.
Claudia Pi?eiro, una de los nuestros ya antes pero ahora un poco m¨¢s, porque llevar¨¢ asociada su nombre a uno de los ciudadanos barceloneses de ficci¨®n m¨¢s famosos. Y creemos que hacen buen t¨¢ndem. Al igual que al creador de Pepe Carvalho, MVM, Claudia Pi?eiro no s¨®lo es una de las mejores escritoras de su pa¨ªs en activo y del habla hispana sino un referente ¨¦tico y cultural, que emana desde la mayor modestia, aquella que no es falsa ni sirve de barniz al ego, desde la autoridad moral de alguien que tiene unas convicciones firmes. Y las defiende y trata de convencer. De alguien que escucha y no se detiene. Su lucha por los derechos de las mujeres, de los ciudadanos, de la libertad y la democracia, hacen que en su pa¨ªs y fuera de ¨¦l, le preguntemos de todo y por todo. Como se hac¨ªa con MVM. Necesitamos la sensatez, el sentido com¨²n, la pausa y la acci¨®n, la br¨²jula m¨¢s que el mapa. Necesitamos que Claudia nos explique, se explique. Nos escuche y la escuchemos. Necesitamos que se escriba y necesitamos leerla.
Leer a Claudia Pi?eiro es o¨ªrla respirar. Esperarla en un caf¨¦ o en casa y que, al llegar, te explique qu¨¦ le ha pasado, qu¨¦ ha estado a punto de pasarle
Leer a Claudia Pi?eiro es o¨ªrla respirar. Esperarla en un caf¨¦ o en casa y que, al llegar, te explique qu¨¦ le ha pasado, qu¨¦ ha estado a punto de pasarle. Escribe con una falsa naturalidad que esconde una facilidad pasmosa para explicar, esconder el conejo en la chistera, administrar los tempos, compensar los ingredientes del guiso y hacer sencillo lo dif¨ªcil. Pi?eiro gusta y llega a diferentes p¨²blicos, fuera de su pa¨ªs, en ese espa?ol de Buenos Aires. No impone ni quiere deslumbrar, su estilo es transparente pero hay tanta magia, tanta que no necesita abalorios ni remeras de cien d¨®lares. Dosifica la informaci¨®n, relee a Patricia Higsmith y Ruth Rendell, tanto como a Manuel Puig, traza con l¨ªnea clara argumentos y personajes, un coro tr¨¢gico y c¨®mico a la vez, la vida y la muerte f¨ªsica, econ¨®mica y social escritas, tienen mucho de escenografia y s¨ªmbolo, y nos escribe novelas, cuentos, obras de teatro manejando el suspense con San Alfred Hitchcock que est¨¢s en los cines, ya deudor de ¨¦l desde su primera novela ¨C El secreto de las rubias remite a El enemigo de las rubias-, in¨¦dita, er¨®tica, finalista de La sonrisa vertical, que no le dio el trofeo, pero le hizo tomar la decisi¨®n -como todo en ella, siempre escribiendo sola y en los talleres de Guillermo Sacomanno y Enrique Medina- de dejar su trabajo de contable, contadora y pasar a escribir. La leyenda cuenta que lo decidi¨® cuando iba a hacer una auditoria de tornillos de una empresa de compresores de aire. No se puede ser m¨¢s po¨¦tica, Claudia, no nos digas que es ficci¨®n porque no importa.?
Claudia Pi?eiro, escritora, Premio Carvalho, convierte el fin de todo que es la muerte en un principio de novela
Pi?eiro es importante porque su calidad literaria es indiscutible llegando a diferentes estratos de p¨²blico sin bajar o variar el nivel. Nadie se siente mal o fuera en un libro de Pi?eiro. Claudia Pi?eiro es generosa y entusiasta. No te pedir¨¢s que vayas a su fiesta pero si vas sentir¨¢s que est¨¢s invitado. Tuya. Las viudas de los jueves. Betib¨². Elena sabe. Pero tambi¨¦n todas aquellas novelas en las que se aleja del g¨¦nero porque el g¨¦nero nunca puede ser una c¨¢rcel sino un tinte con el que te?ir lo que explicas. Claudia Pi?eiro nunca nos da saldos. Su exigencia es m¨¢xima. Mira y ve. Entiende a la gente incluso a aquella a la que no comprende. Tiene una mirada eficaz y persuasiva, una cadencia de montaje cinematogr¨¢fico enfrentado a los personajes a retos y abismos que los transforman y delatan ante la comunidad justiciera unas veces, injusta otras. El crimen como la plaza donde convergen las fuerzas sociales, personales y pol¨ªticas todas violentas sino pueden expresarse y encauzadas. Uno, al leer a nuestro actual Premio Carvalho, sale cada d¨ªa de casa, toma el bus, el metro o va andando; hace la misma ruta o una distinta, no importa. M¨¢s pronto o m¨¢s tarde, al salir de un callej¨®n o a la vuelta de la esquina, en el fondo de una pileta o bajo un ¨¢rbol, Claudia Pi?eiro se encuentra con la muerte como si la convocara. Y entonces ha de explicarla, ha de consolarse, del modo en que la consolaban de ni?a cuando le dec¨ªan: ¡°nena, t¨² no te vas a morir¡±. Lo cual, en su caso ya es cierto. Entre otras cosas porque Claudia Pi?eiro, escritora, Premio Carvalho, convierte el fin de todo que es la muerte en un principio de novela.
Gracias, Claudia por dejar de contar clavos y pasar a contar historias.
Babelia
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