Una subversi¨®n fuera de sospecha
La rebeli¨®n empieza en una biblioteca, dice alguien en Libro de las m¨¢scaras, de Javier Vela, volumen de pensamientos que algunos considerar¨¢n inclasificable
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La rebeli¨®n empieza en una biblioteca, dice alguien en Libro de las m¨¢scaras, de Javier Vela, volumen de pensamientos que algunos considerar¨¢n inclasificable y al que preferir¨ªa situar simplemente al lado de maravillas como Sur plusieurs beaux sujects (Wallace Stevens), o A Certain World (Auden), dos fascinantes commonplace books, es decir, cuadernos de citas forjados por poetas, creados como cuadernos de trabajo a los que fueron trasladando pasajes de obras ajenas relativos a sus propios intereses.
Los intereses de Javier Vela en Libro de las m¨¢scaras (Pre-Textos) son los del misterioso poeta vasco Juan Iturbe o, mejor dicho, los de su hija Valeria Iturbe, que, seg¨²n se nos informa en la inicial ¡°advertencia al lector¡±, ret¨® a Vela a atreverse a espigar, de entre el sinf¨ªn de archivos y cuadernos que emborron¨® su padre, ¡°apenas un pu?ado de aforismos en los que hab¨ªa venido trabajando justo en los meses previos a su muerte, a fin de compilarlos en un peque?o volumen¡±.
Sospecho que pronto hubo de trocarse a los ojos de Vela el aparente desorden de las numerosas citas recogidas por Iturbe en un orden secreto, un orden fundado en la misma aparatosidad de la confusi¨®n, como si las palabras del cuaderno no estuvieran m¨¢s que subrayando estas de Edmond Jab¨¨s: ¡°Una vez concebido por el hombre, el Todo se abism¨® en la Nada, y la Nada era el vocablo y el vocablo era el libro y el libro era la confusi¨®n. De esa confusi¨®n, ?conoceremos alguna vez el alcance?¡±.
De conocer ese alcance o no trata esta antolog¨ªa, que no solo explora las fronteras entre poes¨ªa, ficci¨®n y pensamiento, sino tambi¨¦n c¨®mo pueden incluirse entre los aforismos reales y los sospechosos, entre las relativas verdades y el doble de esas relativas verdades, algunos aforismos del propio autor de la antolog¨ªa. Porque lo cierto es que Vela parece construir su subversiva po¨¦tica ¡ªalejada de cualquier sospecha, precisamente por lo sospechosa que es¡ª con aforismos ajenos, incluidos algunos que nunca fueron escritos, y por tanto ni tan siquiera trasladados por Iturbe a su cuaderno de citas, como si en el confuso espejo que determina nuestra noci¨®n de verdad lo real no tuviera sitio.
Parece que a¨²n hay mit¨®manos que siguen hoy en d¨ªa dispuestos a aceptar sin reservas ciertas imposturas, anota Vela al comienzo del libro. Y antes de abandonar ¨¦l mismo, sutilmente, su propio yo, y de escapar como quien sale huyendo de una frase, o de un amor, o de un sue?o, o de un pa¨ªs, a?ade. ¡°Lo que es m¨¢s: casi toda la obra del misterioso Iturbe, y sin duda el librito que ahora presentamos, parece preguntarse si tales subterfugios, tan comunes en siglos precedentes, lo son acaso menos en este¡±. Y es curioso pero, por raro que parezca, el pa¨ªs abandonado al que pertenece este libro podr¨ªa ser el nuestro. Un pa¨ªs en el que lo que no est¨¢, no falta, solo se echa de menos. Y en el que, entre lo que hemos olvidado, se encuentra lo que dice O¡¯Sullivan: ¡°Bajo el soberanista puede no haber un patriota; bajo el cosmopolita al menos hay soberanamente un ap¨¢trida¡±.
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