Condenadas a (no) entenderse

Ya se dec¨ªa en el primer minuto de la versi¨®n de sus vidas filmada por John Ford en 1936: Mar¨ªa Estuardo, reina de Escocia, e Isabel I de Inglaterra, enemigas implacables, ejecutada la primera por orden de la segunda, estaban condenadas a entenderse, aunque fuera despu¨¦s de muertas, y hoy ambas yacen una junta a la otra en la Abad¨ªa de Westminster. Un entendimiento en forma de, al menos, comprensi¨®n mutua, a la que se llega en la ¨²ltima visi¨®n de sus existencias: Mar¨ªa, reina de Escocia, debut en el cine de la reputada directora teatral Josie Rourke, que incluso llega a elucubrar con una cita secreta conjunta entre dos personalidades que con toda probabilidad nunca se vieron cara a cara en vida.

La pel¨ªcula de Rourke, quiz¨¢ desequilibrada en sus formas pero siempre interesante por la magnitud de su historia y de los vigentes conflictos que plantea alrededor de la crueldad del poder, se configura como un innegable producto de un tiempo de necesaria reivindicaci¨®n feminista y de revisionismo hist¨®rico. Y no tanto porque por primera vez sea una directora la que dirija esa mirada hacia dos mujeres fundamentales en el devenir del Reino Unido y su orden pol¨ªtico y religioso hasta nuestros d¨ªas, sino sobre todo porque ahora hay m¨¢s libertad para abordar determinadas materias, b¨¢sicamente el sexo, su condici¨®n y su esencialidad en las relaciones de poder, que cuando hace 80 a?os el maestro Ford dirigi¨® su Mar¨ªa Estuardo.

As¨ª, como ya apunt¨® la versi¨®n de 1971 dirigida por Charles Jarrott, de t¨ªtulo hom¨®nimo a esta de 2018, se presenta a Lord Darnley, marido de la reina escocesa, como un personaje abiertamente homosexual, que se acuesta con otro de los esenciales personajes del relato, David Rizzio, secretario y confidente de la monarca. Dos roles que en la versi¨®n de Ford eran representados como estereotipos gais nunca verbalizados (pendiente, maquillaje, grandilocuencia), y que aqu¨ª adquieren una entidad que, en tiempos de hijos ileg¨ªtimos y subterfugios varios, no resultan en modo alguno forzados.Y m¨¢s dentro de ese volc¨¢n de intrigas palaciegas en el que su guionista, el experimentado en el tema Beau Billimon (Los idus de marzo, House of Cards), parece sentirse tan a gusto, demostrando que las traiciones pol¨ªticas del siglo XVI pueden estar muy cerca de las contempor¨¢neas, aunque ya no se acuchille f¨ªsicamente sino metaf¨®ricamente.

Mar¨ªa, reina de Escocia arranca de un modo algo farragoso en cuanto a informaci¨®n, y la c¨¢mara de Rourke nunca llega a conformar un estilo s¨®lido e identificable, aspecto en el que igual parece valer una toma con dron de acercamiento a la protagonista en la almena de un castillo que unas secuencias de batalla abiertamente mejorables en supuesta en escena y montaje. Pero en lo fundamental, las magn¨ªficas interpretaciones de Saoirse Ronan y Margot Robbie, y las concomitancias entre ambas reinas, la pel¨ªcula acaba haci¨¦ndose fuerte. En el enfrentamiento entre dos mujeres que parecen condenadas a (no) entenderse frente al desalmado imperio de los hombres que pretendieron manejarlas.