La visualizaci¨®n del genocidio
A estas alturas filmar el gaseo de un grupo de mujeres en una c¨¢mara, a?adiendo gritos, v¨®mitos y explicitud roza lo inmoral
Despu¨¦s de m¨¢s de 1.000 pel¨ªculas sobre el Holocausto jud¨ªo a manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, lo dif¨ªcil no es encontrar un nuevo relato a¨²n por contar: por desgracia la amplitud territorial, hist¨®rica, f¨ªsica, humana y moral del genocidio es incalculable. Lo verdaderamente complejo es hallar una mirada aut¨¦ntica y oportuna, una sistem¨¢tica narrativa o art¨ªstica, ¨¦tica o t¨¦cnica, que sume sin restar, que contenga una reflexi¨®n sobre el acto de filmar el horror, sobre la necesidad de su recreaci¨®n. Y a¨²n m¨¢s desde los documentales Noche y niebla (1955), de Alain Resnais, y Shoah (1985), de Claude Lanzmann, convertidos con el paso del tiempo en vig¨ªas de un modo de hacer, de pensar y de ver el cine.
SOBIBOR
Direcci¨®n: Konstantin Khabenskiy.
Int¨¦rpretes: Konstantin Khabenskiy, Wolfgang Cerny, Christopher Lambert, Roman Ageev.
G¨¦nero: drama. Rusia, 2018.
Duraci¨®n: 117 minutos.
En la pel¨ªcula rusa Sobibor, debut en el largometraje del veterano actor Konstantin Khabenskiy, hay una (relativamente) desconocida historia que contar para el cine: la revuelta jud¨ªa del campo de exterminio hom¨®nimo, en 1943, con la huida de cuatro centenares de presos y la muerte a hachazos de una decena de mandos y soldados alemanes, adem¨¢s de ocho guardias ucranianos, ya abordada en un olvidado telefilme brit¨¢nico de 1987, protagonizado por Rutger Hauer y Alan Arkin. Sin embargo, como tambi¨¦n le ocurr¨ªa a la espa?ola El fot¨®grafo de Mauthausen y a tantas otras, la mirada de Khabenskiy es de un modest¨ªsimo convencionalismo rayano en lo cuestionable. A estas alturas filmar el gaseo de un grupo de mujeres en una c¨¢mara, a?adiendo gritos, v¨®mitos y explicitud roza lo inmoral.
El cuestionamiento interior de la pel¨ªcula sobre la pasividad de la inmensa mayor¨ªa de los reos ante las matanzas, y su mensaje sobre la necesidad de revelarse, no alcanza m¨¢s all¨¢ de unas cuantas frases hechas sin entidad alguna. Y, sobre todo, la materializaci¨®n visual de cada uno de los acontecimientos, desde la barbarie diaria nazi hasta la venganza y huida de los jud¨ªos, con la inexcusable c¨¢mara lenta en el momento de la apertura de puertas del campo, subrayando emociones a cada paso de un modo indefendible, la llevan hasta un territorio ciertamente caduco, tanto lo ¨¦tico como en lo art¨ªstico.
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