El hombre que hizo lo que quiso
Peret vivi¨® con una rotunda espontaneidad y sin miedo a nada, ni para re¨ªrse de s¨ª mismo ni para experimentar con la m¨²sica ni para cantar temas con letras extravagantes
Un maravilloso gag c¨®mico de corte surreal junto al d¨²o Tip y Coll, emitido en la Televisi¨®n Espa?ola de 1976, bien podr¨ªa ejercer de paradigma de la figura de Peret: un tipo del pueblo y para el pueblo, haciendo lo que le daba la real gana, con una rotunda espontaneidad y sin miedo a nada, ni para re¨ªrse de s¨ª mismo ni para experimentar con la m¨²sica ni para cantar temas con letras inigualables en su extravagancia.
PERET, YO SOY LA RUMBA
Direcci¨®n: Paloma Zapata.
G¨¦nero: documental musical. Espa?a, 2018.
Duraci¨®n: 90 minutos.
Peret, yo soy la rumba, estimable documental de Paloma Zapata, lo cala bien. Pedro Pubill Calaf, que as¨ª se llamaba, fue toda su vida un jeta con talento. Un ¡°gitanito moderno y de capital¡± hecho a s¨ª mismo, un ¡°espabilao¡± que supo bucear a contracorriente entre el abismo entre ricos y pobres, con una capacidad suprema para captar por d¨®nde respiraban los dem¨¢s. Y Zapata lo retrata con la ayuda de su familia, de conversaciones filmadas especialmente para la pel¨ªcula, an¨¢lisis musicales y entrevistas, acompa?adas de un ingente material de archivo bien ordenado (de prensa, fotogr¨¢fico, actuaciones en vivo y para televisi¨®n), y de puntuales apoyos en reconstrucciones dram¨¢ticas cortas y sutiles, con las que la directora sale bien parada a pesar del sempiterno peligro de su ejercicio.
La voz del hombre de los tres idiomas, cal¨®, catal¨¢n y espa?ol, en los que todos cant¨® sus rumbas sociales, y que por desgracia desapareci¨® de sus m¨¢s importantes papeles en cine (El taxi de los conflictos, A m¨ª las mujeres ni fu ni fa, El mes¨®n del gitano¡), por culpa de aquellos desoladores doblajes posteriores, tan caracter¨ªsticos de la ¨¦poca, es la voz de alguien que sab¨ªa lo que se hac¨ªa. En todos los sentidos. En el musical, con esa influencia de P¨¦rez Prado y su mambo, con el secreto de los dos palmeros y sus muy especiales comp¨¢s y fuerza. Y en el personal, con un don de gentes apto para todos los p¨²blicos, y sin esconder nada a pesar de sus inicios como vendedor-timador.
Quiz¨¢ se echa en falta un mayor y m¨¢s profundo an¨¢lisis de su deriva religiosa evangelista (¡°?Tuve una visi¨®n!¡±), sobre todo con la familia, un giro vital tan interesante visto desde fuera como superficial dentro del documental. Pero, en general, el trabajo de Zapata es muy digno. Y el icono del hombre que nunca muri¨®, que estaba de parranda, absolutamente reconocible. Como en el gag con Tip y Coll.
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