Lo m¨¢s ¡°bajo¡± y lo m¨¢s alto
Nick Drnaso ha cuarteado los esquemas conservadores de quienes todav¨ªa consideran al c¨®mic pariente ancilar de la ¡°gran¡± literatura
1. Gr¨¢ficas
El hecho de que Sabrina (Salamandra), la novela gr¨¢fica de Nick Drnaso que recomend¨¦ en estas mismas p¨¢ginas, figurara entre las finalistas del Man Booker Prize ha cuarteado los esquemas conservadores de quienes todav¨ªa consideran al g¨¦nero pariente ancilar de la ¡°gran¡± literatura. Mucho tiempo antes de que Ortega ¡ªque siempre se la cog¨ªa aristocr¨¢ticamente con papel de fumar a la hora de referirse a la ¡°muchedumbre¡±¡ª certificara filos¨®ficamente (1930) que ¡°ahora todo el mundo es solo la masa¡±, la frontera entre la ¡°alta¡± y ¡°baja¡± cultura se estaba volatilizando.
Con el Nobel a Dylan se rasgaron las cortinas del templo de la Kultur, de modo que imaginen el quilombo si al jurado sueco de literatura ¡ªque lleva en dique seco desde que Jean-Claude Arnault, ¡°ese cabr¨®n¡±, como lo llam¨® Peter Englund, fuera acusado de abusos sexuales¡ª se le ocurriera premiar una novela o ensayo gr¨¢fico de la categor¨ªa de los de Drnaso (Sabrina, 2018), Art Spiegelman (Maus, 1991; Reservoir Books) o Alison Bechdel (Fun Home, 2006; Reservoir Books), tres autores que me vienen a la cabeza y que nadie me negar¨¢ que exhiben una obra por lo menos tan s¨®lida en su campo como lo fue en el suyo la de don Jos¨¦ de Echegaray, primer Nobel hisp¨¢nico (1904).
Precisamente porque hace tiempo que soy esc¨¦ptico en cuanto a la validez de la oposici¨®n alta/baja cultura es por lo que me ha extra?ado que Rodrigo Fres¨¢n, un escritor y cr¨ªtico con cuyas opiniones literarias suelo coincidir, se refiera a La frontera, la estupenda y exigente novela de Don Winslow (Harper Collins) que tanto les he recomendado, como ¡°literatura popular de alto calibre¡±, una expresi¨®n que no entiendo qu¨¦ puede significar ahora, a menos que tambi¨¦n la merecieran, por ejemplo, El agente secreto (Conrad, 1907), Lolita (Nabokov, 1955) o la misma Jardines de Kensington (Fres¨¢n; Mondadori, 2003).
Volviendo a las historias gr¨¢ficas, entre las ¨²ltimas que me han llegado me ha parecido particularmente interesante la biograf¨ªa Bu?uel, en el laberinto de las tortugas (Reservoir Books), de Ferm¨ªn Sol¨ªs. En cuanto a la decimotercera entrega de Macanudo, del argentino Liniers (tambi¨¦n en Reservoir), un historietista al que sigo desde hace tiempo, debo decir que ahora, cuando leo y miro sus tiras reunidas en volumen, me resultan un tanto autorreferenciales y d¨¦j¨¤ vues; y, encima, tuve que esperar hasta la p¨¢gina 81 del ¨¢lbum para encontrar una ¨²nica y m¨ªsera referencia a la aceituna Oliverio, que es su personaje que prefiero. No pido un monogr¨¢fico sobre la criatura, pero tampoco se merece ese aparatoso ninguneo.
2. Poetas
Por azares de la edici¨®n me llega la obra completa de dos poetas que conoc¨ª tard¨ªamente, y gracias a otro: Ezra Pound. A Catulo (84-54 antes de Cristo) siempre se acaba volviendo, y la admirable, cuidadosa, elegante (pero tambi¨¦n soez cuando lo requiere) traducci¨®n de su Poes¨ªa completa (Penguin) a cargo de Ram¨®n Irigoyen nos proporciona una gran ocasi¨®n de hacerlo de nuevo. Pound lo tradujo y lo admir¨®, como demuestra su poema ¡®Sociedad¡¯, que no me resisto a transcribirles: ¡°La posici¨®n de la familia deca¨ªa.?/ De ah¨ª que la peque?a Aurelia, ?/ que hab¨ªa re¨ªdo dieciocho veranos,?/ soporte ahora el paralizante contacto de Fidipo¡± (traducci¨®n m¨ªa).
A Matsuo Basho (1644-1694) lo conoc¨ª tambi¨¦n a trav¨¦s del gran poeta de Idaho, aunque reconozco que lo primero de ¨¦l que le¨ª entero fue su travelogue po¨¦tico Sendas de Oku editado por Octavio Paz y Eikichi Hayashiya (Barral Editores, 1970). Su Poes¨ªa completa (Ediciones El Gallo de Oro; traducci¨®n comentada de Be?at Arginzoniz) nos ofrece la summa del gran maestro del haik¨². Su huella en la primera ¨¦poca de Pound es evidente; lo atestigua, por ejemplo, el brev¨ªsimo ¡®En una estaci¨®n de metro¡¯: ¡°La aparici¨®n de esos rostros en la multitud,?/ p¨¦talos en una rama h¨²meda y negra¡±.
3. Comunista
Estupenda la labor de recuperaci¨®n que viene realizando Renacimiento, el buque insignia de Abelardo Linares, en su serie Biblioteca de la Memoria, en la que se publican, reeditan o recomponen textos olvidados, poco conocidos o descuidados por los sellos del mainstream, nada proclives a la paciente b¨²squeda de obras perdidas, un territorio en el que Linares ¡ªde amplia trayectoria como librero ¡°de viejo¡± y rastreador de tesoros bibliogr¨¢ficos ocultos en almacenes de dos continentes¡ª no tiene rival. Ese es el caso de Memorias de un ministro comunista de la Rep¨²blica, de Vicente Uribe, de cuya edici¨®n han sido responsables Almudena Doncel y Fernando Hern¨¢ndez, que han fijado y anotado las tres carpetas de recuerdos pol¨ªticos que el dirigente del PCE compuso y dict¨® a partir de 1956, cuando ya hab¨ªa ca¨ªdo en desgracia y hab¨ªa sido desplazado (con ignominia) de la c¨²pula del poder comunista por el irresistible ascenso de los j¨®venes (Carrillo, Claud¨ªn, Gallego).
M¨¢s all¨¢ del inter¨¦s hist¨®rico del texto ¡ªque da una versi¨®n muy pro domo sua de la evoluci¨®n del PCE durante tres d¨¦cadas¡ª, las Memorias de Uribe (ministro de Agricultura de 1936 a 1939, durante los Gobiernos de Largo Caballero y Negr¨ªn), permiten una versi¨®n de primera mano de las opiniones y la l¨ªnea pol¨ªtica de los estalinistas espa?oles acerca no solo de su propio pasado (la direcci¨®n ¡°sectaria¡± de Bullejos, Adame y Trilla), sino tambi¨¦n de sus hist¨¦ricos y oportunistas cambios de l¨ªnea durante los a?os treinta ¡ªdesde la cr¨ªtica a los ¡°socialfascistas¡±, a la imposici¨®n del ¡°frente ¨²nico¡± contra el fascismo¡ª, as¨ª como de las purgas a derecha e izquierda que reflejaron las que ten¨ªan lugar en la ¡°patria socialista¡±.
El volumen se cierra con un anexo que recoge su pat¨¦tica intervenci¨®n ¡°autocr¨ªtica¡± en la sesi¨®n del Comit¨¦ Central que determin¨® su defenestraci¨®n pol¨ªtica. Uribe muri¨® en Praga en 1961. En la actualidad, un vivero de empresas de Sestao, dedicado al ¡°fomento de las actividades emprendedoras¡±, lleva su nombre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.