El Prado reivindica la carga pol¨ªtica y moral del ¡®Guernica¡¯ del siglo XIX
Una muestra presenta la obra ¡®Fusilamiento de Torrijos¡¯, de Gisbert, como ejemplo de defensa de la libertad y de lucha contra el autoritarismo
Cuando el Guernica (1937) sali¨® del Cas¨®n del Buen Retiro, el 26 de julio de 1992, dej¨® un hueco irreparable. La dif¨ªcil tarea de taparlo la asumi¨® el Fusilamiento de Torrijos y sus compa?eros en las playas de M¨¢laga (1888). Un a?o despu¨¦s de la mudanza,?el centro hab¨ªa perdido un 80% de sus visitas. Ahora el Museo del Prado celebra su bicentenario y quiere reivindicar la pintura de Antonio Gisbert como aquel s¨ªmbolo para el que fue concebido: un ejemplo de la defensa de la libertad y de la lucha contra el autoritarismo. El pr¨®ximo lunes Miguel Falomir, director del Prado, presentar¨¢ como ¡°una pintura para una naci¨®n libre el ¨²nico cuadro de la historia de la pintura espa?ola encargado por un presidente del Gobierno¡±.
¡°Queremos volver a darle esa importancia justo en el a?o en que celebramos el 80 aniversario del final de la Guerra Civil, el regreso del tesoro art¨ªstico al museo [las colecciones que se conservaron en el extranjero] y los 150 a?os de la nacionalizaci¨®n de las colecciones reales¡±, adelanta Falomir. ¡°Fue el cuadro que simboliz¨® la Espa?a m¨¢s progresista hasta el franquismo, cuando desaparece. En los salones de las casas hab¨ªa un grabado del cuadro, como ocurri¨® a?os m¨¢s tarde con el Guernica¡±, a?ade. Se expondr¨¢ junto a otra obra de carga pol¨ªtica liberal de Gisbert, la Ejecuci¨®n de los comuneros de Castilla (1860), que se conserva en el Congreso de los Diputados, donde otra de sus obras, cerca de la bancada socialista, enmarca las alocuciones del presidente Pedro S¨¢nchez. Las de Pablo Casado est¨¢n escoltadas por una pintura de Jos¨¦ Casado del Alisal, el favorito de los conservadores y rival de Gisbert. Junto al cuadro que supone la cima de la pintura de historia del siglo XIX, el Prado colocar¨¢ el boceto del fusilamiento que el Estado compr¨® en 1999. ¡°Es el Guernica del siglo XIX¡±, afirma Falomir.
Fusilamiento de Torrijos es el cuadro favorito del fil¨®sofo Emilio Lled¨®. Dice que cuando no hay mucha gente se sienta delante del lienzo, uno de los m¨¢s grandes de la pintura espa?ola (390 ¡Á 601 cent¨ªmetros). ¡°Soy capaz de estar 20 minutos contempl¨¢ndolo. Es una maravilla de objetivaci¨®n pict¨®rica y art¨ªstica. Torrijos fue un personaje ejemplar, representa una patria libre, y el cuadro es el s¨ªmbolo del idealismo de quienes persiguen la creaci¨®n de una Espa?a reformista y libre, alejada del anquilosamiento¡±, comenta el acad¨¦mico de la RAE.
Otros lienzos en el museo sobre pol¨ªtica
- 'La muerte de Viriato, jefe de los lusitanos' (1807), de Jos¨¦ de Madrazo (resistencia de los pueblos peninsulares a la dominaci¨®n romana).
- 'Los fusilamientos' (1814), de Goya. (Guerra de la Independencia de 1808).
- 'La batalla de Wad-Rass' (1861), de Mariano Fortuny (un episodio de la guerra de ?frica).
- 'La rendici¨®n de Bail¨¦n (de la tradici¨®n y de la historia)' (1864), de Jos¨¦ Casado del Alisal, (Guerra de la Independencia de 1808).
- 'Muerte de Lucrecia' (1871), de Eduardo Rosales (se suicida tras ser violada por el hijo del rey de Roma).
- 'Do?a Juana la Loca' (1877), de Francisco Pradilla (sobre el encarcelamiento de Juana I de Castilla).
En 1886 Mateo Sagasta encarga al pintor alcoyano un gran lienzo que reclame para la posteridad al h¨¦roe liberal traicionado y asesinado 55 a?os antes, junto a 48 de sus compa?eros dispuestos a derrocar a Fernando VII y cambiarlo por la Constituci¨®n. El mito que buscaba el presidente, para que colgara del Prado, es el compuesto por Espronceda, que invoca a los ¡°espectros vengadores¡± de las v¨ªctimas contra los opresores y los tiranos. ¡°Voy a morir, pero voy a morir como mueren los valientes¡±, escribi¨® Torrijos a su esposa, Luisa, el d¨ªa de su muerte, el 11 de diciembre de 1831. Unas horas m¨¢s tarde, el ¡°caballero entre los duques, coraz¨®n de plata fina¡±, como lo defini¨® Lorca en Mariana Pineda, fue fusilado en las playas de M¨¢laga. Torrijos es la exaltaci¨®n de la v¨ªctima como h¨¦roe moral, y la escena de Gisbert, el horror de la masacre que confirma la justicia de la causa.
Deb¨ªa cumplir con la entereza del personaje. El pintor los viste con sus impecables levitas y al protagonista le desabrocha uno de sus botones, mientras mira al suelo, donde yacen los cuerpos de algunos fusilados. Una mano y una chistera surgen de la parte inferior, como si Gisbert hubiera agarrado una c¨¢mara de fotos y retratado uno de los acontecimientos m¨¢s salvajes de su ¨¦poca. El pintor recorri¨® las playas de M¨¢laga y se entrevist¨® con algunos descendientes de las v¨ªctimas. Quer¨ªa la verdad, pero tambi¨¦n el s¨ªmbolo. Y logr¨® ser tan ver¨ªdico como Goya en Los fusilamientos (1814) y tan simb¨®lico como Picasso en el Guernica.
Lled¨® cuenta que en el descomunal lienzo academicista ¡ªa un paso del naturalismo¡ª observa las consecuencias del ¡°cortovistismo¡±, palabra que se inventa para describir las personalidades antag¨®nicas a Torrijos, quien ¡°quiso revolucionar el anquilosamiento de Fernando VII¡±. Para Lled¨® ¡°el patriotismo es el anquilosamiento de intereses particulares y miserables y no representa los intereses comunes de un pa¨ªs¡±. Por eso, para el Premio Princesa de Asturias de Comunicaci¨®n y Humanidades 2015, el Fusilamiento de Torrijos es pura ¡°memoria hist¨®rica¡±. ¡°Porque la memoria es fundamental para tener presente y futuro. El crimen es el olvido. Este cuadro es un regalo del arte. Me emociona¡±, reconoce de la obra de Gisbert, que lleg¨® a dirigir el Prado.
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