Juana ya no est¨¢ ¡°loca¡±, sino ¡°viva¡±
Un concurso invita a los visitantes del Museo del Prado a actualizar las cartelas desde una ¨®ptica m¨¢s contempor¨¢nea
El ¡°dolor insoportable¡±, la ¡°desaz¨®n profunda¡±, la ¡°expresi¨®n enajenada¡±, sus ¡°ojos incapaces¡±, una ¡°mirada ahumada y desolada¡±, la ¡°profunda consternaci¨®n¡±, la ¡°desdicha humana¡±, la ¡°pasi¨®n irracional¡±, ¡°el amor que escapa a la l¨®gica y deviene en locura¡±¡ la ¡°locura de amor¡±. Durante casi siglo y medio la obra Do?a Juana la Loca del Museo del Prado ha mantenido inalterable su mensaje: la reina Juana I de Castilla es una loca despechada por amor, incapaz de hacerse cargo de un pa¨ªs por haber perdido a su marido. Francisco Pradilla se esmer¨® en crear a uno de los personajes protagonistas m¨¢s demenciales de la historia de la pintura espa?ola. Nunca el centro de atenci¨®n fue tan maltratado en su expresi¨®n y en las miradas de quienes la rodean: nadie hace por disimular su desprecio. Est¨¢n hartos de ella y son los testigos que confirman su inhabilitaci¨®n.
La escena, ideada por Pradilla en 1877 ¡ªtres siglos despu¨¦s del reinado de Juana¡ª, es una reacci¨®n a tama?o ¡°cinemascope¡± contra la emergencia feminista de finales del siglo XIX. La pintura trata de subrayar que solo los hombres ¡ªgracias a la raz¨®n, no al coraz¨®n¡ª pueden hacerse cargo de lo m¨¢s importante: lo p¨²blico. El artista acad¨¦mico rescat¨® la figura de la sufridora del amor (y embarazada) para incidir en la desconexi¨®n con la realidad de la reina y en su vuelta a lo privado y dom¨¦stico. Esta lectura se mantiene hoy en los visitantes del Museo del Prado, que han propuesto una cartela alternativa a la que figura junto al impresionante lienzo. Pero ya no es la opini¨®n mayoritaria.
Hace dos meses el museo abri¨® la oportunidad de intervenir en la reconstrucci¨®n del relato y del mensaje que un museo del siglo XIX manda a la sociedad del siglo actual. Este jueves se cerr¨® el juego, con una alta participaci¨®n y unos textos que abundan en las recreaciones l¨ªricas del pintor, pero que apenas indagan sobre sus intenciones. Entre todas las dedicadas a Do?a Juana la Loca, una de las obras cumbres de la pintura de historia del XIX, el Prado ha seleccionado para acompa?ar a la oficial la redactada por Santiago Mej¨ªas, que contrarresta el mito de la loca: ¡°Usual ha sido la confusi¨®n entre la falta de cordura y el infatigable deseo de vivir. Hasta hoy, la locura ha sido un dardo en manos de la incomprensi¨®n y sin¨®nimo de la soledad¡±.
Nuevas narrativas
Es curioso c¨®mo un elemento tan min¨²sculo como una cartela puede definir tanto el esp¨ªritu y la misi¨®n de un museo. En ellas es donde una instituci¨®n de hace 200 a?os puede demostrar que no tiene dos siglos de edad. ¡°El p¨²blico necesita otras narrativas. Hay relatos que deben aflorar e incorporarse a la voz del p¨²blico, como los relatos de g¨¦nero y biogr¨¢ficos, de aspectos que en estos momentos no se hablan. Con esta medida, el museo puede cambiar¡±, explica a este peri¨®dico Ana Moreno, responsable del ¨¢rea educativa del Museo del Prado y de la campa?a que inclu¨ªa tambi¨¦n las cartelas de?Los fusilamientos (Goya),?Retrato de la reina Ana de Austria (Sofonisba Anguissola),?El descendimiento (Van Der Weyden) y?Autorretrato (Durero).
Las cartelas ¡°son detonantes¡±, dice Moreno. La experta habla de la experiencia?Cartela abierta como un experimento para poder cambiar (y cumplir 200 a?os sin que se note). ¡°Son el recurso b¨¢sico para establecer un di¨¢logo, pero un nuevo di¨¢logo¡±, a?ade para aclarar la necesidad de actualizar el discurso de un museo del siglo XIX, gestionado por un equipo del siglo XX para un p¨²blico del XXI. Porque una cartela tambi¨¦n es un manifiesto de intenciones, m¨¢s por lo que oculta que por lo que expone. Son puertas temporales que ponen en contacto el pasado con el presente y est¨¢n obligadas a descubrir la capacidad de transformaci¨®n social del mensaje del arte.
Techo de cristal
Juana sigue estando loca para muchos y apenas hay menciones a la pintura que supone la perfecta met¨¢fora del ¡°techo de cristal¡± de las mujeres. Sara Castellano, una de las participantes, asegura que la leyenda de la locura no fue m¨¢s que ¡°un pretexto¡±, que fue Felipe el Hermoso quien ¡°culmina la imagen de una reina estereotipada, inevitablemente juzgada por su condici¨®n de mujer¡±. Para Laura Luque, Juana ¡°pas¨® a la cultura popular como loca por ser inteligente, adelantada a su tiempo¡± y ¡°las artes hicieron el resto¡±.
En su cartela, Mar¨ªa Ordu?a reclama algo de luz en el caso: ¡°En el siglo XIX se hallaron documentos en Simancas que mostraban que la reina, en realidad, hab¨ªa sido v¨ªctima de una confabulaci¨®n tramada por su padre, Fernando el Cat¨®lico, y su nieto, Carlos I, para ser tachada de loca¡±. Alejandro Molina culpa de la locura al murmullo y las habladur¨ªas del s¨¦quito. El relato en primera persona de Mar¨ªa Josefa Ruiz dice: ¡°Quise contar mi verdad y nadie me escuch¨®. Nunca. Exist¨ª como me imaginaron otros. Sabed que viv¨ª y que a¨²n debe escribirse mi historia¡±. Lorena Serrano es la m¨¢s tajante: ¡°Es la reina de Castilla, no est¨¢ loca, est¨¢ sometida pero a¨²n posee autoridad y su voluntad se cumple sin discusi¨®n¡±.
Mito rom¨¢ntico
Frente a estas reivindicaciones aparecen otras propuestas m¨¢s rom¨¢nticas: ¡°Contempla absorta la escena y muestra la mirada de una mujer que, a pesar de todas las injusticias que sufri¨®, am¨® a su marido hasta el final¡±, escribe Mar¨ªa del Pilar Mil¨¢n. Para Beatriz Solo, ¡°los celos necrof¨ªlicos no le permiten descansar en el convento¡±. Sandra Guzm¨¢n cree que ¡°la mirada perdida del rostro y su amargura subrayan ese esp¨ªritu rom¨¢ntico que influy¨® en 1948 a Juan de Ordu?a para su Locura de amor¡±. En primera persona Mar¨ªa Gim¨¦nez le pone voz a Juana para despedirse de su esposo: ¡°Felipe, mi amado, ten¨ªas que morirte, maldito seas [¡] Te me has muerto, Felipe, y ya no me quedan l¨¢grimas. Seca estoy por dentro, sufriendo. Loca de amor¡±.
La poes¨ªa no pod¨ªa faltar entre las defensas del mito hispano: ¡°Descansa en paz, amor, por siempre amado, / en tu ata¨²d enterr¨¦ los pasos / que enloquecieron por el camino, / de mi cordura¡±, firmado por Ana Victoria Hinojosa. Para Jacqueline Trece?o, el pintor ha logrado una ¡°narraci¨®n detallad¨ªsima de un acontecimiento desgraciado que escapa a lo corriente¡±. Esa mujer que protagoniza el lienzo ¡°ya no reina en este mundo¡±.
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