La visita p¨®stuma de Giacometti al Museo del Prado
El artista suizo se reencuentra con los grandes maestros con 20 obras posteriores a 1945
Alberto Giacometti
en el Museo del Prado
La Galer¨ªa Central del edificio Villanueva de la pinacoteca se abre a uno de los escultores m¨¢s importantes del siglo XX en un di¨¢logo entre sus estilizados hombres y mujeres, fr¨¢giles y an¨®nimas figuras s¨ªmbolos de la m¨¢s pura humanidad, y distintos cuadros del Prado
Poco aficionado a los viajes que le distrajeran de sus preocupaciones habituales, Alberto Giacometti (Borgonovo, Suiza,1901-Coira, Suiza, 1966) no lleg¨® a visitar el Museo del Prado. Ni siquiera viaj¨® a Espa?a como s¨ª hicieron otros grandes artistas de las vanguardias del siglo XX que convirtieron al museo madrile?o en un punto de peregrinaje obligado: ?douard Manet, Edgar Degas, James Whistler, Gustave Courbet o Francis Bacon, entre otros muchos. Admirador profundo de los maestros antiguos que pudo contemplar a fondo durante el exilio del Prado en Ginebra, en 1939, el escultor m¨¢s inquietante del arte contempor¨¢neo ha podido, por fin, realizar una visita p¨®stuma al Prado para participar en la conmemoraci¨®n de su bicentenario. Una veintena de obras (18 esculturas y dos pinturas), todas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, se exponen en diferentes rincones de la galer¨ªa central del museo junto a Vel¨¢zquez, El Greco, Zurbar¨¢n, Tiziano o Tintoretto. La exposici¨®n, que se puede ver desde este martes hasta el 7 de julio, ha sido organizada en colaboraci¨®n con la Fundaci¨®n Beyeler, la Comunidad de Madrid, la embajada suiza y el grupo Mirabaud. Para Miguel Falomir, director del museo, es la visita de uno de los artistas m¨¢s determinantes del arte contempor¨¢neo a las zonas m¨¢s nobles del palacio de Villanueva.
Carmen Gim¨¦nez, conservadora del Museo Guggenheim de Nueva York y una de las grandes expertas mundiales en arte contempor¨¢neo, se ha planteado la exposici¨®n como una visita p¨®stuma en la que el artista ha querido traer una selecci¨®n de sus obras m¨¢s amargas para que deambulen sin di¨¢logo por los rincones m¨¢s sagrados del Prado, ¡°como le gustaba decir a mi gran amigo Francisco Calvo Serraller¡±. Gim¨¦nez ha planeado una conversaci¨®n que se ve y se oye en el eje principal de la pinacoteca. Las obras, procedentes de colecciones p¨²blicas y particulares, son todas posteriores a 1945 porque ¡°es entonces¡±, explica Gim¨¦nez, ¡°cuando el artista experimenta una enorme brecha en su visi¨®n de lo real que agudiz¨® hasta el final de su vida su obsesi¨®n por la b¨²squeda de im¨¢genes que trascendieran el realismo¡±. Ese esfuerzo tit¨¢nico por representar la realidad de otra manera es lo que le vincula con el arte del pasado y lo que hace que la exposici¨®n del Prado sea, en realidad, como una prolongaci¨®n de la obra del artista suizo.
De conseguir ese especial paseo en solitario se ha encargado Juan Ari?o, autor de un montaje en el que con paneles blancos y basamentos ligeros, logra un ambiente casi irreal para las ilustres piezas visitantes. En las salas no hay cartelas de las obras de Giacometti. A cambio, una gu¨ªa en papel ayuda a descubrir las diferentes obras.

Aunque el recorrido se puede seguir seg¨²n el capricho del visitante, la propuesta oficial arranca en la impactante sala de Las meninas. En el centro, subidas en una plataforma circular y aisladas con cord¨®n de seguridad, se pueden ver agrupadas cuatro esculturas concebidas para el frustrado proyecto de la sede neoyorquina del Chase Manhattan Bank, un encargo que recibi¨® en 1958 y para el que trabaj¨® con un caminante, una cabeza grande y una mujer grande en pie. Aqu¨ª se han agrupado dos opciones de las figuras femeninas con las que trabaj¨®. Gim¨¦nez explica que ha querido reproducir el juego de espejos y vol¨²menes que Vel¨¢zquez plantea en Las meninas. ¡°El grupo escult¨®rico de Giacometti nos invita a incluirnos y a participar de un complejo ejercicio de relaciones poco habitual en su obra. Es como si la realidad estuviera detr¨¢s de unas cortinas que arrancamos y siempre quedara una m¨¢s por descubrir¡±.
Ante el gigantesco retrato del emperador Carlos V, a caballo, en M¨¹hlberg, de Tiziano, se contrapone El carro, una pieza en la que una mujer filiforme est¨¢ subida sobre la base del eje de dos ruedas gigantes. Sobre un carruaje de guerra, ella mantiene un extra?o equilibrio entre el movimiento y la quietud, el avance y la retirada. Pero si hay una obra de la que Giacometti lleg¨® a sentirse especialmente orgulloso, ¡°algo raro, porque nada le satisfac¨ªa¡±, advierte la comisaria, es el grupo escult¨®rico conocido como Mujeres de Venecia. Situadas en la galer¨ªa central y escoradas hacia las salas del Greco, est¨¢n colocadas junto a El lavatorio, de Tintoretto. Recuerda Carmen Gim¨¦nez que Giacometti realiz¨® estas esculturas en 1955 para exponerlas en el pabell¨®n franc¨¦s de la Bienal de Venecia de 1956. Su esposa Annette le sirvi¨® de modelo para que ¨¦l ensayara con diferentes materiales, texturas y tama?os. Aqu¨ª se exhiben dos m¨¢s de la media docena que conformaba la pieza original. Mujeres inm¨®viles ancladas a sus peanas que le sirvieron para componer unas im¨¢genes que convert¨ªan en templo cualquier espacio com¨²n, seg¨²n escribi¨® su amigo, el escritor Jean Genet.
Una de las esculturas m¨¢s sorprendentes es una gigantesca pierna que parece arrancada de un cuerpo fantasmal y que preside el espacio central de la sala dedicada a Zurbar¨¢n con su serie Trabajos de H¨¦rcules,?10 pinturas cargadas de tanta acci¨®n y dramatismo como el miembro descoyuntado creado por Giacometti a la vista de los desastres de la guerra que hab¨ªa destrozado al mundo. En medio queda El hombre que camina (1960), una de las im¨¢genes m¨¢s reconocibles del escultor suizo, bronce prestada por la Fundaci¨®n Beyeler, que recuerda al otro caminante que en 2008 logr¨® un r¨¦cord mundial en una subasta al ser adjudicado por 74,2 millones de euros.