Un c¨®mic con m¨¢s preguntas que respuestas
El dibujante argentino Tute publica su primera novela gr¨¢fica apadrinado por Quino
"Tute es el mejor dibujante de humor gr¨¢fico argentino surgido en los ¨²ltimos a?os". Para quienes pudieran necesitar referencias acerca del autor de Dios, el Hombre, el amor y dos o tres cosas m¨¢s (Lumen), ya las aporta ¨Csobradamente¨C Joaqu¨ªn Salvador Lavado, alias Quino. Hace unos meses, el autor de Mafalda acept¨® prologar la primera novela gr¨¢fica de Juan Mat¨ªas Tute Loiseau (Buenos Aires, 1974), aunque el llamado a sucesi¨®n prefiere referirse a su obra como una "antinovela" en la que se han asesinado elementos como el relato. En ella, los personajes aparecen y se pasan el relevo unos a otros a conveniencia del dibujante, entran y salen guiados ¨²nicamente por su pertinencia en la situaci¨®n humor¨ªstica. No hay un t¨ªtere que descuelle sobre los otros: no hay Mafaldas ni Felipes ni Miguelitos, u otros amigos dem¨®cratas y antifascistas; ¨²nicamente un desfile de peleles sin nombre propio. Ya en el t¨ªtulo se advierte: simbolizan al ser humano universal.
"La originalidad de sus ideas, el lenguaje de sus personajes que va, con natural fluidez, de lo culto a lo popular seg¨²n haga falta ¨Cprosigue Quino, en las primeras p¨¢ginas¨C, su refinado sentido del humor, los atrapantes silencios que sabe crear entre cuadro y cuadro, hacen que, a mi entender, merezca el t¨ªtulo de Maestro ya, a su temprana edad". El dibujante argentino, hijo de republicanos espa?oles, no teme en deshacerse en halagos con su compatriota, aunque este ¨²ltimo devuelve la pelota con habilidad: "Quino fue siempre mi gran Maestro con may¨²scula. Incluso fue el maestro de mi viejo (Caloi?quien, junto con Quino y Roberto Fontanarrosa, completa el tr¨ªo de los humoristas gr¨¢ficos m¨¢s reconocidos de Argentina). Yo aprend¨ª a leer con Mafalda". En aquel tiempo "estaba en la primaria" y ya hab¨ªa pasado de llamarse Juan Mat¨ªas a Mat¨ªas, de Mat¨ªas a Matute y de Matute a Tute. Pero tuvieron que transcurrir a?os para que ambos vi?etistas estrecharan lazos.
Ocurri¨® cuando ten¨ªa 17 o 18 a?os. Acababa de comenzar a dibujar, y aun as¨ª agarr¨® sus trabajos m¨¢s primerizos, los coloc¨® bajo su brazo y se plant¨® en una feria de libros. All¨ª busc¨® a Sendra, a Maicas, a Tabar¨¦, a Crist y a Quino. "Me acuerdo que se los mostr¨¦, que los mir¨®, los pas¨® a uno¡ ni siquiera sonre¨ªa. Quino es un tipo que no regala nada, no va a decir nada que no piense", asegura. Cuando le devolvi¨® los dibujos, le mir¨® y le dijo: "Ten¨¦s que meter m¨¢s el dedo en la llaga", y nada m¨¢s. "Pas¨¦ d¨ªas d¨¢ndole vueltas: para meter el dedo primero ten¨ªa que encontrar esa llaga. Y creo que ese es el asunto, la herida desde la que uno habla o dibuja lo que le interesa y le duele". En su caso, la erosi¨®n proviene de inc¨®gnitas t¨ªpicamente humanas. "Son preguntas que me interpelan, que me inquietan, que tienen que ver con una cuesti¨®n existencial". Dios, el Hombre, el amor y dos o tres cosas m¨¢s es un intento por "descorrer esos velos" y responder a preguntas como qu¨¦ somos, por qu¨¦ somos como somos o por qu¨¦ actuamos de determinadas maneras. A estas, Tute da "respuestas provisorias", a veces pinceladas con iron¨ªa; otras, con poes¨ªa, pero siempre con "el humor como el an¨¢lisis ideal de la conducta humana".
El segundo encuentro tuvo lugar "con mi estilo ya pulido". Tute se encontraba haciendo la compra semanal en el supermercado del barrio, cuando el tono de su tel¨¦fono m¨®vil interrumpi¨® la compra. Descolg¨® y se qued¨® "helado". "Casi me muero. Era Quino, que me llamaba para hacerme un comentario sobre mi p¨¢gina del domingo en la revista de La Naci¨®n". Le felicit¨®. "Me dijo que le hab¨ªa gustado mucho mientras me hac¨ªa correcciones muy puntuales, con ese ojo tan detallista". Aquello comenz¨® a convertirse en rutina. Quino le llamaba a todas horas para hacerle alg¨²n comentario sobre sus vi?etas. "Entonces me invit¨® a cenar a su casa y nos conocimos. Bueno, yo lo conoc¨ªa porque era del ambiente, porque mi viejo lo conoc¨ªa y dem¨¢s, aunque nunca fueron amigos. No era un tipo que ven¨ªa a mi casa a comer y nunca me regal¨® nada". Aun as¨ª, el pr¨®logo "extralimita con exceso cualquier sue?o volado que yo pudiera haber tenido cuando empec¨¦". Ahora, confiesa "somos amigos, nos queremos y nos vemos cada tanto. Me siento honrado por ¨¦l".
Un hueso duro de roer
Quino ya hab¨ªa negado al hijo pr¨®digo con anterioridad a la llamada telef¨®nica. Sucedi¨® que en el a?o 1995, Tute y otros humoristas gr¨¢ficos trabajaban en un compendio de vi?etas llamado Nuevos humoristas argentinos. La editorial pidi¨® un pr¨®logo pujante y a Tute se le ocurri¨® telefonear a Quino. Se neg¨®. "Entonces yo le dije que, en realidad, no era un pr¨®logo sino tres l¨ªneas y ¨¦l me contest¨®: 'menos". A?os despu¨¦s, fue el propio autor de Mafalda quien contact¨® con ¨¦l. "Comenc¨¦ a advertir que Quino sent¨ªa cierta admiraci¨®n por m¨ª y esto me alent¨® a pedirle un pr¨®logo para mi novela".
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