El ¡®boom¡¯ de las series no se traduce en dinero para sus guionistas
Escritores y agencias de representaci¨®n comienzan a enfrentarse en Hollywood por los sueldos que reciben los autores de producciones televisivas
La fiebre por crear contenidos televisivos con los que alimentar el n¨²mero cada vez mayor de plataformas se miden en n¨²meros m¨¢s y m¨¢s elevados. Solo en Estados Unidos, en 2018 se estrenaron un total de 495 series, nueve m¨¢s que el a?o anterior y casi un centenar m¨¢s que en 2014, cuando servicios de streaming como Netflix comenzaron a despegar. Si se hace la media son nueve estrenos y medio a la semana; 1,3 cada d¨ªa. De esas 495 ficciones, 160 se estrenaron en plataformas online; un lustro antes fueron 33 y en 2010, cuatro. El aumento de producciones emitidas en streaming con respecto a 2014 ha sido de un 385%. Se mire como se mire, es una ¨¦poca en bonanza en la producci¨®n de televisi¨®n.
Sin embargo, los guionistas que firman todos esos contenidos no sienten que est¨¦n de bonanza. El influyente Sindicato de Guionistas estadounidense (WGA por sus siglas en ingl¨¦s) precisa que las ganancias semanales de los escritores de televisi¨®n se redujeron entre 2014 y 2016 en un 23%. El pago por episodio, ajustado a la inflaci¨®n, ha bajado incluso en relaci¨®n con los datos de los a?os noventa.
Ese es el germen de un conflicto que est¨¢ gest¨¢ndose en Hollywood. Las agencias de representantes de guionistas, responsables de pelear por los sueldos de los escritores, no comparten esas cifras. Dichas firmas se basan en otro estudio que concluye que la compensaci¨®n a los escritores ha subido un 9% en los ¨²ltimos dos a?os. Las agencias no niegan que en este pico televisivo se producen ¡°desventajas¡± para sus clientes, en especial en el caso de los guionistas que est¨¢n en una situaci¨®n intermedia ¡ªni grandes estrellas ni reci¨¦n llegados¡ª, pero lo achacan al poder que acumulan los estudios y los servicios de streaming, ante lo que sostienen que no se puede hacer nada.
Por eso, el pasado fin de semana muchos guionistas comenzaron a despedir a sus agentes. Algunos c¨¦lebres nombres de la industria, como Damon Lindelof y David Simon, creadores de Perdidos y de The Wire, respectivamente, publicaron en sus redes sociales esas cartas de despido firmadas.
¡°Nuestros agentes trabajan para nosotros. Cada d¨®lar que ganan debe de ser generado como un porcentaje del dinero que nosotros hacemos. Eso es lo que significa ser nuestros gestores. Que los estudios est¨¦n atados a agencias y sus tarifas empaquetadas supone una burla y una violaci¨®n de las obligaciones ¨¦ticas y legales de las agencias con los escritores¡±, se?ala la WGA en un comunicado.
Paquetes de tarifas
Esos paquetes de tarifas a los que alude el texto suponen el otro quid de la cuesti¨®n: son pagos que las agencias reciben por reunir a varios de sus clientes como si fueran un paquete para negociar con un estudio de televisi¨®n. En ellos se incluyen, por ejemplo, a un guionista, un int¨¦rprete y un director para un proyecto, todos a precio competitivo. En este caso, los agentes renuncian a su habitual comisi¨®n del 10% de lo que ganen sus clientes de forma individual. Pero, a cambio, cobran de forma directa de los estudios, unos ingresos que los escritores consideran una forma de corrupci¨®n.
La WGA quiere que los agentes firmen un nuevo c¨®digo de conducta, lo que no ocurre desde 1976. Las firmas de representaci¨®n m¨¢s poderosas se niegan, y el sindicato de escritores ha pedido a sus miembros que rompan con ellas. El nuevo c¨®digo propuesto por los escritores reclama que renuncien a esas cuotas y que no interfieran en el negocio de la producci¨®n, en el que los agentes se hallan cada vez m¨¢s presentes.
El de los guionistas es uno de los gremios que m¨¢s est¨¢ luchando por ganar presencia en la industria, tanto en salarios como en reconocimiento profesional. Y su poder no es nada desde?able. Entre 2007 y 2008, mantuvieron una sonada huelga de firmas que dur¨® 100 d¨ªas y que paraliz¨® por completo el sector en Estados Unidos. Entonces exig¨ªan que se les pagase mejor por el uso de sus creaciones en la distribuci¨®n a trav¨¦s de Internet y de los DVD, entre otras cuestiones.
Durante esos m¨¢s de tres meses, no se pudo escribir una sola palabra en Hollywood, lo que en cine podr¨ªa suponer un trastorno menor ¡ªWoody Allen, por ejemplo, desempolv¨® un guion que escribi¨® en los setenta, Si la cosa funciona, y lo rod¨® tal cual¡ª, pero en televisi¨®n se convirti¨® en un sinf¨ªn de quebraderos de cabeza. Las series, al menos la cincuentena que entonces todav¨ªa rodaban sus temporadas a la vez que se emit¨ªan, tuvieron que dejar de emitirse de forma repentina. Y una docena no pudo empezar a grabarse lo que acab¨® afectando a los dem¨¢s gremios relacionados con el cine.
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