Esperando la resurrecci¨®n
Nick Cave sospecha que el nuevo fanatismo moral podr¨ªa ser la patada en el culo que necesita el rock
Tal vez les haya llegado alg¨²n eco. Hablo de las reflexiones de Nick Cave sobre el estado del rock. Ver¨¢n: desde el pasado a?o, el cantante australiano anda explorando v¨ªas at¨ªpicas de conectar con sus seguidores. As¨ª, presenta lo que llama Conversations with Nick Cave, eventos en los que, de pie y micr¨®fono en mano, responde a preguntas del p¨²blico; se sienta al piano cuando la ocasi¨®n requiere que interprete una canci¨®n.
Mejor no hacerse ilusiones: estas Conversaciones¡ se celebran en teatros, tienen precios altos y las entradas vuelan. M¨¢s accesible es la otra iniciativa: se trata de The Red Hand Files, un blog donde atiende a interrogantes planteados por correo electr¨®nico. A veces, replica a dos interpelaciones en una misma misiva. Sus contestaciones son extensas y meditadas. As¨ª, en el m¨¢s reciente intercambio, especulaba sobre el presente y el futuro del rock, a partir de la actual tendencia a, pr¨¢cticamente, exigir certificados de buena conducta a los artistas.
Una idea desdichada, piensa Nick. "La transgresi¨®n es fundamental para la imaginaci¨®n art¨ªstica, ya que esta trata de lo prohibido. Vayan a su colecci¨®n de discos y prescindan mentalmente de los que han llevado vidas discutibles y ver¨¢n cu¨¢ntos discos le quedan. Es el artista que va m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites sociales aceptados el que puede volver con ideas que arrojen nueva luz sobre lo que significa estar vivo. De hecho, esa es la obligaci¨®n del artista; este viaje suele ir acompa?ado por un comportamiento inapropiado, especialmente en el rock ¡®n¡¯ roll. A veces, el comportamiento de alg¨²n individuo es pura maldad y debe ser denunciado como tal. Somos nosotros los que debemos decidir, de forma personal, si participamos o no de su trabajo".
As¨ª que nuestro Nicholas Cave parece rechazar los juicios sumarios en las redes sociales, las condenas a la muerte civil, la equiparaci¨®n entre biograf¨ªa y discograf¨ªa. Con todo, sospecha que "el nuevo fanatismo moral" podr¨ªa ser la patada en el culo que necesita el rock. Su diagn¨®stico es crudo: "la moderna m¨²sica de rock lleva enferma desde hace alg¨²n tiempo. Est¨¢ afectada por una especie de cansancio y confusi¨®n y pusilanimidad; ya no tiene el vigor necesario para pelear las grandes batallas que la m¨²sica de rock sol¨ªa pelear. Me parece que hay poco nuevo o aut¨¦ntico ya que se ha vuelto m¨¢s previsible, m¨¢s nost¨¢lgica, m¨¢s cautelosa y m¨¢s corporativa".
Ciertamente, aunque uno pueda aceptar este argumento, aqu¨ª se necesitar¨ªan ejemplos. No todo el rock necesita ser pele¨®n o, como sugiere, transgresor. De hecho, uno podr¨ªa arg¨¹ir que buena parte del mejor rock, desde que su amado Elvis Presley fich¨® por RCA, ha sido corporativo, previsible, nost¨¢lgico y ¡ªcuando las cosas se ponen feas¡ª extremadamente cauteloso.
De acuerdo: lo de Nick es una columna de opini¨®n, no un ensayo. Atenci¨®n a la conclusi¨®n: ¡°el arte debe ser arrebatado de las manos de los beatos, vengan en la forma que sea (y siempre vienen, con cuchillos afilados, dispuestos a asesinar la creatividad)". En un tiempo tan deprimente, quiz¨¢s tienen una funci¨®n. "Tal vez el rock deba morir durante un tiempo, para que algo poderoso y subversivo y verdaderamente monumental pueda surgir de ah¨ª". En un Lunes de Pascua, esas son palabras con resonancias poderosas, viniendo de alguien que a veces se ha identificado como cristiano.
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