C¨¦sar Manrique: cien a?os de un visionario
Se cumple un siglo del nacimiento de un creador polifac¨¦tico, que transform¨® para siempre la isla de Lanzarote con sus intervenciones art¨ªsticas y su lucha contra la depredaci¨®n tur¨ªstica


Famara, la playa m¨¢s abierta de Lanzarote, donde corr¨ªa "como una cabra loca", fue la luz de su infancia. Y la ¨²ltima luz fue a mediod¨ªa, el 25 de septiembre de 1992, a los 72 a?os. Sal¨ªa de su fundaci¨®n en Tah¨ªche, su casa m¨¢s c¨¦lebre, hecha entre lavas. Ese mediod¨ªa otro coche arremeti¨® contra el que ¨¦l conduc¨ªa. Muri¨® C¨¦sar Manrique. Fue el d¨ªa m¨¢s oscuro de la isla. Pues ¨¦l la ilumin¨® con su genio. Este mi¨¦rcoles, 24 de abril, es el centenario de este visionario que convirti¨® Lanzarote en su mayor obra de arte.
Ah¨ª, en Taro de Tah¨ªche, acababa de inaugurar la fundaci¨®n que lleva su nombre, en la casa de su plenitud. Volv¨ªa a Har¨ªa, la casa que se construy¨® "en el pueblo de las mil palmeras", para estar en la sombra del sosiego. La disfrut¨® poco, cuatro a?os. En el estudio que se hizo all¨ª, el infatigable pintor cosmopolita, el creador m¨¢s impetuoso que dieron las islas, dej¨® en el tablero, a medias, su interpretaci¨®n de lo que guarda el subsuelo de Lanzarote. De lava era su naturaleza, de fuego y de tierra. Era un visionario, crey¨® que la isla ten¨ªa salvaci¨®n y ¨¦l fue su salvador.
Cuando naci¨® Manrique, en 1919, asegura el economista Mario Alberto Perdomo, "Lanzarote no estaba ni en el mapa de Canarias". No hab¨ªa agua ni otros recursos. "El sol no era a¨²n un activo de la isla". No hab¨ªa nada. Dibujante, pintor desde muy pronto, fue a Madrid, a Nueva York, y tuvo un sue?o. Se lo cont¨® a finales de los a?os cincuenta a su amigo Pep¨ªn Ram¨ªrez, presidente del Cabildo isle?o: "Se puede salir de la pobreza. La belleza es la clave. Esta cueva, por ejemplo, llena de rastrojos, in¨²til, es el punto de partida". Ram¨ªrez le crey¨®. Aquella era la Cueva de la Cazuela, habitada por lagartos e inmundicia. En 1969 ya la isla ten¨ªa esa cueva hecha como un cuadro de Manrique, arrancada con delicadeza a la tierra. La Cueva de los Verdes. Vinieron despu¨¦s los Jameos del Agua, el Monumento al Campesino, el Mirador del R¨ªo. Se arm¨® de argumentos la isla de Pep¨ªn y de C¨¦sar para exigir inmunidad ante las amenazas masivas del turismo.
"Cambi¨® la mirada y cambi¨® el futuro", explica Perdomo. A partir de entonces Lanzarote fue la isla del turismo sostenible, Reserva de la biosfera. Se hizo su casa bajo la lava, marc¨® su exigencia para que no fuera una isla de tr¨¢fico y ruido, impidi¨® que las carreteras fueran de los anunciantes. Se hizo antip¨¢tico a "la mafia especuladora": "La desprecio desde lo m¨¢s profundo de mi alma". Fue don Quijote y Sancho a la vez. Pero no hab¨ªa molinos de viento, eran depredadores reales que reaparecieron, tras una tregua, y ahora amenazan todav¨ªa con matar la ilusi¨®n de belleza que Manrique hab¨ªa concebido para Lanzarote.
2019. En la antol¨®gica Universo Manrique, abierta en el Centro Atl¨¢ntico de Arte Moderno (CAAM), en Las Palmas, una pareja de artistas que firma PSJM ha trazado un balance gr¨¢fico en relieve que resume lo ocurrido con el paisaje desde el 25 de septiembre en que muri¨® el genio hasta estos d¨ªas del centenario. Es un epitafio t¨¦trico que rompe el alma de lo que hizo. "Los mismos que intentaron acabar con ¨¦l, anularlo, tergiversarlo", dice Perdomo, "son los que mandan". Unos paletos, hubiera dicho ¨¦l. "C¨¦sar nos sac¨® de la miseria, nos dio orgullo de Lanzarote, donde se lleg¨® a decir que las cabras com¨ªan piedras", agrega el economista.

Esa casa de Tah¨ªche, donde est¨¢ la fundaci¨®n desde 1992, fue un faro, su laboratorio de pruebas para explicar lo que quer¨ªa hacer de Lanzarote. Reivindic¨® el color blanco de las casas campesinas, "actu¨® en la longitud de onda de la naturaleza, no la violent¨®", como cuenta Fernando G¨®mez Aguilera, profesor, director de esa entidad que figura ahora como el s¨¦ptimo museo m¨¢s apreciado en Espa?a. Junt¨® Nueva York con Tah¨ªche, "hizo que este fuera ejemplo de que lo local y lo cosmopolita pueden conspirar para conseguir belleza". Esa casa, dice Aguilera, "no pod¨ªa ser realidad fuera de aqu¨ª".
El lugar recibi¨® el elogio po¨¦tico de Rafael Alberti, fue celebrado por estadistas y mises, fue centro de la exposici¨®n permanente que fue su obra en la isla, mientras segu¨ªa labrando su pintura de lava y surrealismo, anclada en la tierra y en la modernidad, como se aprecia en la muestra m¨¢s diversa de su arte contenida en esa exposici¨®n del CAAM. Fue hedonista, aprendiz de Plat¨®n, que dijo que "la belleza es el esplendor de la verdad". Desnud¨® la isla y ¨¦l se ba?¨® en esa desnudez, como si fuera "una cabra loca" en las aguas de Famara.
Embri¨®n de la utop¨ªa
Lanzarote fue "mi verdad", dec¨ªa. La ruta b¨¢sica de su arte hecho isla est¨¢ en el Mirador del R¨ªo, que junta la mirada de Lanzarote con La Graciosa de enfrente, siendo el Mar de las Calmas el azul de una pintura ins¨®lita que se ve desde el abismo. Subray¨® el sitio, que ya exist¨ªa, con su arte de piedra y riesgo. "Puso en acci¨®n", relata Aguilera, "el gran mecanismo de la mirada". En los Jameos "est¨¢ el origen de todo, el embri¨®n de la utop¨ªa". C¨¦sar puso la imaginaci¨®n y Pep¨ªn puso la realidad, durante sus 14 a?os al frente del Cabildo. Resumi¨® Manrique: "Si a nuestras bellezas naturales les pudi¨¦ramos encontrar un complemento este ser¨ªa nuestro porvenir".
Los mismos que intentaron acabar con ¨¦l, anularlo, tergiversarlo son los que mandan Mario Alberto Perdomo
Le puso, dec¨ªa ¨¦l mismo, "un paspart¨² a la isla". Convenc¨ªa: "Lanzarote era un paisaje abstracto que no era comprendido, al que le da sentido el arte de vanguardia". La Fundaci¨®n C¨¦sar Manrique, que preside el hijo de Pep¨ªn, Jos¨¦ Juan Ram¨ªrez, fiel ahijado de C¨¦sar, ha sido un dique que ha favorecido las ideas del artista contra los depredadores que le siguen arrancando a la isla belleza a ladrillazos. Pepe Juan recuerda la alegr¨ªa del visionario, "su disponibilidad para estar con la gente del pueblo, del mar, fiel a la tierra, capaz de arrostrar sin inmutarse los insultos que le valieron sus m¨²ltiples apuestas". Era apasionado de la m¨²sica: "Cuando entraba en nuestra casa ya ven¨ªa con ella".
En 1992 ya viv¨ªa en Har¨ªa, su refugio final, como el Vauvenargues de Picasso. Al llegar te encuentras con "las mil palmeras" del valle m¨¢s verde de la isla y, en la casa, una planta reconstruida sobre las huellas de una casa vieja; coexisten sus palmeras con el olivo que all¨ª plant¨® Saramago, el vecino que aqu¨ª vino con Pilar del R¨ªo y con el que no pudo coincidir. Jos¨¦ y Pilar se instalaron sobre estas tierras negras en 1993, cuando ya estaba vac¨ªa la casa en la que C¨¦sar esperaba ser un solitario feliz y centenario, como sus hermanos sobrevivientes, Carlos y Juana, cada uno con m¨¢s de 90 a?os. Ahora la casa es cada d¨ªa museo habitado, lo visitan 80.000 personas al a?o que contemplan la vida intacta que acompa?¨® hasta el fin a este hombre que hizo de la felicidad una manera de comunicarse con la vida. Ah¨ª est¨¢n sus ba?os, abiertos a la naturaleza, sus ropas que parecen sus cuadros, la alegr¨ªa del color, los higos de pico que siguen estando, como en su vida, sobre la mesa de la cocina, los cuadros, las esculturas conseguidas a partir de maderas inservibles y otros desperdicios con los que ¨¦l hac¨ªa belleza.
"Yo soy un artista que no puede callar", dec¨ªa. Su firma es la isla. ?l muri¨® volviendo a esta casa, desde la casa que fue su emblema, en Tah¨ªche. Ahora el aeropuerto lleva su nombre. Famara, Tah¨ªche, Har¨ªa, capitales de una isla entera que tambi¨¦n se llama C¨¦sar Manrique.
Una exposici¨®n de lava y poes¨ªa
C¨¦sar Manrique se levantaba al amanecer. Bajo las estrellas de Tah¨ªche, prolongaba la tarea de ser feliz creando. La exposici¨®n Universo Manrique, que estar¨¢ en el Centro Atl¨¢ntico de Arte Moderno de Gran Canaria hasta el 29 de septiembre, muestra el resultado de esa ingente tarea: no s¨®lo hizo de la isla una obra de arte. ?l mismo, su entorno, su casa, su estudio, todo lo que toc¨®, la amistad incluso, forma parte del enorme cuadro que pint¨® con su vida.
Uno de los p¨®steres de esa exposici¨®n tiene a Manrique como parte del paisaje que constituye el Mirador del R¨ªo, piedra de Lanzarote ante La Graciosa. ?l forma parte de la lava, del paisaje de la isla. Y eso lo hace eterno como las piedras.
En la exposici¨®n est¨¢n sus cuadros, lava, imaginaci¨®n y tierra, sus conversaciones alocadas con su amigo Pepe D¨¢maso, sus ocurrencias y sus ideas, el dise?o po¨¦tico de la isla que quiso, sus murales, los lugares que habit¨® como si acariciara edificios para la eternidad, como los viejos faraones.
El dise?o de la exposici¨®n es de la historiadora suiza Katrin Steffen, que ha conseguido hacer, m¨¢s que una muestra de arte, un retrato del hombre, pues C¨¦sar Manrique era, en s¨ª mismo, una naturaleza viva, lava de Lanzarote, poeta mayor de las islas.
Se le ve hablando como un torrente, en las excelentes creaciones audiovisuales de Miguel Garc¨ªa Morales, y se le ve rabioso, sabiendo que la depredaci¨®n acecha siempre la belleza para disminuirla. Y se le ve feliz como los colores de sus m¨®viles.
?l dijo: "Ya sabemos sencillamente del bien y del mal. Todo es demasiado simple. Hacer bien es crear felicidad. Hacer mal es crear dolor". ?l vivi¨® para crear felicidad, y eso se ve en esta exposici¨®n. ?l era el artista de la felicidad.
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