El agente Preciado
La escritora Cristina Morales reflexiona sobre 'Un apartamento en Urano', un tratado de Paul B. Preciado contra la identidad
Tiene Juan Bonilla un bell¨ªsimo poema en su libro Ch¨¢chara de 2010 titulado ?Yo es otro? que dice:
"La Y es un tirachinas, / la O una piedra./ El Yo un arma cargada. / (¡) / La Y es un tirachinas, / la O una piedra/ Arr¨®jala contra tu propio tejado / y deshazte del arma"
Un apartamento en Urano. Cr¨®nicas del cruce es un tratado contra la identidad, siendo la identidad no otra cosa que el c¨®modo lugar de reafirmaci¨®n del yo.
Un apartamento en Urano es, pues, asimismo, un tratado contra el yo.
Y esto lo dice una que no tiene la m¨¢s m¨ªnima formaci¨®n ni inter¨¦s (si acaso, una curiosidad antropol¨®gica) en la psiquiatr¨ªa, ni falta que le hace, como no le hace falta a ninguno de ustedes a la hora de acercarse a este libro. La labor de Paul B. Preciado es hacernos entender a todos, precisamente, que las categor¨ªas del ?yo? y de la ?identidad?, tan poderos¨ªsimas, tan imprescindibles para comprender el mundo en el que vivimos, desde la alcoba al aeropuerto, desde el primer vistazo al espejo reci¨¦n levantadas hasta el visionado del reality mientras cenamos; hacernos entender, digo, que esas categor¨ªas vertebradoras con las que damos besos, escribimos libros y vamos a manifestaciones son nuestros grilletes. Con ocasi¨®n de la publicaci¨®n de mi anterior novela, Terroristas modernos, yo afirm¨¦ que el ¨²nico terrorista era, hist¨®rica, etimol¨®gica y evidentemente, el Estado. Un periodista me pregunt¨® entonces qu¨¦ consideraba yo un artefacto terrorista. A lo que respond¨ª que el artefacto terrorista por antonomasia es el DNI.
Es precisamente contra la dimensi¨®n nacional ¨Cy por definici¨®n xen¨®foba, clasista y racista¨C y la dimensi¨®n sexual ¨Cen este caso, binaria¨C del DNI contra las que Preciado afila sus hojas. Porque Cr¨®nicas del cruce pincha, corta, desuella, despieza. Decir que ?deconstruye? ser¨ªa un eufemismillo acad¨¦mico que creo no hace honor al esp¨ªritu antirret¨®rico de esta obra, porque, dice Preciado, ?[e]stas cr¨®nicas hablan de putas y maricas, no hablan de ¡°sociolog¨ªa de la desviaci¨®n¡±, hablan de disidentes de g¨¦nero y sexuales y no de ¡°disf¨®ricos de g¨¦nero y transexuales¡± (¡), hablan de la dificultad para habitar la ciudad y no de ¡°ciudades verdes¡±, o de ¡°tribus urbanas¡±, o de ¡°barrios perif¨¦ricos¡±. Dejo esas palabras y su expectativa de clasificaci¨®n y de control a los expertos disciplinarios: como dec¨ªa Thomas Bernhard, ¡°cuando el saber est¨¢ muerto, lo llaman academia¡±?.
"?De verdad creen ustedes que son homosexuales o heterosexuales, intersexuales o transexuales? ?Les preocupan esas distinciones? ?Conf¨ªan en ellas?"
Preciado, cual polic¨ªa de paisano de esa armada de amantes que marcha por las p¨¢ginas del manifiesto ?Decimos revoluci¨®n? que abre el libro, nos para ¨Ccomo si estuvi¨¦ramos vendiendo o consumiendo latas en la plaza del MACBA o en la plaza del Sol¨C y nos pide el DNI o el NIE o el pasaporte o el certificado de solicitantes de asilo, pero no para identificarnos. A la manera en que, seg¨²n relataba Federica Montseny, los anarquistas del 19 de julio de 1936 en Barcelona robaban bancos pero no para quedarse el dinero ni para redistribuirlo, sino para quemarlo en plena calle, el agente Preciado se saca un microscopio de la chupa y examina nuestra papela, la somete a pruebas de resistencia y flexibilidad, le hace al pl¨¢stico (de modo que parece que est¨¢ loco) una serie de preguntas que est¨¢n m¨¢s cerca del flirteo que del interrogatorio y, finalmente, se lo pasa por la cara, por el pecho y por el culo, coge la lata de Estrella que hemos dejado en el suelo como si no fuera nuestra, le da un trago y nos dice: ??C¨®mo pueden ustedes, c¨®mo podemos nosotros, organizar todo un sistema de visibilidad, de representaci¨®n y de concesi¨®n de soberan¨ªa y de reconocimiento pol¨ªtico de acuerdo con tales nociones [las de homosexualidad, heterosexualidad, transexualidad o intersexualidad]? ?De verdad creen ustedes que son homosexuales o heterosexuales, intersexuales o transexuales? ?Les preocupan esas distinciones? ?Conf¨ªan en ellas? ?Reposa sobre ellas el sentido mismo de su identidad como humanos? (¡) Perm¨ªtanme decirles que la homosexualidad y la heterosexualidad no existen fuera de una taxonom¨ªa binaria y jer¨¢rquica que busca preservar el dominio del pater familias sobre la reproducci¨®n de la vida. La homosexualidad y la heterosexualidad, la intersexualidad y la transexualidad no existen fuera de una epistemolog¨ªa colonial y capitalista que privilegia las pr¨¢cticas sexuales reproductivas en beneficio de una estrategia de gesti¨®n de la poblaci¨®n, de la reproducci¨®n de la fuerza de trabajo, pero tambi¨¦n de la reproducci¨®n de la poblaci¨®n que consume.? Diciendo esto, el agente Preciado tira la casa por la ventana compr¨¢ndole al latero un pack de seis e invitando a todo el personal, y concluye: ?Es el capital y no la vida lo que se reproduce. Pero si la homosexualidad y la heterosexualidad, si la intersexualidad y la transexualidad no existen, ?qu¨¦ somos?, ?c¨®mo amamos? Imag¨ªnenselo.? Y el agente Preciado, sargento a punto de promocionar en el batall¨®n sexo-semi¨®tico, devuelve las papelas, pero sus propietarios, en lugar de ponerlas a buen recaudo en billeteras y monederos ¨Creveladoramente llevamos los documentos siempre junto al dinero y reveladoramente nuestros bolsos, bolsillos y ri?oneras est¨¢n cerca del ano, de los genitales y de los senos, cuando no encima, ?cuando no, dentro!¨C; pues en lugar de guardarlas las tiran al suelo, levantan sus birras, brindan por el subalterno trans que todos llevamos silenciado dentro y que por primera vez, esa noche primaveral en la plaza del MACBA que podr¨ªa ser esta misma noche, habla y dice ?Pong¨¢monos todos a follar?.
As¨ª pues, Paul B. Preciado descuartiza, s¨ª, pero tambi¨¦n afeita, rasura, depila. Me gusta hablar de su escritura con la met¨¢fora de los pelos porque el cabello y el vello, en tanto que marcas de identidad, juegan un papel en esta obra. Ya en el pr¨®logo, Virginie Despentes dice que el autor llamaba ?peludos? a los biohombres cuando a¨²n no tomaba testosterona con regularidad, y el propio Preciado menciona que, de hecho, cuando las tomas se volvieron regulares, la aparici¨®n del vello no fue para ¨¦l tan generadora de extra?ezas y nuevas realidades como s¨ª lo fue la transformaci¨®n de la voz. Cuando en su DNI todav¨ªa pon¨ªa Beatriz, el autor ten¨ªa que afeitarse pulcramente y aflautar su voz para que le dejaran coger aviones, y usar prendas convencionalmente femeninas. Siguiendo con los pelos, nos cuenta Preciado que cuando Simone de Beauvoir empieza a cubrirse el cabello con un turbante al final de la Segunda Guerra Mundial, lo que est¨¢ haciendo es desnaturalizar la gram¨¢tica de la feminidad heterosexual: ?El turbante es una t¨¦cnica par¨®dica, forma parte de un ejercicio de travestismo a trav¨¦s del que Beauvoir enmarca y teatraliza al mismo tiempo la feminidad burguesa heterosexual y su rechazo.? Y para acabar con los pelos, qu¨¦ bello verso de canci¨®n punk nos regala Un apartamento en Urano cuando dice (me he atrevido a versificarlo porque rima y todo):
No queremos velo ni prohibici¨®n de llevar velo.
Si el problema es el pelo
nos lo raparemos.
Esa burla de lo heterosexual que practicara Beauvoir con su turbante, y esa m¨²sica que suena en el libro de Preciado sin haber pasado por el conservatorio, me recuerdan al tema ?Sigo siendo heterosexual?, de la banda Def Con Dos, que forma parte del disco Armas pal pueblo, banda sonora de la pel¨ªcula Acci¨®n mutante de ?lex de la Iglesia, en la que se pone patas arribas el concepto de capacitismo, que tambi¨¦n merece atenci¨®n por parte de Preciado en el art¨ªculo ?Me pone tu silla?:
"Desde peque?o me ha fascinado / el ambiente cargante de los gimnasios. / T¨ªos en gayumbos, sobacos sudados, / pelos negros retorcidos en el ba?o. / Me gustan los hombres vestidos de romano, / barracones llenos de mozos de reemplazo./ Los besos y abrazos que se dan los futbolistas / y los ni?os que cantan en misa. / Quiero ser condenado a galeras, / torsos desnudos, tatuajes, melenas; / latigazos, torturas, muchas collejas / y un gran rabo entre las piernas. / Pero a pesar de todo sigo siendo heterosexual. / Pero a pesar de todo sigo siendo heterosexual. / Me gustan las mujeres, o al menos eso creo. / Pero a pesar de todo sigo siendo heterosexual".
"No vine a explicarles nada morboso. No vine a contarles qu¨¦ es un transexual, ni c¨®mo se cambia de sexo, ni lo bien o lo mal que se pasa durante la transici¨®n"
Yo creo que este es el esp¨ªritu, el alma, o el tono, si nos queremos poner laicas ilustradas, de Un apartamento en Urano. Preciado ya anuncia que no viene a dar lecciones ni a pontificar con normas. Sin trampa ni cart¨®n, desde las primeras p¨¢ginas de la introducci¨®n hace una configuraci¨®n negativa de lo que el lector est¨¢ a punto de no encontrarse:
"No les traigo ninguna noticia de los m¨¢rgenes. Les traigo noticias del cruce, que no es ni el reino de dios ni la cloaca, sino todo lo contrario. No se asusten, no se exciten. No vine a explicarles nada morboso. No vine a contarles qu¨¦ es un transexual, ni c¨®mo se cambia de sexo, ni lo bien o lo mal que se pasa durante la transici¨®n. (¡) Aunque el contexto es de guerra global, no encontrar¨¢n en estas cr¨®nicas ni pedagog¨ªa ni moral. En el cruce no hay dogma".
Eso dice Preciado, y yo me acuerdo de la enterrada tradici¨®n libertaria que con tanta alegr¨ªa creaba y difund¨ªa Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo, me acuerdo del Manifiesto de la Comuna Antinacionalista Zamorana, que dec¨ªa que de la comuna ni se es ni se deja de ser: se es m¨¢s o menos. Me acuerdo tambi¨¦n de un fanzine que ronda por las okupas de Barcelona y que transcribe una conferencia del mismo Garc¨ªa Calvo, aquella que reza ?C¨®mo se mata a un ni?o para crear un hombre?: el primer paso de ese asesinato, como constata Preciado, es la asignaci¨®n de un nombre y de las fronteras que ello conlleva, entre ellas las sexuales; y qu¨¦ estremecedor es el art¨ªculo ?La destrucci¨®n fue mi Beatriz?, en el que Preciado relata el proceso administrativo para cambiar de nombre. El asesinato que comporta la subsunci¨®n del ser (de ?la multiplicidad radical de la vida?, como lo llama el autor) en individuo: o sea, en administrado y en consumidor.
Yo creo que Paul B. Preciado se inserta en la tradici¨®n filos¨®fica libertaria desenterr¨¢ndola y enriqueci¨¦ndola, y lo hace ampliando la disidencia de g¨¦nero y sexo hasta los territorios que nuestros dominadores no quieren que alcancemos: vinculando fluidos tales como la leche materna, el semen, el flujo vaginal o la sangre menstrual a las estructuras del Estado y el capital. La modernidad crea la fantas¨ªa as¨¦ptica de la representaci¨®n pol¨ªtica y de la intimidad, de lo p¨²blico y lo privado.
Texto le¨ªdo por Cristina Morales es la presentaci¨®n en Barcelona de Un apartamento en Urano en la librer¨ªa La Central de Barcelona el 10 de abril. Morales es autora de libros como Lectura f¨¢cil (Anagrama, 2018), Terroristas modernos (Canday, 2017), Malas palabras (Lumen, 2015), Los combatientes (Caballo de Troya, 2013) y La merienda de las ni?as (Cuadernos del Vig¨ªa, 2008).
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