Un gran espect¨¢culo
Perera corta una oreja a una brava, encastada y noble corrida de Santiago Domecq
La corrida fue un gran espect¨¢culo gracias a la bravura y la encastada nobleza de los toros de Santiago Domecq, que han cosechado un gran ¨¦xito en su presentaci¨®n en la Feria de Abril.
No fue lo que se dice un corrid¨®n, porque la felicidad nunca es completa, pero todos los toros presentaron un trap¨ªo aceptable, acudieron con prontitud a los caballos, galoparon en banderillas y repitieron con mayor o menor codicia en la muleta. Excelentes fueron el segundo, al que se le concedi¨® el honor de la vuelta al ruedo, el cuarto y el quinto. No hubo, quede claro, grandes peleas en los caballos, pero no por falta de fiereza de los toros, sino por decisi¨®n de los toreros. Perdido en la pr¨¢ctica el tercio de varas y sometida toda la lidia a la faena de muleta, los lidiadores procuran aliviar el paso por el piquero para que el animal aguante los cien muletazos de la moda actual. De ah¨ª, que se plantee la pol¨¦mica sobre la justicia de la vuelta concedida al segundo. Con la ley en la mano, fue una exageraci¨®n del presidente; pero si se mantiene la norma, ning¨²n toro obtendr¨¢ nunca m¨¢s ese honor. El tercio de varas fue, en verdad, una simulaci¨®n porque as¨ª lo decidi¨® su matador, pero Aperador, as¨ª se llamaba el toro, era de brava condici¨®n, como todos sus hermanos.
DOMECQ / EL CID, PERERA, URE?A
Toros de Santiago Domecq, correctamente presentados, bravos, encastados y nobles; al segundo se le dio la vuelta al ruedo.
Manuel Jes¨²s El Cid: pinchazo y estocada (ovaci¨®n); estocada ca¨ªda (silencio).
Miguel ?ngel Perera: estocada trasera y ca¨ªda (oreja); estocada (ovaci¨®n).
Paco Ure?a: estocada (ovaci¨®n); pinchazo y media estocada (silencio).
Plaza de La Maestranza. 9 de mayo. D¨¦cima corrida de la Feria de Abril. Tres cuartos de entrada.
Enhorabuena, pues, al ganadero, que ofreci¨® un gran espect¨¢culo a pesar de que no hubo triunfos clamorosos, como se podr¨ªa presumir por la calidad de los astados.
Eso; ?por qu¨¦ no hubo triunfos si hubo toros? Ya se sabe que los toros encastados no son f¨¢ciles, no admiten errores y exigen muletas poderosas y cabezas inteligentes. Y no siempre est¨¢n los hombres de luces con la inspiraci¨®n a tono para afrontar tal papeleta.
Perera solo cort¨® una oreja al toro de la vuelta. Quiz¨¢, si la estocada no hubiera ca¨ªdo trasera y ca¨ªda, hubiera paseado los dos ap¨¦ndices, pero¡ Se le vio, no obstante, transfigurado con la muleta en las manos. Se hinc¨® de rodillas en el centro del ruedo y all¨ª dio dos pases cambiados por la espalda que cerr¨® con el de pecho en un instante cargado de emoci¨®n. El toro, repetidor, largo recorrido, con prontitud y fijeza en su embestida, le permiti¨® que se luciera en un par de tandas con la mano derecha en las que sobresalieron muletazos largos y hondos. Sufri¨® un desarme tras un natural de categor¨ªa y a¨²n dibujo otros m¨¢s del mismo tenor. El toro, de menos a m¨¢s, contribuy¨® sobremanera a una tanda final de derechazos sencillamente excelente.
Espectacular fue el tercio de banderillas del quinto, otro animal encastad¨ªsimo, alegre y fiero, que hab¨ªa metido los ri?ones en el caballo, y desafi¨® engallado a los subalternos. Extraordinario su galope, como lo fueron el primer par de Javier Ambel y Vicente Herrera, y la lidia capotera de Curro Javier, que embeles¨® al respetable y este le oblig¨® a saludar.
Decepcion¨® ese toro en la muleta. Desbord¨® por momentos a Perera, pero se cans¨® a mitad de faena y acab¨® rajado en tablas. Queda la inc¨®gnita de si se cans¨® o se aburri¨® ante la soser¨ªa del torero.
Casi curioso es el de El Cid. Anta?o deleit¨® a todos con el mejor toreo cl¨¢sico, y con el paso del tiempo ha aprendido a torear mal. No es el mismo torero. Se luci¨® a la ver¨®nica en su primero, pero en cuanto tom¨® la muleta se lo comieron las prisas. No hab¨ªa transcurrido un minuto y ya hab¨ªa dado tres tandas de derechazos olvidables. No, hombre, no. No se puede pintar un cuadro en el tiempo de un caf¨¦. Demasiada celeridad.
Y si mando ni reposo ante el noble y encastado cuarto, que lo super¨® de principio a fin.
Las prisas de El Cid contrastaron con la serenidad de Ure?a. Fue verlo en el centro del ruedo con el capote a la espalda, en el primer toro de Perera, y todos se percataron de que all¨ª hab¨ªa un torero. Las gaoneras no surgieron con la limpieza deseada, pero qued¨® sensaci¨®n de grandeza. No tuvo el murciano el mejor lote, y su decisi¨®n no encontr¨® el efecto so?ado.
La corrida del viernes
Toros de Jandilla-Vegahermosa para Morante de la Puebla, Roca Rey y Pablo Aguado.
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