Mam¨¢ era una esp¨ªa
Dos nuevos libros se acercan a la m¨ªtica figura del agente secreto comunista desde un punto de vista distinto, el de sus hijos
Las complejas relaciones entre hijos y madres han producido a lo largo de la historia un inagotable cat¨¢logo de frutos literarios. As¨ª que debe ser muy dif¨ªcil para un autor resistirse a escribir sobre ello, si su madre, adem¨¢s, pertenece a esa m¨ªtica y fascinante estirpe que tiene su propio g¨¦nero, el de los esp¨ªas. Si, por ejemplo, resguardada tras la apariencia de una ama de casa corriente, lleg¨® a informar a las autoridades comunistas h¨²ngaras, incluso, de las actividades de su propio hijo; o si, retratada por algunos como una autentica Mata Hari, fue la primera esposa del m¨¢s ic¨®nico de los agentes dobles de todos los tiempos: Kim Philby. En el primer caso, naci¨® el libro El expediente de mi madre, del h¨²ngaro Andr¨¢s Forg¨¤ch (Anagrama, 2019) y, en el segundo, Un cap¨ªtulo de mi vida, escrito en 2004 por la alemana Barbara Honigmann, pero reci¨¦n editado en espa?ol por Errata Naturae.
Pasados los tormentosos tiempos de la Segunda Guerra Mundial y la larga Guerra Fr¨ªa, ca¨ªdo y casi olvidado el Muro de Berl¨ªn, la generaci¨®n de los hijos de los protagonistas de todas aquellas historias de esp¨ªas, incrustadas ya en el imaginario colectivo, decidieron empezar a contarlo desde su punto de vista. Overworld, de Larry J. Kolben (Penguin Random House, 2004), y Spies in the family, de Eva Dillon (Harper Collins, 2017) son dos ejemplos de la parte estadounidense del tel¨®n de acero, con agentes de inteligencia como protagonistas de unos libros firmados por sus hijos. El expediente de mi madre y Un cap¨ªtulo de mi vida se sit¨²an en la Europa comunista, en unos ambientes opresivos y permanentemente cargados de recelos y sospechas.
A partir de ah¨ª, sin embargo, cada uno de ellos se transita campos narrativos muy distintos. Si Forg¨¢ch ha optado por indagar y rebuscar en la documentaci¨®n para plasmarlo despu¨¦s en forma de novela, Honigmann decidi¨® hacer un ensayo, un relato personal a partir, ¨²nica y exclusivamente, de sus recuerdos. Lo reconoce al final del libro: ¡°No fui ni viaj¨¦ ni acud¨ª a parte alguna. No busqu¨¦ ni encontr¨¦ ni vi documentos. No habl¨¦ con nadie ni le pregunt¨¦ a persona alguna. Podr¨ªa haberlo hecho, pero no lo hice¡±. Y lo explica por correo electr¨®nico: ¡°Escrib¨ª este libro m¨¢s de 10 a?os despu¨¦s de la muerte de mi madre: necesit¨¦ ese tiempo de gestaci¨®n. Me sent¨ªa abrumada y a menudo exasperada por las tan numerosas publicaciones sobre el caso Philby y por la imagen que se hab¨ªa dado de mi madre, la de una bella y seductora jud¨ªa. As¨ª que he querido dar mi propia versi¨®n de la vida de esa mujer que se convirti¨® en mi madre y que me habl¨® de su tiempo con Philby y de la implicaci¨®n en los proyectos del KGB como ¡®un cap¨ªtulo de su vida¡±.
Philby, que llegar¨ªa a convertirse en el agente doble m¨¢s famoso de todos los tiempos como un alto cargo de la inteligencia brit¨¢nica que, en realidad, trabajaba para la URSS, conoci¨® a la madre de Honigmann ¡ªAlice Kohlmann, entonces Litzy Friedmann, 1910-1991¡ª en la Viena de los primeros a?os treinta del siglo pasado. Ambos comunistas entusiastas, se enamoraron y se casaron antes de regresar a Londres, ya como agentes sovi¨¦ticos, y acercarse a los c¨ªrculos filofascistas. Al comienzo de la Guerra Civil espa?ola, Philby fue enviado como corresponsal de un diario brit¨¢nico para cubrir la contienda en el lado franquista, mientras Litzy vivi¨® a todo lujo en Par¨ªs ¡ªcon amante incluido¡ª mientras hac¨ªa de correo de las informaciones que iba obteniendo su marido.
En qu¨¦ momento acab¨® su relaci¨®n con Philby, ocurri¨® su divorcio y cu¨¢ndo dej¨® de ser una agente de inteligencia activa forma parte, al menos en el recuerdo de su hija, de la nebulosa que siempre cre¨® a su alrededor esa mujer compleja, culta y cosmopolita que no recordaba cu¨¢l era su verdadero color de pelo y ten¨ªa a gala que cada grupo de amigos en las distintas etapas de su vida le conocieran por un nombre distinto: en su Viena natal, en Par¨ªs y Londres, en el Berl¨ªn Este donde vivi¨® con su segundo marido, el periodista Georg Honigmann, y creci¨® la hija de ambos, Barbara¡
Al pedir a la dramaturga y escritora que elija un rasgo que, en su opini¨®n, defina a su madre, contesta: ¡°No quejarse nunca, no soltar jam¨¢s una l¨¢grima y guardar la compostura creo que eran los valores m¨¢s importantes de su vida. Como por casualidad, se correspond¨ªan con cierta educaci¨®n british (que ella nunca tuvo, pues era jud¨ªa austroh¨²ngara) y con las cualidades de un buen soldado de a pie. Nunca le dio importancia a las cosas materiales, pero apreciaba la comodidad cuando exist¨ªa¡±. El libro, contin¨²a Honigmann, quiz¨¢ no le ha ayudado a entenderla mejor ¡ª¡°?Conoce a alguna mujer que comprenda a su madre?¡±¡ª, pero s¨ª ¡°a aceptarla como era¡±.
El artista y escritor Andr¨¢s Forg¨¢ch, sin embargo, s¨ª que cree que el trabajo que ha hecho con El expediente de mi madre le ha ayudado a comprenderla mejor. ¡°Absolutamente. Era una persona carism¨¢tica y preciosa (as¨ª es como la recuerdo yo). En esencia, ella es como la hero¨ªna de cualquier novela: est¨¢ hecha de contradicciones, de elementos complejos e irreconciliables; cuanto mayores son las contradicciones mayores son las tragedias¡±, explica por correo electr¨®nico.
A partir de los cientos de informes redactados por el servicio secreto h¨²ngaro y por su madre, Bruria ¡ªcomo Litzy Friedmann, de ascendencia jud¨ªa, 1922-1985¡ª, recompone escenas de la vida de toda la familia, que incluye a un padre que tambi¨¦n fue agente del servicio secreto, y sus hijos, incluido Forg¨¢ch, disidente pol¨ªtico al final de la etapa comunista. Fue un proceso duro, admite, pero, si Honigmann quer¨ªa salir al paso de todo lo que se hab¨ªa escrito sobre su madre, Forg¨¢ch quiso adelantarse, contar su verdad antes de que lo hiciera cualquier otro. ¡°De acuerdo a las leyes h¨²ngaras actuales, solo ten¨ªa un a?o antes de que los dosieres sobre mi madre fueran p¨²blicos¡±, explica. A?ade, en todo caso, otra raz¨®n: ¡°Un tema arriesgado siempre mejora la capacidad de un escritor para expresarse¡±.
En ese camino, Forg¨¢ch asegura que en todo momento reconoci¨® a su madre en aquellos papeles: ¡°Siempre fue fiel a s¨ª misma: era bastante beligerante con sus enlaces, ten¨ªa convicciones muy fuertes [¡] A finales de los a?os setenta y principios de los ochenta, cuando estaba activa en el servicio secreto, el pa¨ªs estaba lleno de incertidumbre social y, al mismo tiempo, hab¨ªa movimientos culturales muy interesantes, una especie de dinamismo. Hungr¨ªa era relativamente m¨¢s abierto que los otros pa¨ªses socialistas y necesitaban personalidades tan abiertas y coloridas como mi madre, que hablaba muchos idiomas, ten¨ªa una familia en Israel¡±. Pero hay algo que todav¨ªa no termina de digerir: ¡°Ver que tu madre recibe el nombre de agente, de esp¨ªa, de informante...¡±.
Babelia
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