Qu¨¦ miedo el ni?o fanatizado de los Dardenne
La pel¨ªcula ¡®El joven Ahmed¡¯ bucea en la vida de un cr¨ªo de 13 a?os al que le ha comido el tarro un im¨¢n yihadista
El cine de esos gemelos belgas llamados Jean-Pierre y Luc Dardenne siempre ha preferido la realidad a la ficci¨®n, habla de seres reconocibles en situaciones que les acercan a la marginalidad o a seres perseguidos por la ley, personas a las que les ha tocado la peor parte en el pa¨ªs donde reside el Parlamento Europeo. A estos directores no les interesa el glamur, prefieren el naturalismo, no recuerdo que exista un m¨ªnimo sentido del humor en sus pel¨ªculas, practican un verismo que puede resultarnos muy inc¨®modo, casi siempre utilizan a int¨¦rpretes desconocidos o a gente de la calle, su forma de rodar es austera, est¨¢n convencidos de que el cine puede ser un instrumento de denuncia, se erigen en altavoz de los perdedores cotidianos. No me suelen apasionar, pero respeto lo que hacen, poseen conciencia social y honestidad. Quiero pensar que todav¨ªa disponen de cierto p¨²blico en medio de la crisis irretornable que atraviesan las salas de cine. Pero la factura y el mensaje de sus pel¨ªculas no facilita su supervivencia en el mercado actual. Lo tienen tan crudo como sus personajes. En los festivales siempre han sido bien acogidos y tambi¨¦n premiados. Y Cannes les prodiga un mimo especial desde que hace 20 a?os ganaran la Palma de Oro con Rosetta.
En El joven Ahmed, los Dardenne bucean en la personalidad de un cr¨ªo de 13 a?os, de madre belga y padre ¨¢rabe, educado en un ambiente occidentalizado. Pero este ni?o solo alberga el deseo de matar a su profesora. Le ha comido el tarro hasta l¨ªmites perversos la doctrina yihadista de un im¨¢n. Este ni?o tr¨¢gico practica de forma clandestina y f¨¦rrea las abluciones, la lectura sin tregua del Cor¨¢n, los rezos, la misi¨®n en su fanatizado cerebro de acabar con los infieles, los heterodoxos, los pecadores. Y no ha crecido en un mundo intolerante, no le ha faltado el calor familiar. Por ello todo resulta mucho m¨¢s inquietante, puede responder al perfil de esos lobos solitarios que no est¨¢n controlados y que en cualquier momento son capaces de desatar el infierno.
Y el Estado intenta reeducar a este fan¨¢tico despu¨¦s de que fracase la misi¨®n de asesinar a su mentora, pero nadie es capaz de extirparle las ra¨ªces del mal, ni siquiera el amor de una chiquilla a la que ¨¦l tambi¨¦n desea pero a la que considera una pecadora. Y, por supuesto, para que te adoctrinen hay que estar dispuesto a ello. Y el poder de seducci¨®n de algunos imanes que saben cubrirse a s¨ª mismos, puede crear robots exterminadores. Los hermanos Dardenne me crean desasosiego con esta criatura dispuesta a lo peor en nombre de la fe, del servicio ciego a su ¨²nico Dios.
Isabelle Huppert tal vez sea la actriz m¨¢s admirada del cine europeo. Y para muchos y cultivados espectadores supone una garant¨ªa de que les va a interesar el cine que protagoniza. No dudo de su gran talento ni de su fuerte personalidad, pero casi siempre me resulta cargante, hay algo que me distancia de ella. En fin, cosa de man¨ªas, de piel, de prejuicios. La Huppert acostumbra a embarcarse en un cine vanguardista, con pretensiones de trascendencia, intenso emocionalmente, con directores arriesgados, o ex¨®ticos, o con prestigioso cr¨¦dito, pero que a m¨ª, con excepciones, me provocan reserva o rechazo. En Frankie, dirigida por Ira Sachs, interpreta a una actriz que al saber que el c¨¢ncer va a acabar con ella en unos meses, se re¨²ne con su marido, su hijo, la anterior familia de su marido y sus amigos para pasar unas vacaciones en Sintra que supondr¨¢n la postrera despedida. El tema es sentimental y est¨¢ desarrollado con contenci¨®n dram¨¢tica, pero en ning¨²n momento logra implicarme. La veo desde fuera y r¨¢pidamente la olvido.
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