Esa alegr¨ªa llamada Vampire Weekend

Con su colorida y ecl¨¦ctica visi¨®n sonora, la banda de Nueva York, formada en 2006, siempre ha estado m¨¢s cerca de Paul Simon que del Boss y, a¨²n con todo, Father of the Brid se eleva por s¨ª mismo, antoj¨¢ndose desde ya como uno de los grandes discos de 2019. Pocos podr¨¢n conseguir transmitir unas vibraciones tan positivas y vivas bajo la capa distinguida de un pop tan desprejuiciado y delicado.

Seis a?os han tenido que pasar desde que Vampire Weekend publicaron Modern Vampires of the City, otro disco notable donde el grupo ya consolid¨® su estilo. Un estilo arraigado en una gozosa mezcla de g¨¦neros, sin mirar el lugar de procedencia ni el carnet de identidad. Flu¨ªan por igual el ritmo sincopado de The Police como el indie mel¨®dico de Belle and Sebastian, el pop intelectualoide de la Costa Este con las m¨²sicas afrocaribe?as. El estilo Vampire Weekend se asienta en la confluencia de referencias hasta crear una atm¨®sfera personal¨ªsima. Siempre reconocible, siempre sugerente, siempre bella y fr¨¢gil, como el pop m¨¢s exquisito.

Comparte con referentes generacionales como Wilco, Surfan Stevens o The National esta capacidad de otorgar su sello a cada obra, aunque esta se adentre en desv¨ªos con cada nueva entrega. Father of the Brid es ese disco r¨ªo arrastrando al oyente hasta momentos de plenitud vital desde que se abre con la espiritual Hold You Now, una especie de g¨®spel blanco moderno que gana alma con la voz de Danielle Haim.

Todo parece liviano y, sin embargo, como en el mejor Paul Simon, todo est¨¢ pensado hasta el detalle, est¨¢ lleno de volumen y sentido art¨ªstico. Como una obra maestra del expresionismo, la paleta crom¨¢tica de la banda, que tanto le debe Ariel Rechtshaid ¨Cclave en Modern Vampires of the City-, refulge con fuerza, sus trazos nacen de una poderosa intuici¨®n para combinar folk, soul, R&B, rock y todo lo que ayude a moldear un paisaje tan rico.

Father of the Brid transcurre como si la vida fuera una dulce contemplaci¨®n, col¨¢ndose por los surcos, dej¨¢ndote llevar mientras suenan peque?as gemas como Harmony Hall, Bambina, This Life, Married in the Gold Rush o Sympathy. Durante sus 18 cortes, a veces baja el list¨®n y se hace irregular como con Unberebley White. Quiz¨¢ deber¨ªan haber hecho algo de criba, pero, entonces, a lo mejor el disco r¨ªo que late por lo bajo ser¨ªa otro. No deja de sorprender que los neoyorquinos, siempre impolutos y como j¨®venes del Manhattan gentrificado y de Louis Vuitton al que pertenecen, sean creadores de un universo tan humanista.

A veces, existen casualidades que son tan tontas como gloriosas. Por eso, reconforta encontrarse con este disco de Vampire Weekend justo en el pre¨¢mbulo del verano, como si trajese consigo la promesa de los mejores d¨ªas soleados. Father of the Brid es ya mi disco del verano.