¡®Juego de tronos¡¯: la guardia ha terminado
Ni Targaryens, ni Starks ni Lannisters, al final el trono se lo queda HBO, que deja como legado la serie m¨¢s espectacular de la historia y una defensa del entretenimiento como apuesta cultural
Ya est¨¢. Se acab¨®. El viaje ha sido intenso y largo, pero un final siempre viene bien, aunque sea un final traidor. Y ahora, como Arya, a buscar la siguiente aventura, que no es el fin del mundo. Despu¨¦s de ocho temporadas en nueve a?os y 73 cap¨ªtulos, toca despedir a Juego de tronos, la serie que ha marcado la televisi¨®n del siglo XXI. Las hay con m¨¢s espectadores, con m¨¢s profundidad o con m¨¢s aceptaci¨®n, pero tardar¨¢ en verse un fen¨®meno global como este en mucho tiempo. Juego de tronos ha sido ¨²nica y se ha ganado a sangre y fuego el t¨ªtulo de ser la serie m¨¢s espectacular hecha jam¨¢s.
Ni aunque los mil cr¨ªticos de televisi¨®n con m¨¢s experiencia del mundo se juntaran y entre todos eligieran cu¨¢l es la mejor serie de la historia, la mayor¨ªa de los espectadores estar¨ªa de acuerdo con la decisi¨®n definitiva. Al final, una serie, como con una pel¨ªcula, un libro o cualquier medio en el que se cuente una historia, es una cuesti¨®n de emociones, de lo que hacen sentir. Y as¨ª se ha constatado en el ¨²ltimo cap¨ªtulo, con Brienne terminando la cr¨®nica de Jaime Lannister, Tyrion apelando a la emoci¨®n de un relato y en Sam con el volumen de los tiempos que les ha tocado vivir. ?Es Juego de tronos la mejor serie de la historia? Que el coraz¨®n y la raz¨®n de cada uno decida, pero, desde luego, ha luchado de forma feroz por serlo.
En Juego de tronos, los grises siempre han dominado. Nada ha sido nunca o blanco o negro, izquierda o derecha, ben¨¦volo o maligno. Y as¨ª ven¨ªa del material original de la saga Canci¨®n de hielo y fuego de George R. R. Martin. Ning¨²n personaje se salva de no haber tomado una mala decisi¨®n o de no haber cometido o apoyado un acto perverso, aun cuando antes o despu¨¦s hayan salvado miles de vidas. Ese ha sido uno de los secretos de esta ficci¨®n. El espectador ha empatizado con muchos personajes pese a la oscuridad, porque todos se han comportado de forma humana. As¨ª ha sido durante 72 episodios hasta el 73, en el que la ficci¨®n se ha traicionado a s¨ª misma con unos ¨²ltimos minutos demasiado relajados, c¨®micos y buenistas. Un manchurr¨®n en una trayectoria casi impecable. El cuerpo ped¨ªa para el ¨²ltimo segundo m¨¢s intriga y emoci¨®n despu¨¦s de ocho temporadas de culebr¨®n medieval escrito de forma muy inteligente.
Son esas tinieblas y esos grises infinitos los que han incomodado tambi¨¦n a mucha gente. Uno de los m¨¦ritos de la serie es haber jugado con las expectativas tradicionales de los espectadores. Desde el principio con la muerte de Ned Stark en el pen¨²ltimo cap¨ªtulo de la primera temporada, algo que ya sorprendi¨® a los lectores hace dos d¨¦cadas, hasta el precipitado desenlace en el que la esperanza parec¨ªa brillar por su ausencia y nunca quedaba claro si la serie iba de los caminantes blancos, de la lucha por el trono o del caos. Los espectadores nos hemos acostumbrado a que series y pel¨ªculas tengan un final moralizante, en el que los personajes favoritos tienen que ser bondadosos y justos o, al menos, redimirse en el ¨²ltimo momento. Y no, la vida real no es as¨ª, y Juego de tronos ha estado ah¨ª para record¨¢rnoslo durante muchos a?os. Una genialidad rota en el ultim¨ªsimo momento. Ni existen las princesas azules (no es casualidad que fuera uno de los colores de Daenerys durante varias temporadas) ni se cumple siempre con la justicia (ni siquiera lo de Bran parece justo, aunque las casas de apuestas llevaban meses avisando).
Ni Targaryens, ni Starks ni Lannisters, al final el trono se lo queda HBO. Deja en su biblioteca, que con tanto volumen de prestigio empieza a ser la versi¨®n televisiva de la de Alejandr¨ªa, un cl¨¢sico con may¨²sculas, una serie insuperable como fen¨®meno. La cadena ha logrado pasar de producir ficciones de alta calidad para un p¨²blico minoritario a exhibirse en el mundo entero y posicionarse en un mercado m¨¢s amplio e internacional. A lo que ha ayudado que la serie ha convivido con la expansi¨®n digital de la plataforma. Del nicho al blockbuster.
Se le pueden sacar mil y una lecturas filos¨®ficas, pol¨ªticas y vitales a Juego de tronos, pero al final es todo m¨¢s sencillo: es puro entretenimiento, algo que a veces es tan vilipendiado y rechazado. HBO ha apostado por el entretenimiento como parte sustancial de la cultura. Son 73 horas de espect¨¢culo y diversi¨®n. Y no hay nada de malo en eso. La serie ha sabido evolucionar y adaptarse hasta llegar a dos ¨²ltimas temporadas m¨¢s fren¨¦ticas, m¨¢s al servicio del show y del fan ac¨¦rrimo, dejando un poco de lado ¡ªque no del todo¡ª la calidad narrativa para ofrecer los mejores fuegos artificiales de la historia de la televisi¨®n. Est¨¢ muy bien la interpretaci¨®n de que en esencia todo es sobre la condici¨®n humana, pero qu¨¦ bien vienen unos dragones, un ej¨¦rcito de muertos, un gigantesco muro de hielo y unos cuantos lobos huargos para animar una historia. Y qu¨¦ bien le ha venido al g¨¦nero fant¨¢stico, tantas veces ninguneado, esta explosi¨®n mundial de la serie.
Aquellos cap¨ªtulos de di¨¢logos y miradas, que parec¨ªan m¨¢s lentos o en los que la acci¨®n era m¨¢s irrelevante, son los que han preparado la temporada final desenfrenada. Casi todo est¨¢ medido, incluso el espacio dejado a algo de improvisaci¨®n. Otra cosa es que cada espectador haya sido capaz de leer las se?ales, a veces tan grandes como un drag¨®n, como ha pasado con personajes como Arya y Daenerys. Ambos han sido construidos desde la primera temporada para tener el final que han tenido, y la base ven¨ªa ya de las novelas. Han sido miles las quejas por lo que se ha considerado una traici¨®n al esp¨ªritu de la serie, llegando incluso a pedirse que se ruede de nuevo toda la temporada final, como si despu¨¦s de siete a?os aplaudi¨¦ndolo todo tuvieran derecho a decidir qu¨¦ es lo mejor, como si la historia les perteneciese.
La sutileza de la acci¨®n en las primeras temporadas, donde muchas veces no se mostraba lo que pasaba, sino que se contaba a trav¨¦s de di¨¢logos o reacciones, dio paso a una monta?a rusa construida para levantar del asiento al espectador. Y todo favorecido tambi¨¦n por una excelente ejecuci¨®n t¨¦cnica. El compromiso cualitativo de la cinematograf¨ªa, el montaje o la contundente banda sonora de Ramin Djawadi, ha sido excepcional.
Peor fue conocer las pocas mujeres que han participado de forma directa en las partes m¨¢s creativas. En la sala de guionistas y en la direcci¨®n su presencia ha sido m¨ªnima. Al menos HBO parece haber tomado nota y la serie precuela que prepara, ambientada mil a?os antes, tendr¨¢ a una mujer al frente y contar¨¢ con varias directoras (y Naomi Watts como protagonista). Y, pese a que tanto en los libros como en la serie se ha tratado de mostrar un mundo en el que las protagonistas no se dejan avasallar, en ocasiones los guionistas parecen no haber sabido transmitir bien las acciones, ideas y sentimientos de alg¨²n personaje (como pas¨® en el episodio de la violaci¨®n de Sansa en su noche de bodas). Torpezas que a estas alturas son imperdonables.
Sin entrar en pol¨¦micas, los guionistas han lidiado de forma sutil con las acusaciones de machismo o de emitir escenas con muchos desnudos y sexo gratuito. Parecieron tomar nota en las ¨²ltimas temporadas, reduciendo estas secuencias al m¨ªnimo, aunque tambi¨¦n la historia cada vez ha ido m¨¢s r¨¢pida y con la acci¨®n hab¨ªa menos tiempo para dedicar a estos menesteres. Eso s¨ª, antes de despedirse de forma definitiva, en el primer episodio de la ¨²ltima temporada, calzaron una secuencia con desnudos y sexo gratuito que parec¨ªa decir, ¡°que s¨ª, vale, pero vamos, que seguimos siendo HBO¡±.
La serie deja varias puertas abiertas en su ¨²ltimo episodio. Ese caballo blanco salvador ya auguraba una vida de caballero andante para Arya, que partir¨¢ en busca de territorios inexplorados y dibujar nuevos mapas, como si Poniente ya se quedase peque?o. Pero, de momento, la guardia de Juego de tronos ha terminado.
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