Universo Ull¨¢n
Unas jornadas en La Casa Encendida recuerdan al poeta, muerto hace una d¨¦cada, que dej¨® una obra que rompi¨® moldes
Naci¨® en Villarino de los Aires, Salamanca, en 1944; vivi¨® el exilio porque no quiso ir al cuartel y en Francia y aqu¨ª escribi¨® para medirse con G¨®ngora o con Villamediana. Lo lograra o no, hizo una poes¨ªa radical, insobornable. Fue, dijo anoche su amigo y colega Miguel Casado en La Casa Encendida, el escritor que tach¨® la poes¨ªa e incluso su propia poes¨ªa y edific¨® sobre esas huellas un universo, el Universo Ull¨¢n.
Jos¨¦-Miguel Ull¨¢n, poeta literalmente incomparable, muri¨® el 23 de mayo de 2009, hace 10 a?os, en su casa de Madrid. Aunque se sab¨ªa que ese final del autor de Funeral mal y de Ardicia estaba pr¨®ximo esa noche que Manuel Ferro, su marido, dio noticia de lo que hab¨ªa ocurrido, se hel¨® la espina dorsal de la colecci¨®n compacta de amigos que lo admiraron y tambi¨¦n temieron el grado de su exigencia. Para la amistad y para la escritura.
Uno de esos amigos es hoy ministro de Cultura del Gobierno de Espa?a. En el homenaje que se inici¨® anoche en La Casa Encendida y que presidi¨® Jos¨¦ Guirao, este cont¨® una historia que representa al Ull¨¢n de las distintas d¨¦cadas, provocador, disociador de los t¨®picos patri¨®ticos, en el franquismo y despu¨¦s. Deb¨ªa de ser 1981 y estaban en Murcia. Guirao fue a una conferencia de Ull¨¢n (al que no conoc¨ªa), que ya hab¨ªa vuelto del exilio (al morir Franco, a hacer el cuartel en Hoye Fr¨ªa, Tenerife). Era en el Paraninfo de la Universidad. Al estrado se subi¨® el autor, tapado su rostro con una careta de carnaval. Llevaba tambi¨¦n un magnet¨®fono de los de entonces y un matasuegras. Avis¨® de que la tal conferencia estaba en el casete y que ¨¦l se iba a sentar, con su careta, entre los que hab¨ªan acudido a escucharle.
A?os atr¨¢s, en un homenaje a Le¨®n Felipe, en M¨¦xico, Ull¨¢n hab¨ªa escenificado acciones as¨ª. En Murcia hizo, record¨® Guirao, ¡°un compendio de su mundo¡±, ese universo Ull¨¢n que ya no se le pudo ir de su retina. Y desde entonces fue tan sustancial la amistad entre ambos que Guirao y Ull¨¢n se llamaban al amanecer de cada d¨ªa, prosiguiendo as¨ª una conversaci¨®n que silenci¨® la muerte. ¡°Pero a veces me despierto y siento que en cualquier momento Jos¨¦-Miguel podr¨ªa volver a llamar y yo recoger¨ªa la llamada y hablar¨ªa con ¨¦l como si no hubiera pasado tiempo desde la ¨²ltima vez¡±.
Fue el primer d¨ªa del homenaje a Ull¨¢n, que hoy, jueves, concluye. En Salamanca, su tierra, hubo otro. Se juntaron, en ambos lugares, poetas, profesores, lectores. Guirao dijo que Ull¨¢n siempre fue ¡°con las personas que eleg¨ªa¡±, fue exigente en las reuniones y las efusiones, pero ese n¨²mero, en el que estaban, por ejemplo, Miguel Casado y Olvido Garc¨ªa Vald¨¦s, ahora directora general del ministerio que dirige Guirao, se ha consolidado como parte de ese universo creado, en la poes¨ªa y en la vida, por el poeta de Villarino de los Aires. En ese clima se desarroll¨®, tras las palabras del ministro, un discurso en el que Casado reconstruy¨® las distintas etapas de la vida po¨¦tica de Jos¨¦-Miguel Ull¨¢n de tal manera que, en sus propias palabras, se mezclaron los versos de su amigo con su propia manera de contarlo.
Ull¨¢n fue un poeta exigente, eso lo subray¨® Casado. Insobornable, hizo una poes¨ªa tachada, construy¨® lo que podr¨ªa decirse con palabras que est¨¢n en Ardicia: ¡°La armon¨ªa neutra de lo indeciso e indomable¡±. Lo extraordinario es que esa exigencia, habitada por el barroco de G¨®ngora o de Villamediana, fue trasladada por ¨¦l al periodismo (que ejerci¨® en EL PA?S en abundancia) y a la televisi¨®n. Surc¨® por esos lugares de la palabra r¨¢pida con igual bistur¨ª que el que us¨® para su poes¨ªa. Su exigencia po¨¦tica lo hizo implacable y libre como un hombre que tacha para ser m¨¢s claro.
Casado cit¨®, para avalar la potencia de ese universo, una frase de su colega Nilo Palenzuela: ¡°Solo la pintura ha conseguido, en el siglo XX, la libertad que alcanz¨® Ull¨¢n en poes¨ªa¡±. Casado recorri¨® la vida de Ull¨¢n, desde Villarino y el exilio en Par¨ªs, hasta el regreso a la Espa?a posfranquista. Lo hizo pasear con sus m¨¢s cercanos de las distintas etapas, puso en evidencia sus v¨ªnculos con Mar¨ªa Zambrano, Juan Goytisolo o Jos¨¦ ?ngel Valente; su relaci¨®n con Florence Delay o Marguerite Duras o Roland Barthes. Joan Mir¨®, Antonio Saura, Pablo Palazuelo, Eduardo Chillida o Eusebio Sempere fueron artistas en cuya obra se fij¨® para mezclarla, tambi¨¦n, con su poes¨ªa.
Fue, dijo Casado, ¡°nuestro poeta moderno por excelencia¡±. Y sigue siendo un desconocido, porque el mismo Ull¨¢n huy¨® de su presencia hasta el minuto final, como si Jos¨¦-Miguel escapara de Ull¨¢n y viceversa. Y aunque fue, como periodista, relator de las gestas de personajes de la fama de los escenarios (desde Lola Flores a Raphael o Roc¨ªo Jurado, a los que retrat¨® en cr¨®nicas inolvidables en EL PA?S), nunca desvi¨® el rumbo de su escritura. Jam¨¢s dej¨® de ser Ull¨¢n ese ser insobornable capaz de dar por magnet¨®fono interpuesto, tapado con una careta, una conferencia seductora, incomprensible e inolvidable ante un auditorio que no se cre¨ªa lo que estaba viendo. Hab¨ªa por dentro de sus espect¨¢culos una apuesta feroz por el encuentro entre la armon¨ªa, lo indeciso y lo indomable.
Babelia
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