C¨¦sar Aira y las artes de ocupar el tiempo

A principios de este mes, al ¡°descubrir¡± The New Yorker a Raymond Roussel a trav¨¦s de su mayor admirador angl¨®fono, John Ashbery ¡ª¡°dej¨® una obra que es como el templo perfectamente conservado de un culto que ha desaparecido sin dejar rastro¡±¡ª, regres¨® a mi memoria el t¨ªtulo con el que en 1973 entr¨¦ en ese templo: el legendario ¡°cuaderno ¨ªnfimo¡± de Tusquets C¨®mo escrib¨ª algunos libros m¨ªos, en traducci¨®n de Pere Gimferrer.

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El sue?o diurno

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Seguramente no hay otro libro breve que haya ejercido tanta influencia en algunas de las mejores mentes de mi generaci¨®n. Incidi¨® en C¨¦sar Aira, por ejemplo, que ha hablado de Roussel tanto de forma indirecta ¡ªal insinuar que la dificultad en literatura ten¨ªa algo de parad¨®jico, pues lo que se buscaba era conquistar a la dificultad y, por tanto, hacerla f¨¢cil¡ª como de forma expl¨ªcita en Evasi¨®n, donde, con una admiraci¨®n forjada en la cantera de Duchamp, ha dicho que en Roussel hab¨ªa en realidad una ¡°gratuidad manifiesta¡±, pues no pretend¨ªa transmitir mensajes ni ense?anza alguna, ni siquiera experiencias ni incluir ¡°elementos autobiogr¨¢ficos¡±, y lo ¨²nico que parec¨ªa importarle era el ¡°c¨®mo¡± (C¨®mo escrib¨ª¡­), es decir, el funcionamiento de su m¨¢quina de inventar, de su mecanismo generador de historias.

Es probable que de esta afici¨®n por las m¨¢quinas de inventar surgiera en Aira su hip¨®tesis sobre el porqu¨¦ de la escritura de Roussel: ¡°La clave que unifica todos sus libros es simplemente la ocupaci¨®n del tiempo. Escribi¨® para llenar de manera s¨®lida y constante un tiempo vital¡­¡±. Y a esa tesis se une ahora Mois¨¦s Mori en C¨¦sar Aira y la silla de Gaspard, donde sugiere que el retrato que este ha ido haciendo de Roussel crea la figura de un doble en el espejo, pues a fin de cuentas ese porqu¨¦ de la escritura del franc¨¦s recuerda al de la escritura del propio Aira, cuya obra puede verse tambi¨¦n como un gran artefacto para ocupar el tiempo sin imponer objetivos de sentido.

C¨¦sar Aira y la silla de Gaspard (KRK) es un texto sumamente libre acerca de algunas de las m¨¢quinas de inventar del argentino y de las confluencias de este con dos maestros en esa rara esgrima que son las artes de ocupar el tiempo (Roussel y Duchamp). Y es un libro que no pretende ser doctrina cr¨ªtica, sino solo un ensayo de literatura que hay que situar a la misma gran altura del que publicara Mori en 2011, Escenas de la vida de Annie Ernaux, donde abarcaba meticulosamente la vida y obra de esta escritora (reciente premio Formentor) mezcl¨¢ndola, a modo de contrapunto, con su br¨²jula autobiogr¨¢fica de lector.

Este discurso de Mois¨¦s Mori (Cangas de On¨ªs, 1950) sobre algunas de las mejores m¨¢quinas de inventar y sobre la actividad de ¡°fazer horas¡± (que es como llaman en Portugal a ¡°matar el tiempo¡±), nos recuerda a veces al Dr. Johnson, que sol¨ªa opinar que la obra la realizamos con el ¨²nico y exclusivo fin de llenar nuestro espacio de vida. Y, por supuesto, al feliz Baroja de sus Memorias: ¡°Le preguntaron a aquel andaluz si era G¨®mez o Mart¨ªnez y contest¨® que daba igual, que la cuesti¨®n era pasar el rato¡±.