Italia y Espa?a, dos Renacimientos
Cuando comenz¨® el Quattrocento a nuestro pa¨ªs le quedaba casi un siglo para pasar de la Edad Media a la Edad Moderna que se gest¨® con los Reyes Cat¨®licos y todas sus empresas
Espa?a no renaci¨®. Espa?a naci¨®. A principios del siglo XV, cuando empieza a trabajar Fra Angelico y en la Italia del Quattrocento comienzan las primeras manifestaciones renacentistas, Espa?a, como tal, no exist¨ªa. El territorio, s¨ª, obvio, pero dividido en reinos, coronas y familias que viv¨ªan en un aut¨¦ntico juego de tronos.
Esa isla temporal y espacial que fue Florencia, en la que se concentraron maestros como Ghiberti, Brunelleschi, Masaccio o Donatello y que dieron paso a Rafael, Leonardo o Miguel ?ngel, vivi¨® un momento excepcional que transform¨® toda la historia del arte posterior, pero que en ese momento estaba alejada de lo que ocurr¨ªa en otros lugares, incluso de la misma Italia. Unos kil¨®metros al norte se estaba construyendo la catedral de Mil¨¢n, caracter¨ªstico ejemplo del g¨®tico.
Mientras el Prado muestra, hasta el 15 de septiembre, los inicios del Renacimiento florentino a trav¨¦s de Fra Angelico y sus coet¨¢neos, un recorrido por distintas obras del museo tambi¨¦n puede ilustrar algunos de los acontecimientos m¨¢s destacados de este paso de la Edad Media a la Moderna en un territorio que a punto estaba de unirse pol¨ªticamente y que estaba a las puertas del descubrimiento de Am¨¦rica.?
Transformaci¨®n territorial
Respecto al de Florencia, tuvo que pasar un siglo para que en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica se dieran las condiciones de ese renacimiento de la cultura cl¨¢sica, que coincide con los hechos que poco a poco convertir¨¢n Espa?a en una de las principales potencias mundiales. Esa transici¨®n comenz¨® con los Reyes Cat¨®licos, que se casaron en 1469. Ella, Isabel, hija de Juan II de Castilla e Isabel de Portugal, heredera de la Corona de Castilla. ?l, Fernando II, hijo de Juan II de Arag¨®n y de Juana Enr¨ªquez, heredero del Reino de Arag¨®n. Ambos, en 1492, consiguieron las llaves del reino nazar¨ª de Granada. M¨¢s tarde, Navarra y Canarias se anexionaron a Castilla. Estas uniones ten¨ªan un efecto din¨¢stico; en cuesti¨®n de leyes e instituciones cada reino sigui¨® con las suyas. No ser¨¢ hasta Carlos I, el nieto de los Reyes Cat¨®licos, cuando esas unificaciones se hagan reales a todos los efectos.
Pero de todas estas transformaciones territoriales, la que dar¨¢ un vuelco al mundo tal y como se entend¨ªa hasta entonces ser¨¢ la llegada de Col¨®n en 1492 a un Nuevo Mundo, que posteriormente se sabr¨ªa que era Am¨¦rica.
P¨¦rdida de variedad religiosa
Hasta la rendici¨®n de Boabdil y la entrega de Granada ¨Cel ¨²ltimo reino musulm¨¢n de la Pen¨ªnsula¨C, la convivencia de cristianos y musulmanes hab¨ªa sido habitual durante ocho siglos. Esto dejar¨¢ una impronta en todas las manifestaciones art¨ªsticas. Las influencias de unos y de otros convivir¨¢n, dotando as¨ª al arte espa?ol de caracter¨ªsticas irrepetibles en otros lugares, debido a la asimilaci¨®n de formas isl¨¢micas sobre, por ejemplo, estructuras arquitect¨®nicas cristianas, alfombras, tapices, objetos de cuero¡ La nobleza cristiana siente fascinaci¨®n por los palacios musulmanes.
A estos dos grupos religiosos hay que sumarles los jud¨ªos, algunos de ellos ocupaban puestos clave como financieros, artesanos o funcionarios. En ciudades como Sevilla, Barcelona, Valencia o Zaragoza hab¨ªan convivido sin problema. La juder¨ªa de Toledo lleg¨® a ser un importante n¨²cleo cultural. Teniendo en cuenta su prosperidad e influencia, no es de extra?ar que despertaran recelos y que los monarcas atajaran esto con el edicto de expulsi¨®n de todos los jud¨ªos que no se convirtieran al cristianismo. As¨ª, en 1492, aumentaron la lista de conversos y los que no aceptaron huyeron a otros pa¨ªses.
La santa madre Inquisici¨®n
El tribunal del Santo Oficio es anterior a los Reyes Cat¨®licos, fue fundado por Gregorio IX en 1233 para perseguir herej¨ªas. Su actuaci¨®n en Espa?a fue moderada hasta la llegada de Isabel y Fernando, quienes utilizaron la Inquisici¨®n como herramienta pol¨ªtica para conseguir la unidad religiosa y reforzar as¨ª la unidad territorial. La masiva conversi¨®n de los jud¨ªos despert¨® la desconfianza y la actividad del Santo Oficio fue muy intensa, se calcula que en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XV murieron en la hoguera m¨¢s de dos mil personas. Los autos de fe se convirtieron en un tema habitual representado entre los artistas. En Espa?a hubo que esperar hasta 1813 para que fuera abolida.
La reina presta su nombre al g¨®tico isabelino
La transici¨®n del G¨®tico al Renacimiento en Espa?a fue lenta, comienza cuando en Italia el Quattrocento est¨¢ llegando a su fin. As¨ª, en 1473, los Reyes ordenan construir a Juan Guas ¨Cuno de los arquitectos preferidos de Isabel la Cat¨®lica¨C el monasterio de San Juan de los Reyes en Toledo. Este es uno de los edificios m¨¢s emblem¨¢ticos de su reinado y con el que quieren conmemorar sus logros, sobre todo el triunfo que legitim¨® a la reina como heredera de la corona castellana y posiblemente convertirlo en su pante¨®n, aunque finalmente no ser¨¢ as¨ª, ya que est¨¢n enterrados en la Capilla Real de Granada, adosada a la catedral de esta ciudad. Ambas, ya s¨ª, obras cumbres del Renacimiento, como el sepulcro de m¨¢rmol de Carrara que los contiene, realizado por Domenico Fancelli, un italiano que trabaj¨® en Espa?a desde 1509.
San Juan de los Reyes combina caracter¨ªsticas g¨®ticas con elementos mud¨¦jares, siendo la obra m¨¢s representativa del g¨®tico hispanoflamenco. La iglesia tiene una sola nave cubierta con b¨®vedas de crucer¨ªa y c¨²pula estrellada. El claustro, obra de Enrique Egas, se compone de cuatro alas abiertas a un patio a trav¨¦s de ventanales de tracer¨ªa flam¨ªgera. En la planta superior, la techumbre policromada de estilo mud¨¦jar repite las armas (yugo y flechas) y las iniciales, emblemas de Isabel y Fernando, como motivos decorativos.
Ya comienzan los artistas a tener conciencia de ello y no de artesanos. Ha tenido que transcurrir casi un siglo desde que los florentinos coet¨¢neos a Fra Angelico trabajaban con esta conciencia y dejaran constancia de sus nombres, imborrables hoy de la historia del arte.