Vi?etas del mundo de ayer
El dibujante canadiense Seth publica ¡®Ventiladores Clyde¡¯, un c¨®mic de 488 p¨¢ginas celebrado como otro ejercicio de maestr¨ªa nost¨¢lgica
En alg¨²n momento de su juventud, el hombre con corbata, traje, sobretodo, guantes, sombrero y bast¨®n que desde ayer deambula por Madrid pens¨® que la emoci¨®n era algo que uno pod¨ªa sentir en una banda de rock. Cre¨ªa en el progreso con la fe de los 20 a?os. Hac¨ªa c¨®mics. Ahora que ha cumplido los 56 busca la soledad como terapia y lamenta que el progreso haya desbaratado tanto su idea de la belleza como de la formalidad. Seth, alias de Gregory Gallant (Clinton, Canad¨¢), es una de las pocas personas que se desprende de un guante en el mes de mayo para estrechar una mano para saludar. Y esta est¨¦tica elegida y trabajada, casi al modo de un proyecto art¨ªstico de s¨ª mismo, hace que a veces el personaje arrincone al autor de algunos de los c¨®mics m¨¢s celebrados en d¨¦cadas recientes como La vida es buena si no te rindes. Porque Seth es tambi¨¦n uno de los mejores dibujantes que ha dado Canad¨¢ (que ha dado unos cuantos: Julie Doucet, Chester Brown¡) y que, a sus 56 a?os, sigue fiel a los tebeos.
Ayer aterriz¨® en Madrid, en su primera visita espa?ola, para presentar Ventiladores Clyde (Salamandra Graphic), otra mirada al pasado de 488 p¨¢ginas en azul y negro que algunos medios, como The Guardian, han saludado como una obra maestra. ¡°No ten¨ªa la sensaci¨®n de estar haciendo una obra de arte mientras trabajaba, pero s¨ª de estar haciendo algo que era un hito. Me avergonzaba retrasarme tanto y defraudar a los lectores, pero al final dej¨¦ de pensar en lo que pod¨ªa significar¡±, explica durante una entrevista en un hotel madrile?o.
Tard¨® 20 a?os en acabar la historia de los hermanos Abe y Simon Matchcard, due?os del decadente negocio familiar de ventiladores en un mundo que abraza el aire acondicionado y atrapados en la mara?a de relaciones familiares donde la crueldad y el amor se enredan a menudo. En ese tiempo hizo par¨¦ntesis para otros proyectos, sin que la idea original que alent¨® Ventiladores Clyde variase demasiado, aunque s¨ª evolucionase el dibujo (decidi¨® no rehacer las vi?etas de los primeros a?os por m¨¢s que ahora le desasosieguen). ¡°Conforme avanzaba en el proceso, me di cuenta de que eran personajes que en parte estaban basados en mi personalidad y en la de mis padres¡±, cuenta el dibujante, uno de los que ha explorado la autobiograf¨ªa como material creativo.
Los padres de Seth se conocieron en Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Su progenitor descend¨ªa de los hugonotes expulsados de Francia que se asentaron en Canad¨¢ y de indios nativos. Su madre era tan inglesa como el Big Ben. Una mezcla corriente en el multirracial Canad¨¢. Su infancia con ellos sigue condicionando buena parte de sus inclinaciones est¨¦ticas y sus costumbres. Aunque esto no lo convierta en un renegado del progreso. ¡°Existe cierto estereotipo hac¨ªa m¨ª por la imagen. Si la gente viera como vivo, pensar¨ªa que vivo a mediados del siglo XX. Lo que echo de menos es la cultura, la educaci¨®n, las reglas de vestimenta o de interacciones sociales. No me opongo al progreso ni al presente, pero no me motiva ese cambio de la cultura formal a la informal¡±, reflexiona.
En Toronto ya no existe la tienda de ventiladores Clyde. Sin embargo, tiene una nueva vida gracias a la ficci¨®n creada por Seth, que un d¨ªa de finales del siglo XX apoy¨® la nariz en el cristal de un escaparate antiguo, en la esquina de King con Sherboune, y descubri¨® dos retratos masculinos en medio del abandono. ¡°En aquel momento podr¨ªa haber dicho que eleg¨ª ese escaparate porque me interesaba el pasado, o quiz¨¢ porque me hizo pensar en el progreso y en el fracaso. Al mirar atr¨¢s ahora, para m¨ª es evidente que se trat¨® de algo m¨¢s sencillo: me sedujo el mundo cerrado de aquel negocio ya desaparecido¡±, escribe al final del libro.
Esta historia superpuesta ¡ªde una familia, de una industria, de una ciudad y de un cierto capitalismo optimista, todos ellos en extinci¨®n¡ª invita a pensar que Seth idealiza el pasado: ¡°No fue una edad de oro para la gente, hab¨ªa cosas que fueron mejores y cosas que no. Antes ve¨ªa que el mundo era m¨¢s sencillo que ahora. Los a?os cincuenta en Am¨¦rica resultaron una buena ¨¦poca si eras un hombre blanco, y no tanto si eras mujer o pertenec¨ªas a otro grupo. Cualquier generaci¨®n tiene la misma sensaci¨®n y cualquier ni?o pensar¨¢ que los a?os de su infancia son los m¨¢s sencillos¡±.
Para un autor que se define como ¡°alguien que retrocede en lugar de avanzar¡±, la rutina y la lentitud que refleja en Ventiladores Clyde resulta m¨¢s atractiva que la vor¨¢gine del presente. Seth puede salir airoso aunque dedique las cien primeras p¨¢ginas al soliloquio de un hombre envejecido cuyas acciones m¨¢s extremas consisten en ponerse la dentadura postiza o escalfar un huevo.
¡°La vida es en buena parte rutina. Mi rutina es la del estudio, me genera una sensaci¨®n agradable y c¨®moda. Hace 20 a?os no habr¨ªa pensado esto, pero a los 50 me he dado cuenta de que necesito estar solo, casi como una terapia¡±, confiesa.
Trabaja alrededor de 12 horas al d¨ªa, no hace deporte y considera que el objeto m¨¢s feo del siglo XXI son las zapatillas de running. No tiene m¨®vil. No entra en redes sociales. No le gusta la tecnolog¨ªa. ¡°Por m¨ª, no tendr¨ªa ordenador. Pero cuando me cas¨¦ hace 17 a?os, mi esposa compr¨® uno y s¨¦ que es imposible dedicarse a lo que yo me dedico sin ordenador y sin correo electr¨®nico, aunque sigo dibujando sin ordenador. Me gusta sentirme libre de la tecnolog¨ªa, a mi alrededor veo demasiada gente adicta a los m¨®viles¡±. El mundo de hoy, m¨¢s desde que los populismos se abren paso, le gusta menos que el de ayer. Por eso le sigue dedicando sus obras.
Babelia
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