La historia del criminal que escrib¨ªa como Emily Dickinson
Un libro reconstruye la vida de Mark Hofmann, el mejor falsificador literario de EE UU, condenado por matar a dos personas con bombas para encubrir sus enga?os
¡°Mark Hofmann era el mejor falsificador literario de la historia. Pero tambi¨¦n era un maestro manipulador de la verdad que sab¨ªa que la gente creemos lo que queremos creer y que la mayor¨ªa de nosotros somos confiados. Era como un virus para todo aquel con quien se pon¨ªa en contacto; atacaba y destru¨ªa sus defensas ¨¦ticas y psicol¨®gicas. Era un genio maligno¡±. As¨ª describe el periodista y escritor Simon Worral para EL PA?S al protagonista de La poeta y el asesino (Impedimenta, traducci¨®n de Beatriz Anson), un true crime literario que relata la vida y fechor¨ªas de un maestro del enga?o, un hombre capaz de imitar a la perfecci¨®n la letra de 129 figuras literarias norteamericanas, de crear un poema de Emily Dickinson de la nada o de fabricar a principios de los a?os 80 los documentos que estuvieron a punto de destruir, desde dentro, los cimientos de la todopoderosa Iglesia de Jesucristo de los Santos de los ?ltimos D¨ªas, los mormones.
Hofmann (Salt Lake City, Utah, 1954) viv¨ªa por y para la mentira. A los 14 a?os descubri¨® el sabor de la falsificaci¨®n cuando hizo pasar por verdadera una moneda mormona de cinco d¨®lares y enga?ar al Departamento del Tesoro de EE UU. Morm¨®n renegado que se rebel¨® contra la fe y el autoritarismo de su padre, no se limitaba a crear documentos como La carta de la salamandra, un texto sagrado que fue avalado por las m¨¢s altas autoridades de la iglesia, sino que sembraba la inquina entre las distintas facciones y rodeaba sus falsificaciones de un universo propio que las justificaba. Cuando los forenses del FBI quisieron certificar la autenticidad de estos escritos sagrados, utilizaron 17 firmas de documentos en posesi¨®n de los mormones: 14 de ellos eran falsificaciones vendidas con anterioridad por Hofmann. ¡°Experimentaba un placer s¨¢dico ri¨¦ndose de los expertos. La gente que trataba con ¨¦l dec¨ªa que nunca pod¨ªas saber si estaba diciendo o no la verdad. Pod¨ªa ser una cosa por dentro y otra fuera¡±, explica Worrall para ilustrar la capacidad interpretativa de Hofmann. ¡°El mundo se ha perdido un gran actor y un excelente escritor¡±, a?ade.
Pero su gran creaci¨®n, el hilo del que el autor de La poeta y el asesino tira para desentra?ar esta enorme madeja de manipulaci¨®n y mentiras, es el poema de Emily Dickinson que Hofmann escribe como si fuera la poeta y consigue hacer pasar por bueno. El manuscrito fue vendido por Sotheby¡¯s en subasta en 1997 a Daniel Lombardo, coleccionista de la biblioteca de Amherst, el pueblo de Massachusetts donde Dickinson vivi¨® toda su vida. Lombardo consigui¨® demostrar que era falso y que la casa de subastas le devolviera los 20.000 d¨®lares que hab¨ªa pagado, pero no que lo reconocieran p¨²blicamente. Maestro de la autohipnosis, el falsificador usaba este m¨¦todo para que no le temblara el pulso y, con su propia tinta envejecida con per¨®xido de amonio, su papel y sus t¨¦cnicas de tratamiento de materiales perfeccionadas en el garaje de su casa, enga?ar a todos.
Pero el envite con Dickinson iba m¨¢s all¨¢. Como ¨¦l, la poeta era enigm¨¢tica y con tendencia a la introspecci¨®n. Vivi¨® gran parte de su vida aislada en su casa, en una familia disfuncional, con escasos contactos con el exterior, escribiendo poemas en su escritorio, m¨¢s de 1.700 de los que solo vieron la luz dos y en contra de su voluntad. El misterio dejaba a Hofmann un campo amplio que rellenar con sus historias. Pero tambi¨¦n dificultades. Por ejemplo,?en 1871, a?o en el que el falsificador sit¨²a el poema, Dickinson hac¨ªa dos tipos de ¡®e¡¯ dependiendo del lugar que ocupara en el texto. Hofmann lo clav¨®. ¡°El mayor experto del mundo en la escritura de Dickinson, el profesor de Yale Ralph Franklin, cre¨ªa que el poema era aut¨¦ntico porque nadie pod¨ªa conocer tan bien aquellos detalles¡±, explica Worrall.
Era un genio de lo que hoy conocemos como fake news. Habr¨ªa encajado perfectamente en Cambridge Analytica, como esp¨ªa de Putin o como redactor de discursos de Trump
Estructurado como un thriller en el que lo importante es el c¨®mo y no el qui¨¦n ¨Cse sabe desde el inicio¨C ni el qu¨¦ ¨Cmuy pronto se cuenta que Hofmann mat¨® a dos personas con sendas bombas para encubrir su espiral de enga?os¨C, Worrall va desmenuzando en el libro las peculiaridades de este mundo oscuro y cerrado donde unos pocos coleccionistas sin deseo de notoriedad se juegan el dinero y el prestigio en cada transacci¨®n. Durante a?os, cre¨® verdadera fascinaci¨®n entre los expertos. ¡°Estar ante ¨¦l era como acceder a un destello de la piedra filosofal¡±, aseguraba uno de ellos. Sin embargo, con sus falsificaciones, Hofmann arruin¨® carreras, seg¨® vidas y tergivers¨® la historia. ¡°Era un genio de lo que hoy conocemos como fake news. Habr¨ªa encajado perfectamente en Cambridge Analytica, como esp¨ªa de Putin o como redactor de discursos de Trump¡±, cuenta Worrall, fascinado por el personaje.
Hofmann, verdadero amante de los libros raros que fue atesorando una valiosa biblioteca de primeras ediciones de cl¨¢sicos infantiles como legado para sus hijos, fue condenado a cadena perpetua tras una carrera suicida en la que iba aumentando su nivel de vida, lo que le empujaba a arriesgar m¨¢s, mentir peor y terminar cometiendo fallos irreparables. Tras enga?ar 100 veces al detector de mentiras, confes¨®. Ahora ve desde prisi¨®n c¨®mo su colecci¨®n verdadera se deprecia porque nadie la quiere mientras que muchas de sus falsificaciones no han sido nunca expuestas porque los propios interesados (coleccionistas, la iglesia mormona o las casas de subastas) perder¨ªan demasiado con ello.
Cuando la realidad supera a la ficci¨®n
La fascinaci¨®n por los falsificadores ha aumentado en los ¨²ltimos a?os y la ficci¨®n ha dado buena cuenta de ella. La pel¨ªcula ?Podr¨¢s perdonarme alg¨²n d¨ªa? (2018) recoge la historia real de Lee Israel, una escritora en decadencia que intenta revivir su carrera falsificando cartas de autores fallecidos. Melissa McCarthy fue candidata al Oscar por una interpretaci¨®n aclamada por la cr¨ªtica. M¨¢s oscuro y violento es el libro La sangre no miente, de Walter Kirn ( publicado en Espa?a por Destino) en el que el autor relata su inmersi¨®n en el mundo de enga?os y falsas identidades del que fuera su amigo Christian Karl Gerhartsreiter, alias Clark Rockefeller, uno de los mayores impostores de los ¨²ltimos tiempos. Y, precisamente, en El impostor (Literatura Random House), Javier Cercas recrea en una "novela sin ficci¨®n" la gran farsa de Enric Marco, el hombre que se hizo pasar por superviviente del campo de concentraci¨®n de Flossenb¨¹rg. Antes de ser desenmascarado, Marco se convirti¨® en un s¨ªmbolo de la lucha para que la barbarie nazi no se olvide. Su mentira se insert¨® de tal manera en su vida que es dif¨ªcil distinguir una de otra. Su personaje era su obra, su gran falsificaci¨®n. David Grann cuenta en El camale¨®n (reportaje incluido dentro del libro El viejo y la pistola, Literatura Random House) la historia de un franc¨¦s que se hace pasar por un ni?o desaparecido en Texas y se infiltra en su familia.
Como las anteriores, La poeta y el asesino encierra una trama que puesta en una novela ser¨ªa poco cre¨ªble. "A veces la realidad es m¨¢s rara que la ficci¨®n. Y este es el caso de Hofmann. No tuve que inventar nada", explica Worrall. Sin embargo, el art¨ªculo original del que luego sali¨® el libro fue rechazado en primera instancia en la revista Harper's porque nadie cre¨ªa que el autor estuviera en Las Vegas, en la tienda especializada donde hab¨ªa estado el poema de Dickinson, justo cuando Sotheby's envi¨® a un experto con 600 documentos para probar lo que siempre hab¨ªan negado, que sab¨ªan que la obra de Dickinson era una falsificaci¨®n. "?Cu¨¢ntas posibilidades hay de que esto ocurra? ?Una entre un mill¨®n? Pero ocurri¨® y esa coincidencia inconcebible me dio la historia. Paris Review la edit¨® despu¨¦s en lo que fue la primera vez que publicaban no ficci¨®n y lo dem¨¢s, como se dice, ya es historia", cuenta.
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