Eterna a?oranza, se?or Wayne
El protagonista de pel¨ªculas como 'Centauros del desierto' o 'El hombre que mat¨® a Liberty Valance' es una de las presencias m¨¢s grandiosas de la historia del cine
Se llamaba Marion Robert Morrison, nombre escasamente cinematogr¨¢fico. Sonaba mucho mejor John Wayne. Este martes hizo cuarenta a?os que se larg¨® de este mundo. Creo que ten¨ªa 72 a?os, pero parec¨ªa invulnerable, era la imagen de la fortaleza, costaba imagin¨¢rtelo devastado f¨ªsica y mentalmente, en una silla de ruedas o en estado vegetativo. Durante toda su vida estuvo afiliado a la derecha m¨¢s dura, milit¨® en la Legi¨®n Americana y en la Asociaci¨®n Nacional del Rifle, apoy¨® las siniestras listas negras durante la caza de brujas que mont¨® aquel delincuente tan patriotico llamado McCarthy, defendi¨® hasta la militancia la intolerable guerra de Vietnam y la glorific¨® en Boinas verdes, la ¨²nica y mediocre pel¨ªcula que dirigi¨®. Cuentan de ¨¦l que siempre fue inquebrantable amigo de sus amigos, todas su esposas fueron de ascendencia latinoamericana, le gustaba beber y fumar. Dicen que el c¨¢ncer que le mand¨® al cielo, al infierno o a la nada fue consecuencia de la radiaci¨®n a la que se expuso durante el rodaje de El conquistador de Mongolia, esa desmesurada osad¨ªa en la que se atrevieron a algo tan improbable como que Wayne interpretara a Gengis Kan.
De Wayne, aseguran los puristas de la interpretaci¨®n, los antiguos apologistas de la expresi¨®n corporal, los feligreses del M¨¦todo, que este hombre solo era capaz de interpretarse a s¨ª mismo, que era nula su capacidad para desdoblarse, que no pose¨ªa matices, que siempre hac¨ªa de John Wayne. Estoy de acuerdo. Por eso me gusta tanto. Tambi¨¦n puedo admirar a los grandes camaleones. Pero lo del amor es ootra cosa. Y Wayne me resulta una de las presencias m¨¢s grandiosas de la historia del cine, alguien que me hipnotiza permanentemente y al que quiero, que me hace comprar la entrada por el placer de verle y o¨ªrle, que desde la sobriedad gestual me ha regalado muchas e impagables emociones. Y por supuesto, acusan al personaje real de fascista. Probablemente lo fuera. Pero eso es algo que jam¨¢s percibo en el arte que despliega su personalidad en una pantalla. Y ese fulano es legal y fuerte, inspira confianza, te sentir¨ªas bien con ¨¦l en el peligro y en la fiesta. Y puede interpretar a gente atormentada o en derrota, pero es imposible que te lo puedas creer como villano. Le ocurre lo mismo que a los extraordinarios James Stewart y Henry Fonda (y no me olvido de esa tonter¨ªa dormitiva de Leone titulada Hasta que lleg¨® su hora. Son mis actores favoritos. Junto a Cary Grant y Robert Mitchum. Pero estos si pod¨ªan ser perversos. Pruebas sublimes de ello: La noche del cazador, El cabo del terror, Encadenados. Y constato que todos ellos pertenecen a la misma ¨¦poca, en la que se rod¨® el mejor cine que ha existido. Perd¨®n, el que m¨¢s me gusta a m¨ª.
Cuentan que los majestuosos andares de Wayne los copi¨® de John Ford. A cambio, Wayne fue el transmisor ideal del universo y los sentimientos de ese inigualable poeta del cine, de ese se?or que se presentaba desde?osamente una y otra vez como un profesional que se limitaba a hacer su trabajo, que no ten¨ªa nada que ver con el lirismo ni con el arte. Ford se refer¨ªa a Wayne como ¡°ese pedazo de carne¡±, pero est¨¢ claro que su relaci¨®n, m¨¢s all¨¢ del trabajo, debi¨® de ser paterno filial. Y Ford deb¨ªa de ser un padre duro, mordaz y gru?¨®n. Rodaron juntos 12 pel¨ªculas, memorables casi todas. Y tres obras obras maestras. Muy tristes dos de ellas y otra un canto luminoso a la alegr¨ªa de vivir. Pocas tragedias comparables a la de Ethan Edwards en Centauros del desierto y la de Tom Doniphon en El hombre que mat¨® a Liberty Valance. El primero, m¨¢s solo que la una bajo el sol del desierto en el escalofriante plano final. El segundo, quemando la casa que significaba el triunfo de sus sue?os, matando a su enemigo a traici¨®n y desde la oscuridad, sabiendo que eso significa renunciar para siempre a la mujer que ama. En la maravillosa El hombre tranquilo, la plenitud acaba triunfando en ese paisaje m¨¢gico despu¨¦s de hab¨¦rsela trabajado mucho el boxeador atormentado y la mujer que no quiere renunciar a su sagrada dote. Y por supuesto que en los tiempos actuales Ford no podr¨ªa haber contado esa historia. O ser¨ªa crucificado.
Wayne tambi¨¦n trabaj¨® en cinco ocasiones con Howard Hawks, otro creaor que est¨¢ m¨¢s all¨¢ del elogio. Que divertida y emocionante es ?Hatari!. Como es la ronda por el pueblo, acechados por todos los peligros, de Wayne y Mitchum, ambos lisiados, en El Dorado. Wayne solo recibi¨® un Oscar, que sonaba a honor¨ªfico, por su admirable composici¨®n de ese cazador de recompensas, viejo, alcoholizado y tuerto, en Valor de ley. Yo se lo hubiera dado todos los a?os. El gran reaccionario era el tipo m¨¢s aut¨¦ntico y ¨¦pico cuando le filmaba la c¨¢mara. Y la c¨¢mara no miente. Siempre acaba revelando la verdad. Su amor hacia determinados int¨¦rpretes est¨¢ justificado.
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