Camisetas a 9,95 con ilustraciones pirateadas
Ocho artistas descubren sus dibujos en ropa vendida en la cadena ¡®low cost¡¯ Mulaya. La empresa dice que lo est¨¢ solucionando e insiste en que las compr¨® a un proveedor
¡°Sinceramente, ocurre todo el tiempo. No pasa un d¨ªa sin que alguien robe su trabajo a un artista. Eso mata nuestra profesi¨®n y nos frustra m¨¢s que nunca¡±, asegura el ilustrador franc¨¦s de 32 a?os Jeremy Combot. Lo hace tras descubrir que cuatro de sus dibujos se est¨¢n vendiendo, estampados en camisetas, a 9,95 euros, en la cadena de ropa femenina low cost Mulaya, con 24 tiendas en Madrid, Valencia, Zaragoza y Barcelona y otra online. No es el ¨²nico, este peri¨®dico ha comprobado en los ¨²ltimos d¨ªas que hay en sus tiendas 11 modelos de camisetas con dibujos de ocho autores ¡ªde Francia, Austria, Canad¨¢, Italia, Reino Unido y Holanda¡ª que aseguran que nunca dieron su permiso para ello. Informada la empresa al respecto, responde por correo electr¨®nico: ¡°El tema que nos dice est¨¢ siendo gestionado con nuestro departamento legal que ya contact¨® con los autores para solucionarlo¡±.
Jos¨¦ Eugenio Mart¨ªn de la Vega, abogado de la compa?¨ªa, matiza despu¨¦s por tel¨¦fono que solo uno de los ilustradores se ha puesto contacto con ellos para reclamar y que se han retirado de la venta ¡°de forma preventiva¡± las camisetas con su dibujo hasta que hablen con su proveedor. ¡°Nosotros se lo compramos a un fabricante y lo primero que tenemos que hacer es hablar con ¨¦l. No s¨¦ si me va a ense?ar alguna autorizaci¨®n [para usar los dibujos]. En todo caso, ser¨¢ responsabilidad suya si lo han copiado; nosotros no lo confeccionamos¡±, asegura Mart¨ªn de la Vega. La mayor parte de las camisetas en cuesti¨®n proceden, seg¨²n sus etiquetas, de un mismo fabricante: Prodtex Clothes S. L., con sede en el Pol¨ªgono Cobo Calleja de Fuenlabrada, en Madrid. Este peri¨®dico ha intentado, sin ¨¦xito, ponerse en contacto con dicha empresa.
S¨ª ha hablado con seis de los ocho artistas afectados: el propio Combot, Marialaura Fedi, Petra Braun, Bodil Jane, Janice Sung y Poppy Magda. Todos ellos profesionales de la ilustraci¨®n y el dise?o, muestran su intenci¨®n de contactar con Mulaya para quejarse ¡ªcomo los responsables de su venta al p¨²blico¡ª? y se declaran indignados con algo que, aseguran, ocurre constantemente en su campo: alguien coge un dibujo suyo, seguramente de Instagram o de su web, y lo empieza a vender sin preguntar en una mochila, un p¨®ster, una camiseta... Normalmente, explica desde ?msterdam Bodil Jane, las empresas retiran el producto inmediatamente al ser avisadas, aseguran que no sab¨ªan lo que estaba ocurriendo y apuntan al proveedor. ¡°Y nunca hay una fuente clara. Es casi imposible saber d¨®nde empez¨® todo. En este caso, no creo que empezara Mulaya¡±, se?ala.
En definitiva, que m¨¢s all¨¢ de mandar cartas de desistimiento, el coste y los esfuerzos suelen exceder el posible beneficio de llevar el asunto a los tribunales, sobre todo cuando se trata de pleitos transnacionales. "El problema viene si quien infringe los derechos de autor est¨¢ en otra jurisdicci¨®n. Ah¨ª ocurre lo de siempre: quien tiene medios puede ejercer su derecho, quien es pobre de solemnidad a?ade a su pobreza el tener que soportar la injusticia", dice el abogado experto en propiedad intelectual Javier de la Cueva. "Lo que pudiera existir [en este caso] es una infracci¨®n de los derechos propiedad intelectual que puede ser plagio, en el caso en el que quien copia adem¨¢s de copiar se atribuye una autor¨ªa que no es suya, o una copia il¨ªcita, que son los casos en que el autor no le ha dado permiso al copista", a?ade. ?
Carla Berrocal, presidenta de la Asociaci¨®n Profesional de Ilustradores de Madrid (APIM), explica que en Espa?a se suele llegar a acuerdos extrajudiciales con las empresas, porque la compensaci¨®n final se hace en funci¨®n de lo que habr¨ªa obtenido el artista al venderlo y no por lo ganado por la marca. Reclama multas y que se desarrolle el punto del Estatuto del Artista que permitir¨¢ a agrupaciones como la suya ejercer como asociaciones de consumidores. ¡°Que el pez peque?o pueda defenderse del pez grande¡±, dice.
Varios empresarios del sector minorista ¡ªque prefieren no dar sus nombres¡ª aseguran por su parte que ahora mismo no tienen capacidad ni herramientas para asegurar la procedencia de todos los productos que compran a sus proveedores, por lo que quiz¨¢ tambi¨¦n ser¨ªa necesario alguna especie de mecanismo o certificado de buenas practicas de propiedad intelectual que poder pedirles.
Internet, para bien y para mal
Internet es una potent¨ªsima herramienta para los artistas; les permite mostrar su trabajo en todos los rincones del planeta, ampliando enormemente sus posibilidades profesionales. Pero, a la vez, abre ese enorme agujero del plagio que desvaloriza su esfuerzo. ¡°S¨ª, es parad¨®jico, pero est¨¢ claro que no podemos renunciar a Internet¡±, dice la ilustradora Carla Berrocal.
¡°No podemos volver a meter al genio en la botella¡±, insiste el profesor de Derecho de la Universidad de California Kal Raustiala. "Pero creo que lo bueno supera lo malo. Los beneficios del Internet y de las redes sociales dan al artista la posibilidad en llegar al p¨²bico de maneras sin igual en la historia", opina el profesor de la Universidad de Houston Dave Fagundes.
"Conseguir el equilibrio no es f¨¢cil. Demasiada protecci¨®n puede limitar el acceso y la creatividad; demasiada poca favorecer¨ªa a los que tienen m¨¢s medios", a?ade el profesor de?la Universidad de Howard Steven D. Jamar, director de la ONG Instituto para la Propiedad Intelectual y la Justicia Social. "En el instituto hemos llegado a la conclusi¨®n de que educar a la gente en sus derechos y responsabilidades es muy efectivo", a?ade.
Babelia
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