Qu¨¦ angustia ¡®Chernobyl¡¯, esa dolorosa obra de arte
Es asombrosa la capacidad de los creadores de esta serie para transmitir el clima de lo que se padeci¨® tras el accidente nuclear
Es la pel¨ªcula de terror m¨¢s angustiosa que he visto en a?os. No nace de la imaginaci¨®n de un guionista, no es ficci¨®n. Aquella barbaridad fue real y todav¨ªa hay v¨ªctimas afectadas por ella, aunque la mayor¨ªa est¨¢n enterradas en los suelos y cubiertas por cemento. El monstruo que ha provocado esa matanza no es corp¨®reo, no vemos sus temibles fauces, no nos asusta al constatar su aspecto amenazante y su asombroso poder destructivo. Solo observamos de vez de cuando unas gotitas azules que les hacen gracia a ni?os y adultos. Tambi¨¦n extra?as cortinillas de humo. Y no hay m¨²sica subrayando el peligro. Solo un obsesionante ruido de fondo que reproduce algunos sonidos que se escuchan en las centrales nucleares.
Estoy hablando de Chernobyl, una miniserie (mini de duraci¨®n, pero su impacto es grandioso) de la productora HBO que reproduce no solo los antecedentes, el estallido y las consecuencias de lo que ocurri¨® en Chern¨®bil, sino que te empapa del enfermizo y estremecedor clima en el? que murieron o sobrevivieron sus moradores y los profesionales venidos de fuera que se convirtieron en h¨¦roes, a costa de su vida o de pillar una enfermedad cr¨®nica y casi siempre devastadora intentando apagar el infierno. Son cinco cap¨ªtulos con una duraci¨®n conjunta que bordea las seis horas. Veo los dos primeros en casa ajena y en compa?¨ªa de un matrimonio. La sensaci¨®n es de agobio y de miedo. Al terminar el segundo nos damos un rato de respiro bajando a la calle para jugar con sus nietos, dos preciosos beb¨¦s. Necesito respirar, luz, observar la alegr¨ªa y la inocencia de los ni?os. Retornamos despu¨¦s de ese rato liberador a la narraci¨®n de esa intolerable tragedia que ocurri¨® en Ucrania. Cuando hablo por tel¨¦fono con ellos al d¨ªa siguiente (ya s¨¦ que comunicarse oralmente a trav¨¦s de un tel¨¦fono supone un imperdonable anacronismo existiendo el email y el WhatsApp, pero afortunadamente todav¨ªa quedamos anormales que creemos en las voces) me cuentan que su sue?o estuvo agitado por las im¨¢genes de Chernobyl. Sus creadores pueden estar contentos, misi¨®n cumplida.
Si algo se le puede reprochar a HBO es que no cite en los t¨ªtulos de cr¨¦dito un libro de referencia como es Voces de Chern¨®bil, en el que?Svetlana Alexi¨¦vich transforma en mon¨®logos sus entrevistas con la gente que sufri¨® ese espanto. No lo he le¨ªdo, carencia que arreglar¨¦ enseguida. Conocer con m¨²ltiples datos horrores que pudieron evitarse compensa la ingrata sensaci¨®n de que se te ponga el pelo de punta. Ocurri¨® en la primavera de 1986. La serie arranca con un hombre definitivamente acorralado, un cient¨ªfico especializado en qu¨ªmica sentenciado por el poder absoluto a la soledad m¨¢s cruel al no poder contarle al mundo lo que descubri¨® sobre los or¨ªgenes, el desarrollo y las mentiras del Estado sobre aquella tragedia. Como la serie la han realizado los estadounidenses, no me extra?ar¨ªa que Putin la repudiara hablando de ataques del imperialismo yanqui a la antigua rep¨²blica sovi¨¦tica, como un complot organizado por la CIA.
Y efectivamente, Chernobyl provoca escalofr¨ªos en el espectador al constatar de lo que es capaz un Estado totalitario para manipular la realidad, para ocultar la verdad, para imponer sus directrices, para silenciar a la disidencia. Y asombrosa la capacidad del creador Craig Mazin y del director Johan Renck para transmitir el clima de lo que all¨ª se padeci¨®, la evoluci¨®n de la enfermedad entre los que fueron afectados, el exterminio de los animales, el trabajo de bomberos, mineros y cient¨ªficos meti¨¦ndose en las fauces de la bestia para intentar aplacarla, sabiendo que van a morir. Hay una secuencia que me estremece. La de esa anciana que se niega a abandonar su casa. Cuenta que padeci¨® la crueldad del zar, las purgas estalinistas, la hambruna, la muerte tr¨¢gica de todos los suyos. Ya no tiene nada que perder. Abundan las historias individuales de esa intensidad emocional. Que cada cual elija sus favoritas. Lo que no se le olvidar¨¢ a ning¨²n espectador es el tono y la atm¨®sfera que transmite la serie. Es una dolorosa obra de arte.
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