?Qui¨¦n es el torero que sostiene la tauromaquia del siglo XXI?
La fiesta de los toros est¨¢ que arde y el triunfalismo amenaza con nublar el sentido com¨²n
Es evidente que a la fiesta de los toros le ha cambiado el color tras las exitosas ferias de Sevilla y Madrid. Ni los m¨¢s optimistas pod¨ªan imaginar que a estas alturas del verano luciera una sonrisa de oreja a oreja y quedaran en el recuerdo de los m¨¢s exigentes multitud de im¨¢genes perdurables de toros y toreros que han horadado una luminosa cicatriz en el alma maltrecha de los aficionados.
Y para rematar, un acontecimiento explosivo, acaecido en la plaza de toros de Granada, ha revolucionado las entra?as, y ha puesto sobre el tapate la pureza en estado virginal, la emoci¨®n, la felicidad y la confianza en un arte que a muchos ten¨ªa contra la pared de sus propios y humanos complejos.
Sencillamente, ha quedado de manifiesto que el toreo existe, que exige toros de encastada nobleza y toreros -de oro y plata- heroicos y artistas, y que es posible disfrutar y ser feliz con la lidia como una forma de entender la belleza.
Llegados a este punto, podr¨ªa surgir un interrogante:
Los cimientos de la fiesta descansan en recuerdos imborrables vividos en Sevilla y Madrid
?Qui¨¦n es el torero que sostiene la tauromaquia del siglo XXI?
La pregunta tiene truco y est¨¢ mal planteada. La fiesta taurina actual no la sostiene un solo torero y no solo los toreros.
Los cimientos de la tauromaquia moderna descansan en recuerdos de la Feria de Abril, tales como la casta de la corrida de Torrestrella, la fiereza de los ¡®victorinos¡¯, la bravura del encierro de Santiago Domecq, el magisterio de Octavio Chac¨®n con los miuras, la grandeza de Pablo Aguado la tarde ya inolvidable del 10 de mayo, la calidad de Urdiales, el liderazgo de Roca, la perfecci¨®n capotera de Morante, la maestr¨ªa de El Juli¡
Y la alegr¨ªa prosigui¨® en San Isidro; sin lluvia, pero con mucho viento, la fiesta adquiri¨® vida propia y se hizo gloriosa de la mano de Paco Ure?a, Antonio Ferrera, David de Miranda, Roca Rey, Perera, Emilio de Justo, Curro D¨ªaz, Eugenio de Mora, Roble?o, Juan Ortega, Aguado, Tom¨¢s Campos, David Galv¨¢n, Rafaelillo, Gin¨¦s Mar¨ªn, ?ngel S¨¢nchez, El Fandi¡
Derram¨® su sangre y se hizo heroica de la mano de Rom¨¢n, Manuel Escribano, Juan Leal, Gonzalo Caballero, Ritter, Aguado, Pirri¡
Emocionaron, y de qu¨¦ manera, los toros de La Quinta, Montalvo, El Pilar, Adolfo Mart¨ªn, Santiago Domecq, y ejemplares sueltos de Jos¨¦ Escolar, Victorino Mart¨ªn, Juan Pedro Domecq, Parlad¨¦, Zalduendo, Garcigrande¡ La fiereza creciente de Carasucia, de Valdell¨¢n, y la brava pelea en varas de Zahare?o, de Santiago Domecq, no se olvidar¨¢n en mucho tiempo.
Los que se la juegan cada tarde son los verdaderos protagonistas de esta historia
Habr¨ªa que recordar a algunos, pocos, buenos picadores, y muchos extraordinarios subalternos con el capote y las banderillas.
Deben formar parte del grupo de triunfadores dos empresarios: Ram¨®n Valencia, gerente de la Maestranza, y Sim¨®n Casas, de Las Ventas; el primero merec¨ªa una alegr¨ªa despu¨¦s de a?os de preocupante sequ¨ªa; y el segundo ha obtenido el premio a su inteligente osad¨ªa.
A?¨¢danse los toreros que por esos misteriosos azares de su dif¨ªcil profesi¨®n no triunfaron, o los ganaderos que vieron truncados sus sue?os de cuatro o cinco a?os de crianza del toro. Y algunas figuras que no estuvieron en Madrid, como Enrique Ponce y Manzanares.
Todos ellos son los que sostienen la fiesta de los toros hoy. No hay otros.
Los verdaderos protagonistas de esta historia son los que, con mayor o menor fortuna, gusten m¨¢s o menos, se la juegan en las plazas de mayor responsabilidad, durante toda la temporada y ante los toros de mayor trap¨ªo y astifinos pitones.
Claro que la fiesta no la sostienen solo las figuras. Est¨¢ cocinada con mucho sacrificio, esfuerzo y sinsabores de hombres que sue?an m¨¢s que disfrutan de una vocaci¨®n que les ofrece escasas alegr¨ªas; pero toreros y ganaderos, todos ellos -muchas veces, injustamente olvidados- respetables y honorables.
Esta es la realidad, grande y dolorosa a un tiempo, de la fiesta de los toros. Este es el retrato vivo y palpitante de la tauromaquia de hoy, a pesar del triunfalismo reinante -y el fanatismo- que con frecuencia ciega y arrasa la raz¨®n.
Lo sucedido en Granada es la muy acomodada exhibici¨®n de un genio de leyenda que ha decidido dar la espalda a la fiesta para jugar su muy rentable liga personal.
La tauromaquia del siglo XXI es otra cosa; es la que se ha fraguado en Sevilla y Madrid, con sus luces y sombras, y que seguir¨¢, con sus aciertos y miserias, en todas las ferias que componen la temporada. Todo lo dem¨¢s no deja de ser el bello concierto de un torero excelso y jubilado.
Por cierto, la exigencia -con toda la raz¨®n- que se manifiesta con acomodadas figuras como Ponce o El Juli debiera aplicarse a todos.
Y un apunte final.
Hay un torero que ha salido mal parado de Sevilla y Madrid y que se llama Pepe Moral. Ojal¨¢ se encuentre pronto a s¨ª mismo porque una mala racha la tiene cualquiera. Y Moral es un torerazo en quien hay que seguir confiando.
Y otro grande, Octavio Chac¨®n, ha pasado por San Isidro con escasa claridad. Consumada la derrota personal, escribi¨® en twiter un mensaje que refleja su grandeza humana y torera:
¡°No siempre salen las cosas como uno quiere, me queda trabajar duro... Mi camino siempre ha estado lleno de piedras, y levantarme es m¨ª ¨²nica opci¨®n. Gracias por estar ah¨ª¡±.
Estos, y los dem¨¢s que se la juegan cada tarde, se?oras y se?ores, son los que sostienen de verdad la tauromaquia del siglo XXI.
Todo lo dem¨¢s es muy bonito y ef¨ªmero, un refrescante sorbete entre plato y plato del muy serio banquete de la fiesta de los toros¡
S¨ªguenos en Twitter
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.