Ana Mar¨ªa Mart¨ªnez Sagi, historia de una poeta deportista
Juan Manuel de Prada recupera en el libro ¡®La voz sola¡¯ la obra in¨¦dita de una pionera del feminismo en Espa?a, corresponsal en la Guerra Civil y exiliada
-Es toda tuya, te la dono. Aqu¨ª dentro se encuentra toda mi obra in¨¦dita.
Era una caja de cart¨®n repleta de cuadernos y carpetas con poemas, prosas y secretos de Ana Mar¨ªa Mart¨ªnez Sagi. Ten¨ªa 92 a?os, corr¨ªa el a?o 1999, y cerraba entonces una vida en la que hab¨ªa logrado ser la primera mujer en muchas cosas y tambi¨¦n la ¨²ltima. Se la dio al escritor Juan Manuel de Prada, que hab¨ªa trabado amistad con ella con suficientes confidencias como para que de ah¨ª le saliera su novela Las esquinas del aire y ahora pueda publicar La voz sola: una antolog¨ªa con algunos de aquellos trabajos desconocidos de quien fue poeta, deportista, corresponsal de guerra, feminista pionera y sufriera exilio, editada en la colecci¨®n Obra Fundamental de la Fundaci¨®n Banco Santander.
-Te ruego la custodies y que las publiques cuando hayan pasado 15 o 20 a?os.
El ambiguo plazo escond¨ªa dos razones, seg¨²n De Prada. Una reconocida: Ana Mar¨ªa deseaba evitar cualquier da?o a los descendientes directos de Elisabeth Mulder, que fue su amante en los a?os treinta y fuente de inspiraci¨®n directa para muchos poemas y escritos. ¡°Adem¨¢s, y eso es una conclusi¨®n m¨ªa, estaba dolida entonces por el desprecio que hab¨ªa sufrido a su regreso a Espa?a, donde su obra no tuvo la repercusi¨®n que ella esperaba. Quiz¨¢s pens¨® que entonces no servir¨ªa y ahora s¨ª¡±, afirma el escritor.
Del nacionalismo catal¨¢n al dolor por la Espa?a exiliada
En una de esas incontables paradojas que las grandes figuras despliegan, Ana Mar¨ªa Sagi fue activista del nacionalismo catal¨¢n pero poeta en castellano. La lengua en que se sent¨ªa m¨¢s segura, m¨¢s plena fue donde desarrollo ¨Csalvo en varios art¨ªculos de prensa- su voz. Quiz¨¢s eso explique tambi¨¦n una curiosa evoluci¨®n ideol¨®gica, seg¨²n Juan Manuel de Prada. De su militancia en el Front ?nic Femen¨ª Esquerrista a sus simpat¨ªas anarquistas, Mart¨ªnez Sagi pas¨® en el exilio a un dolor casi noventayochista por Espa?a. "Es fuera donde recupera esa identidad y a partir de entonces hasta su vejez, integra su ser catal¨¢n con una manera de sentirse espa?ola", comenta el autor de Las esquinas del aire. A eso une despu¨¦s una rabia callada por no sentirse reconocida a su regreso. "Se fue sabiendo que no hab¨ªa llegado su momento". Pero quiz¨¢s calcul¨® que el tiempo adecuado para su reconocimiento eran esos 15 o 20 a?os que le pidi¨® esperar a su testaferro antes de dar a conocer sus obras in¨¦ditas. "Tuyas son. Arr¨®jalas al fuego, si quieres. O gu¨¢rdalas hasta que te mueras¡", le dijo Ana Mar¨ªa a su confidente. Fuego llevaban. Hasta hoy, a De Prada, le siguen quemando en las manos.
Mart¨ªnez Sagi muri¨® en el 2000, un a?o despu¨¦s de haberle entregado todo. ¡°Justo el d¨ªa en que acab¨¦ de corregir la novela¡±, recuerda Juan Manuel de Prada. Entonces ¨¦l sirvi¨® de m¨¦dium literario para recuperar una figura que le fascin¨® desde que se top¨® con el personaje a trav¨¦s de una entrevista que le hab¨ªa hecho C¨¦sar Gonz¨¢lez-Ruano en 1931.
Ahora le toca a ella con La voz sola. Ayudada, eso s¨ª, de un pr¨®logo del escritor y un orden estricto de entregas en el que quedan a¨²n varias p¨¢ginas por ser desveladas. En el nuevo volumen regresa la poeta y la periodista que se jug¨® la vida en el frente aragon¨¦s, empotrada en brigadas de milicianos anarquistas. Mart¨ªnez Sagi escribi¨® cr¨®nicas tan precisas como comprometidas que fueron publicadas por Nuevo Arag¨®n. Pero antes hab¨ªa sido firma de otros medios como La Rambla, Cr¨®nica, Deportes, Las Noticias, La Libertad o La Noche. De todos da cuenta esta antolog¨ªa con m¨¢s de 90 art¨ªculos suyos.
Su periplo de azares en el siglo XX convulso comienza en la consulta del doctor Gregorio Mara?¨®n. Su padre, un empresario textil de ¨¦xito, la llev¨® para tratar un desequilibrio hormonal que le estaba haciendo engordar sin l¨ªmite. Mara?¨®n le recomend¨® un tratamiento de tintura de yodo, dieta y deporte. A partir de ah¨ª, Ana Mar¨ªa comenz¨® a batir records en nataci¨®n, esqu¨ª, atletismo ¨Cfue plusmarquista nacional en lanzamiento de jabalina-, tenis, baloncesto¡ Se meti¨® al Club Femen¨ª i d¡¯Esports, cuyo lema Feminitat, Esport, Cultura provocaba una considerable sorna en quienes despreciaban la emancipaci¨®n de la mujer.
Al tiempo que espoleaba aquellas convicciones empez¨® a colaborar en prensa. En la entrevista con Gonz¨¢lez Ruano, publicada en El Heraldo, le confiesa, en plena dictadura de Primo de Rivera, que si algo se considera, era republicana. Ruano la apreciaba como poeta, adem¨¢s. Lleg¨® a presentarla como digna heredera de Rosal¨ªa de Castro. Hab¨ªa publicado Caminos y su amigo Rafael Cansinos Assens le alert¨® de su presencia en Madrid dentro de un campeonato de atletismo. Tambi¨¦n trat¨® de seducirla en una excursi¨®n a El Escorial, pero eso es otra historia¡
-Yo hago sport como una chica y poes¨ªas como una mujer¡
La frase se la suelta a Ruano con esa desprejuiciada espontaneidad que le deja tocado. Lo cierto es que ¨¦l logra destacarla y con ello multiplicar la envidia de buena parte del gremio. Como le ocurre a Pilar Valderrama, alias Guiomar para Antonio Machado, su ¨²ltimo gran amor prohibido. Ella hab¨ªa publicado Esencias, sin apenas impacto. Debi¨® enfurecer por los halagos que Ruano la dedic¨® a Mart¨ªnez Sagi hasta el punto de provocar un intento de calma hacia ella por parte del maestro en una carta: ¡°Perdona mi reina, mi diosa. Y conste que la sucesora de Rosal¨ªa eres t¨² y no esa nadadora catalana¡±.
Tambi¨¦n Elisabet Mulder queda intrigada por ella. Comienzan un romance que marca a Mart¨ªnez Sagi con la llaga del amor imposible durante toda su vida. Mulder la ayuda en su carrera. Publica una rese?a en La noche donde celebra: ¡°La irrupci¨®n de una mujer que canta entre tanta mujer que grita¡±.
Viajan juntas a Mallorca y comienzan a sentir un inc¨®modo ronroneo de maledicencias. Mulder hab¨ªa estado casada con el pol¨ªtico Ezequiel Dauner Foix, 30 a?os mayor que ella, con quien tuvo un hijo, Enrique, justo al que Ana Mar¨ªa no quiso incomodar. La abandona y de ah¨ª surgen varios poemas hasta el final de su vida en obras como Amor perdido, Laberinto de presencias y tambi¨¦n en el hasta ahora in¨¦dito La voz sola.
Pero junto al impacto po¨¦tico que su presencia tuvo en Madrid, tambi¨¦n fue considerable el deportivo en Catalu?a. Sus proezas y sus art¨ªculos en el seminario La Rambla, le depararon otro cap¨ªtulo pionero. La publicaci¨®n hab¨ªa sido fundada por Josep Sunyol i Garriga, diputado de Esquerra Republicana. Este lleg¨® a la presidencia del F¨²tbol Club Barcelona en 1935 y la nombr¨® directiva. Ana Mar¨ªa no ser¨ªa s¨®lo la primera en la historia del club, sino de Catalu?a, de Espa?a y del mundo, entonces.
As¨ª fue hasta las v¨ªsperas de la guerra, donde todo cambi¨® para tantos. Ella continu¨® su labor en el frente. Aviv¨® su compromiso. Qued¨® atrapada por el verbo de Buenaventura Durruti en una conferencia en Pedralbes y se decant¨® por el anarquismo. Dej¨® su plaza de secretaria escribiente mecan¨®grafa en el Ayuntamiento de Barcelona con permiso para desplazarse al frente como reportera. Al acabar la guerra ni se le ocurri¨® volver a su puesto, donde ya hab¨ªa sido catalogada como roja. Emprende el exilio en Francia, duerme en los parques, trabaja como dependienta en una pescader¨ªa en Chatres, ingresa en la resistencia y es perseguida por la Gestapo.
-Salv¨¦ a muchos jud¨ªos y franceses. Siempre fue algo voluntario. Lo hice porque quise hacerlo.
Se lo cont¨® a la periodista Karen Robinson. Recordaba una etapa tambi¨¦n dura, pero quiz¨¢s no tanto como la que al final de su vida, tras el exilio tambi¨¦n en Estados Unidos, vivi¨® acompa?ada de su olvido a su regreso a Espa?a. Hoy toca con urgencia recuperar su obra y su figura.
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