La cultura francesa se funde a negro
El Museo de Orsay cambia los t¨ªtulos de cuadros con ecos racistas en plena reflexi¨®n cr¨ªtica sobre el pasado colonial
Francia reexamina su turbio pasado colonial a trav¨¦s de distintas iniciativas vinculadas al sector cultural. La principal tiene lugar en el Museo de Orsay, donde una nueva exposici¨®n, El modelo negro, pasa revista a la representaci¨®n de hombres y mujeres de color a lo largo de la historia del arte. Durante los preparativos, el centro tom¨® la decisi¨®n de cambiar los t¨ªtulos que tuvieran ecos racistas. "Por ejemplo, todas las obras que inclu¨ªan palabras como n¨¨gre o n¨¦gresse, que en franc¨¦s actual se consideran peyorativas", se?ala la comisaria, Isolde Pludermacher. "Nos parec¨ªa impensable colgar esas obras con los t¨ªtulos originales. Dejarlos as¨ª tambi¨¦n hubiera transmitido un mensaje", a?ade. Aun as¨ª, el museo decidi¨® mantenerlos en las cartelas para recordar el contexto hist¨®rico en que las obras fueron creadas (y evitar posibles cr¨ªticas por un exceso de correcci¨®n pol¨ªtica).
Entre los cuadros afectados por el cambio se encuentra Retrato de Madeleine -originalmente, Portrait d'une n¨¦gresse-, firmado por Marie-Guillemine Benoist en 1800, medio siglo antes de la abolici¨®n del esclavismo. El lienzo adquiri¨® una fama repentina cuando Beyonc¨¦ le dio un lugar protagonista en su v¨ªdeo rodado en 2018 en el Louvre. En un pa¨ªs donde el ideal republicano de igualdad impide el reconocimiento de las minor¨ªas ¨¦tnicas, se trata de una peque?a revoluci¨®n. "Ese retraso se explica por la noci¨®n francesa de la ciudadan¨ªa, que ignora las caracter¨ªsticas individuales, al considerar que suponen un peligro para la unidad de la naci¨®n", explica el historiador Pap Ndiaye, especialista en la cuesti¨®n negra y comisario cient¨ªfico de la muestra. "A menudo, esa concepci¨®n tan abstracta ha servido para camuflar el racismo. Y el arraigo del marxismo en Francia ha provocado que las discriminaciones se estudien desde el punto de vista de la clase social, pero no del g¨¦nero o de los grupos etnorraciales".
La situaci¨®n empieza a cambiar. A menudo, de la mano de acad¨¦micos y comisarios formados en el mundo anglosaj¨®n, donde estos asuntos no son un tab¨². "Las cuestiones de raza y g¨¦nero, tal como son tratadas en Estados Unidos, encuentran un espacio cada vez mayor en Francia", admite Pludermacher. "Tal vez la configuraci¨®n actual de la sociedad francesa explique la necesidad de proyectos como este", a?ade.
En realidad, el tono de su muestra no es particularmente militante. Su ambici¨®n no es descolonizar el arte, sino m¨¢s bien devolver la dignidad a modelos en los que pocos historiadores hab¨ªan reparado hasta hoy. Al lado de cada cuadro, el Museo de Orsay ha colgado una cartela dedicada a esos an¨®nimos. El Retrato de Joseph, de G¨¦ricault, permite trazar la vida de uno de sus protagonistas, un haitiano localizado en una compa?¨ªa de acr¨®batas que tambi¨¦n pos¨® para La balsa de la medusa, antes de ser contratado por la Escuela de Bellas Artes de Par¨ªs como modelo en n¨®mina. En la siguiente sala aparece Laure, la misteriosa modelo negra que posaba junto a la Olympia de Manet, a la que el pintor confiri¨® el papel arquet¨ªpico de la sirvienta, pero d¨¢ndole casi el mismo protagonismo que a su escandalosa musa.
La exposici¨®n coincide con otros movimientos observados en los ¨²ltimos meses. A finales de marzo, una representaci¨®n de Las suplicantes de Esquilo fue anulada tras la protesta de manifestantes que denunciaban el uso de m¨¢scaras y maquillaje de color negro por parte de actores blancos (lo que los estadounidenses llaman blackface). En abril, una petici¨®n exigi¨® a la Asamblea Nacional que retirase de sus pasillos una obra del pintor franc¨¦s Herv¨¦ Di Rosa que retoma la iconograf¨ªa de las caricaturas coloniales. "Se est¨¢ produciendo una puesta en duda del universalismo chovinista. Se reconoce que la sociedad francesa no es solo blanca y cristiana", considera Ndiaye. "Hay situaciones excesivas, como toda llamada a la censura, pero tal vez sea el precio a pagar por a?os de silencio. La olla a presi¨®n ha explotado porque, durante demasiado tiempo, estas cuestiones no han sido tratadas".
Dos vol¨²menes de reciente publicaci¨®n se inscriben en la misma reflexi¨®n cr¨ªtica: Sexe, race et colonies, obra colectiva que reexamina el imaginario del colonialismo, y L¡¯art et la race, de la historiadora del arte Anne Lafont, que hace dos a?os que dirige la EHESS, la escuela de ciencias sociales m¨¢s importante del pa¨ªs. Es la primera mujer negra que llega al cargo. Sin embargo, como recuerda Ndiaye, estas posiciones son minoritarias y suscitan la violencia de ¡°grupos ultraconservadores y de extrema derecha¡± que se creen despose¨ªdos de sus privilegios. Lo demuestran los insultos racistas que sucedieron a la nominaci¨®n de la nueva portavoz del Gobierno franc¨¦s, Sibeth Ndiaye, nacida en Senegal, que fue criticada por su manera de hablar, vestirse y peinarse. Las mismas que recibi¨®, hace dos siglos, el escritor Alejandro Dumas, nieto de un marqu¨¦s blanco y de una esclava negra, como recuerdan las cruentas caricaturas recogidas en las salas del Museo de Orsay.?
Babelia
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