La historiadora que devolvi¨® la vida a la ¡®Judit¡¯ de Rembrandt
Teresa Posada presenta nuevas pruebas contra el t¨ªtulo de 'Artemisa', que mantuvo este cuadro durante casi 160 a?os lejos de la leyenda ejemplar de una mujer libre y valiente
Ella prefiere que digamos ¡°retitulaci¨®n¡±, pero en realidad es un ¡°renacimiento¡±. Porque Teresa Posada Kubissa devolvi¨® -hace una d¨¦cada- a la vida p¨²blica a una mujer libre, valiente y soberana. Judit fue rebautizada como Artemisa y as¨ª se mostr¨® en el Museo del Prado durante casi 160 a?os. Ya no era la liberadora del pueblo de Israel, sino una mujer humillada y doblegada a su esposo reci¨¦n fallecido, de quien se bebe sus cenizas mezcladas en vino para honrar su menor¨ªa, para ser sepulcro viviente de su ¨¦l y, a fin de cuentas, porque sin su marido no puede ser. Entender¨¢n que muere envenenada antes de dar el ¨²ltimo trago de su rey Mausolo hecho polvo.
Judit ha vivido en el Prado estos dos siglos con el privilegio de ser la protagonista del ¨²nico cuadro de Rembrandt. Demasiado llamativa, demasiado ejemplar para la contrarreforma feminista del siglo XIX. No puede seguir siendo la hero¨ªna que decapita al dictador Holofernes y libera a los suyos. As¨ª que se la somete para que protagonice una historia ajena. Y ocurre de una forma sencilla y, en apariencia, tan ingenua, que Teresa Posada, conservadora del departamento de pintura flamenca y de las escuelas del norte del Prado, asegura no ser consciente de las dram¨¢ticas consecuencias que sus investigaciones revirtieron en 2009.
Rembrandt pinta a Judit a punto de entrar en el banquete de Holofernes, engalanada, atiborrada de perlas, joyones y armi?o, pulseras, pendientes, broches, oros y m¨¢s brillos alegres, dispuesta a cumplir con su misi¨®n: salvar a su comunidad. No es una viuda triste y rota, no es Artemisa. Y Teresa Posada sospech¨® de ese t¨ªtulo y la leyenda por la criada que se esconde en el fondo: porta un saco (donde meter¨¢n la cabeza de Holofernes). ¡°Ah¨ª no pueden ir las cenizas de un rey [Mausolo]¡±, dice la historiadora, que recuerda que el cuadro entr¨® en las colecciones reales en 1815 siendo Judit.
Arte peligroso
La especialista publicar¨¢ en breve la segunda parte de su investigaci¨®n, con un nuevo argumento que afiance la vuelta al t¨ªtulo original: ¡°La escena elegida es poco habitual en pintura, pero no en los grabados flamencos del siglo XVI, a los que Rembrandt estaba habituado. La elige porque siempre quiere hacer algo nuevo, quiere distinguirse del resto y prefiri¨® evitar el t¨ªpico momento de la degollaci¨®n¡±, sostiene. Adem¨¢s, la inminente restauraci¨®n de la obra (que cuelga en la exposici¨®n temporal?Vel¨¢zquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines) terminar¨¢ de despejar las dudas sobre las tesis de la historiadora.
No hay nada inocente en el arte, ni en los museos. Ni en las intervenciones de los historiadores sobre los cat¨¢logos. Todo tiene un motivo y una motivaci¨®n y en este caso el pintor alumbra una hero¨ªna y el historiador la mata. El responsable del cambio de nombre y de mito fue Pedro de Madrazo, a quien en 1843 su padre, Jos¨¦ de Madrazo -director del Prado-, le encarga redactar el cat¨¢logo del museo. S¨ª, nepotismo. Y Pedro se comporta como un portero del patriarcado, cuidando que nadie altere la fiesta, que el hombre siga en su lugar. Justo entonces, cuando los privilegios de la hombr¨ªa son cuestionados por ellas, una cabeza de hombre decapitada por una mujer -?un hombre derrotado!- es una declaraci¨®n de guerra a lo m¨¢s sagrado.
Pedro de Madrazo viv¨ªa con indignaci¨®n el ascenso p¨²blico de las mujeres, porque hab¨ªan provocado el colapso del honor y el final del ¡°esp¨ªritu caballeresco castellano¡±. Melanc¨®lico, refunfu?aba porque ¡°todo es afectaci¨®n, sensualidad y gala in¨²til¡±. As¨ª lo ley¨® en el ingreso a la Academia de Amador de los R¨ªos, en 1859, en un discurso en el que declar¨® que ¡°el antiguo y varonil ejercicio de la caballer¨ªa¡± se hab¨ªa ¡°convertido en romancesco e idol¨¢trico culto de la mujer¡±. Para Madrazo, triple acad¨¦mico, fueron las mujeres quienes lograron distraer a los machos de sus varoniles actividades, siempre derrotando enemigos y protegiendo las fronteras. Tambi¨¦n fue una mujer quien acab¨® con sus negligencias cient¨ªficas.
Babelia
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