La violencia del populismo conservador
Entre el c¨²mulo de libros que se han escrito contra Trump destaca el de Corey Robin que sit¨²a el origen de la derecha pol¨ªtica como reacci¨®n a la Revoluci¨®n Francesa
En un c¨¦lebre art¨ªculo sobre el caso Lewinsky (la joven becaria acosada sexualmente por el presidente Clinton en el mism¨ªsimo Despacho Oval), Norman Mailer explicaba que entre los deberes de los pol¨ªticos se encuentra el de entretener a la gente. En su opini¨®n, aquella historia formaba parte de dichas obligaciones. Parece que Trump hubiera aprendido mejor que ning¨²n otro la lecci¨®n. Su promesa, en palabras de Corey Robin, es que no aburrir¨¢. ¡°Eso le permite soslayar el hecho de que es un mentiroso, un narcisista, un predador sexual, un malhechor fiscal, un incompetente y un ingenuo¡±. Semejante acumulaci¨®n de calificativos dedicada a quien es el gobernante m¨¢s poderoso de la Tierra no es, sin embargo, ¨²nicamente una cr¨ªtica a su personalidad. Porque Trump no es la causa sino la consecuencia de lo que hoy sucede en Estados Unidos.
El peculiar comportamiento de Trump no es la causa sino la consecuencia de lo que hoy sucede en Estados Unidos
Reconozco la seducci¨®n que me ha causado la obra de Robin sobre el movimiento reaccionario. Entre el considerable c¨²mulo de libros que se han escrito contra el actual presidente americano resulta dif¨ªcil espigar alguno que aporte algo m¨¢s que las obvias cr¨ªticas que su peculiar comportamiento merece. Este profesor de Ciencia Pol¨ªtica del Brooklyn College y la universidad p¨²blica de Nueva York aborda la cuesti¨®n desde una perspectiva diferente, enmarc¨¢ndola en el devenir del conservadurismo en las democracias desde Edmund Burke hasta nuestros d¨ªas. Jalona su tesis de agudos comentarios sobre el poder como objeto central de la batalla pol¨ªtica e insiste en la importancia de su irrupci¨®n en la esfera privada y familiar. De acuerdo a sus tesis, el conservadurismo pol¨ªtico emana hist¨®ricamente de la resistencia intelectual contra la Revoluci¨®n Francesa. A toda revoluci¨®n, sugiere, corresponde una contrarrevoluci¨®n, frecuentemente imitadora de los m¨¦todos revolucionarios, incluida la apelaci¨®n a la violencia. Esta constituye por lo mismo una caracter¨ªstica casi esencial de la derecha. ¡°El conservadurismo es una ideolog¨ªa de la reacci¨®n¡±, y as¨ª se muestra en su batalla contra los movimientos de liberaci¨®n de los a?os sesenta y setenta del siglo pasado, pero resulta ser ¡°mucho m¨¢s salvaje y extravagante¡± de lo que ordinariamente se piensa. Eso se debe a que en realidad el ¨²nico programa de los conservadores es recuperar el poder all¨ª donde lo han perdido, a la vez que los privilegios que de ¨¦l emanan.
La historia del poder es por lo dem¨¢s una historia de sumisi¨®n, de apoderamiento del otro. No hay en su opini¨®n diferencias sustanciales entre la relaci¨®n de esclavos y amos, incorporados aquellos al patrimonio familiar, incluso en afectos y a?oranzas, con la moderna interacci¨®n entre las clases. Los conservadores no aman la libertad, pero, toda vez que tienen que transigir con ella en el mundo democr¨¢tico, en vez de atacarla prefieren utilizarla como tapadera de la desigualdad, y esta, como justificaci¨®n de la sumisi¨®n. Las personas son desiguales por naturaleza y deben ser libres por lo mismo para desarrollar sus capacidades. Frente al igualitarismo que la izquierda promete, los reaccionarios est¨¢n convencidos de que un r¨¦gimen de libertades es por principio un r¨¦gimen de desigualdad. En la estela de Hobbes, el soberano en su tiempo y el sistema en la actualidad garantizan el disfrute de la libertad de hacer, de comprar, de vender, de establecer contratos, sin impedimento. Pero lo hacen a cambio de la sumisi¨®n al propio soberano. De donde llega a extrapolar la provocadora teor¨ªa de que ¡°la subyugaci¨®n es emancipaci¨®n¡±. Un homenaje quiz¨¢ a la aseveraci¨®n de Sartre cuando afirmaba que lo esencial de la libertad es la lucha por conseguirla, de modo que nunca habr¨ªa habido m¨¢s libertad en Francia que durante la ocupaci¨®n nazi.
No es dif¨ªcil encontrar tambi¨¦n ecos de esta formulaci¨®n en el actual desarrollo de los llamados tigres asi¨¢ticos, cuando las dictaduras benevolentes como Singapur, o menos benevolentes como China, presumen de su eficacia a la hora de responder a las crisis financieras mejor y m¨¢s r¨¢pidamente que las democracias occidentales. E incluso de haber generado m¨¢s bienestar econ¨®mico y una mayor nivelaci¨®n de las clases medias. Insiste el autor en matizar y describir la parad¨®jica relaci¨®n entre conservadores y capitalismo, rechazado este en la medida en que el beneficio econ¨®mico y el enriquecimiento se conviertan en el ¨²nico objetivo de los operadores del mercado. El mercado es condici¨®n necesaria pero no suficiente para la ¨¦pica conservadora, recelosos sus adalides del abandono por parte de los puros especuladores del sentido patri¨®tico y la defensa de las esencias nacionales. La derecha reaccionaria, a veces contraria a las injerencias del Estado y otras entusiasta de su poder para conseguir sus fines, se fue aproximando a lo largo de los tiempos a la esencia del fascismo. Denuncia por lo mismo a la derecha prudente y moderada, eso que Vox llama hoy la derechita cobarde. Pues no se trata tanto de reivindicar o defender al antiguo r¨¦gimen, frente al acoso revolucionario, como de reconstruirlo y modernizarlo a su manera tratando de construir una especie de nuevo antiguo r¨¦gimen, ¡°en un movimiento de masas ideol¨®gicamente coherente¡±. Fascismo en estado puro a mi ver.
Una vez que la pol¨ªtica abandona a las ¨¦lites y se apodera de las calles, izquierda y derecha tratan de encabezar a las masas. El movimiento conservador ha sido desde sus ra¨ªces populista. Por imitaci¨®n del m¨¦todo revolucionario, pero tambi¨¦n por su disposici¨®n a prometer al pueblo no tanto la desaparici¨®n de los privilegios como su participaci¨®n en los mismos. Recuerdo a este respecto el comentario que escuch¨¦ a un viejo republicano al hilo del estreno de la pel¨ªcula Novecento. Tanto marxistas como fascistas odian a los ricos, me vino a decir. La diferencia es que los primeros quieren acabar con ellos como clase, mientras los otros solo aspiran a sustituirles.
Pero la clave de la tesis de Corey Robin es que el movimiento reaccionario necesita un impulso contra sus objetivos que le permita precisamente interactuar. Tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, la d¨¦cada de los noventa parec¨ªa anunciarnos el disfrute de la felicidad. El poder imperial de EE?UU se replegaba en homenaje al multilateralismo, Fukuyama diagnosticaba el fin de la historia, y Clinton se centraba en el desarrollo y poder¨ªo econ¨®mico del pa¨ªs, con merma de su tradici¨®n militarista (¡°?Es la econom¨ªa, idiota!¡±). Los nuevos oficiales y el nuevo ej¨¦rcito eran los capitanes de empresa. Se comenzaba a hablar del poder blando y cosas semejantes. Hasta que sucedi¨® la cat¨¢strofe de las Torres Gemelas. A partir de ah¨ª, la derecha reaccionaria, personificada por George W. Bush, aunque dirigida y orquestada por el vicepresidente Cheney, encuentra en la lucha contra el terrorismo y las amenazas a la seguridad nacional sus argumentos prioritarios para recuperar el sentimiento patri¨®tico y la raz¨®n de ser de EE?UU. Fiel a su historia, el movimiento conservador utiliza el ejercicio de la violencia en el que se reconoce como se?a de identidad. Se legaliza la tortura y se entroniza Guant¨¢namo como modelo de eficiencia en la guerra contra el enemigo. Hasta nuestros d¨ªas. Queda anegado as¨ª cualquier intento de tercera v¨ªa. Parad¨®jicamente, el palad¨ªn de esta, Tony Blair, result¨® su matarife con la invasi¨®n de Irak.
No es necesario compartir las tesis de Robin, muchas de ellas discutibles, exageradas o incluso tan populistas como las de la derecha que combate, para asumir que nos encontramos ante una obra meritoria por desigual que sea en algunos de sus cap¨ªtulos. El ¨²ltimo, sobre la era de Trump, fue escrito para una segunda versi¨®n del texto original y en hora temprana de su mandato. No le dio tiempo al autor de hacer un an¨¢lisis pormenorizado del mismo e incluso apunta un ingenuo optimismo respecto a las dificultades que tendr¨ªa el presidente para ser reelegido. Lejos de crucificarle, sus tonter¨ªas, incoherencias y bravatas siguen encendiendo la pasi¨®n de sus seguidores, y lo m¨¢s probable hoy por hoy es que repita la victoria en las pr¨®ximas presidenciales. Como el propio autor se?ala reiteradamente, el conservadurismo no es tanto una ideolog¨ªa como una postura o una forma de ser. Desprecia la ilustraci¨®n en nombre de las emociones y por el momento avanza de manera preocupante en las democracias occidentales.
La mente reaccionaria Corey Robin. Traducci¨®n: Daniel Gasc¨®n Capit¨¢n Swing, 2019. 328 p¨¢g. 20 euros
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