Vi?etas del ¨¢rabe global
Antes que los poetas y los novelistas, son los grafiteros y dibujantes los grandes cronistas de los nuevos tiempos en lugares como L¨ªbano, Siria, Yemen o Palestina
Si 2011 fue un a?o crucial en la ruptura de las sociedades ¨¢rabes con su pasado m¨¢s inmediato, no pod¨ªa dejar de serlo en el ¨¢mbito literario. Las certezas can¨®nicas se tambalearon y los aires revolucionarios sacaron a la luz la descomposici¨®n de unas ¨¦lites intelectuales que, al abrigo de la cultura regimencialista, se hab¨ªan apoltronado en la evanescencia cuando no en el m¨¢s directo servilismo. La novela como g¨¦nero hegem¨®nico hab¨ªa envejecido deprisa, a pesar de que no hac¨ªa tanto, apenas en los a?os sesenta, hab¨ªa acabado con el reinado secular de la poes¨ªa, considerada por la tradici¨®n ¡°el archivo de los ¨¢rabes¡±. Y al igual que sucedi¨® en las revueltas mismas, Internet, las nuevas tecnolog¨ªas y un 70% de la poblaci¨®n con menos de 30 a?os hicieron insostenible el statu quo literario. En este contexto, el grafiti y el c¨®mic, tan cercanos y tan distintos, se convirtieron en los cronistas de los nuevos tiempos.
Pero ninguno de los dos surgi¨® de la nada, por supuesto. Contaban con una larga tradici¨®n de caricatura pol¨ªtica y humor gr¨¢fico en la prensa ¨¢rabe, casi el ¨²nico rinc¨®n para la cr¨ªtica mordaz que perdur¨® en el mundo ¨¢rabe poscolonial. Estaba tambi¨¦n lo aprendido con la popularizaci¨®n en los a?os setenta de los cl¨¢sicos del tebeo occidental, donde la imagen saltaba la barrera del idioma, traducido a un imposible ¨¢rabe cl¨¢sico en la mayor¨ªa de los casos. Incluso la utilizaci¨®n de vi?etas como herramienta pedag¨®gica al servicio del baazismo sirio o iraqu¨ª, del nacionalismo egipcio o marroqu¨ª, o del sectarismo liban¨¦s colaboraron a la postre a la naturalizaci¨®n del c¨®mic. Del peligro social del nuevo arte dar¨ªa cuenta la controversia que suscit¨® el precursor Metro (2008), de Magdy El Shafee, que las autoridades prohibieron por su retrato de la inmoralidad de la sociedad cairota. Casi por las mismas fechas, un grupo de j¨®venes lanzaba en Beirut Samandal, un proyecto colaborativo, independiente, dirigido al p¨²blico ¨¢rabe, insumiso con el poder y que ha sorteado a trav¨¦s de la publicaci¨®n online los vericuetos de la distribuci¨®n pan¨¢rabe y de la censura al uso, oficial u oficiosa. Otro icono ha sido la revista egipcia Tok Tok, puesta en circulaci¨®n en los albores de la revoluci¨®n de Tahrir. Y est¨¢n por ¨²ltimo los festivales, como el Internacional del C¨®mic de Argel, y los premios, como el Sharjah-Unesco para la Cultura ?rabe, que en 2019 se ha concedido al mencionado Samandal, iniciativas que los reg¨ªmenes ¨¢rabes intentan capitalizar.
Gracias Internet, los?j¨®venes del colectivo ¡®Samandal¡¯ han sorteado los problemas de distribuci¨®n y los de?censura
La libanesa Lena Mehrej, cofundadora de este colectivo, no sucumbe a ello y mantiene su firme compromiso social. Su reciente obra Yogur con mermelada. O c¨®mo mi madre se hizo libanesa resume buena parte de las claves del actual c¨®mic de trasunto araboisl¨¢mico: inspiraci¨®n autobiogr¨¢fica, una voz femenina fuerte y la trama del encuentro de Oriente y Occidente. Es algo que viene respaldado por el ¨¦xito, en la d¨¦cada pasada, de Pers¨¦polis (Salamandra), de Marjane Satrapi, convertido ya en un cl¨¢sico por su visi¨®n de la historia contempor¨¢nea de Ir¨¢n. Un ingrediente seguro en esta cr¨ªtica social y pol¨ªtica es el humor, un humor muy ¨¢rabe, entre tontorr¨®n y absurdo, que hace inolvidables algunos personajes, como el abuelo liban¨¦s de El piano oriental (Salamandra), de Zeina Abirached, empe?ado en patentar en Austria un piano ¡°biling¨¹e¡± que incorporaba el cuarto de tono de la m¨²sica oriental.
La reciente historia de Oriente Medio tambi¨¦n ha servido de inspiraci¨®n a los j¨®venes euro¨¢rabes que proyectan su corrosiva mirada sobre unas sociedades que, m¨¢s o menos directamente, les han conformado. En ocasiones, esta aventura personal no se libra de cierto tono ¡°orientalista¡±, como en la saga El ¨¢rabe del futuro, del franc¨¦s Riad Sattouf, de la que el pr¨®ximo oto?o Salamandra publicar¨¢ el cuarto tomo.
Adem¨¢s existe una n¨®mina cada vez m¨¢s amplia de autores europeos y americanos que bien desde la m¨¢s pura fantas¨ªa ¡ªcomo el Habibi de Craig Thompson (Astiberri)¡ª, bien con un claro compromiso pol¨ªtico, perfilan una relaci¨®n desprejuiciada con el universo araboisl¨¢mico. En este ¨²ltimo sentido, Joe Sacco, ya un cl¨¢sico del c¨®mic reciente, es due?o de una obra que ha contribuido sobremanera a visibilizar la ocupaci¨®n de Palestina, con t¨ªtulos como la monumental Palestina (Planeta) y Notas al pie de Gaza (Reservoir).
Con un estilo muy distinto y un tono m¨¢s hogare?o, Guy Delisle (Cr¨®nicas de Jerusal¨¦n, Astiberri) ha incorporado tambi¨¦n el mundo ¨¢rabe a su retrato de las geograf¨ªas globales, mientras que la barbarie de la guerra siria ha inspirado una suerte de novela negra gr¨¢fica como La dama de Damasco (Norma), de Jean-Pierre Filiu y Cyrille Pom¨¨s, que denuncia las atrocidades del r¨¦gimen de Al-Asad; Zerocalcare, por su parte, ha retratado la lucha kurda en Kobane calling (Reservoir). En clave mucho m¨¢s personal, pero igualmente marcada por la empat¨ªa ante la tragedia siria, Sara Soler acaba de publicar En la oscuridad, que recrea con brillantez los 10 meses de secuestro del periodista Antonio Pampliega a manos yihadistas.
En Espa?a, una menci¨®n aparte merece la obra de Pedro Riera, cuya relaci¨®n con Yemen, pa¨ªs olvidado a conciencia donde los haya, se remonta a hace una d¨¦cada, y que acaba de publicar la segunda entrega de su serie yemen¨ª. En el primer volumen (El coche de Intisar, Gl¨¦nat), Riera abord¨® algo insospechado antes de las revueltas: el inconformismo de la juventud yemen¨ª, encarnado en una joven que se empe?aba en conducir su propio coche por las calles de San¨¢. Ahora, en Intisar en el exilio, la protagonista tiene que sobrevivir en Amm¨¢n, lo cual da pie a Riera y Sagar, guionista y dibujante, respectivamente, a hacer un repaso ¨¢cido, pero no exento de humor, de las primaveras ¨¢rabes.
Intisar en el exilio. Retrato de una mujer moderna yemen¨ª. Pedro Riera y Sagar Astiberri, 2019 222 p¨¢ginas. 22 euros.
En la oscuridad. Sara Soler Planeta, 2019 96 p¨¢ginas. 20 euros.
Yogur con mermelada. O c¨®mo mi madre se hizo libanesa. Lena Merhej Traducci¨®n de M¨®nica Carri¨®n Ediciones del Oriente y del Mediterr¨¢neo, 2018. 128 p¨¢ginas. 18 euros.
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