Hist¨®rico triunfo del novillero franc¨¦s Maxime Solera en C¨¦ret

Tras m¨¢s de tres d¨¦cadas, un novillero cort¨® dos orejas (a un mismo utrero) en C¨¦ret. Una curiosidad hist¨®rica que da buena prueba de la dureza y exigencia de este peque?o y particular¨ªsimo coso franc¨¦s donde el toro-toro es el protagonista indiscutible.

Lo logr¨® Maxime Solera, nacido en Francia, aunque afincado desde hace a?os en Catalu?a, que desorej¨® al notable sobrero de Urcola lidiado en tercer lugar como sustituto de un novillo de Monteviejo que se parti¨® un pit¨®n tras derrotar en uno de los burladeros.

Aunque la segunda oreja fue excesiva, su entrega y, sobre todo, la espectacular estocada que cobr¨® tir¨¢ndose a matar sin muleta rindieron a los siempre rigurosos aficionados ceretanos. Tras una faena en la que Solera corri¨® la mano con temple y ejecut¨® algunos muletazos de estimable largura, el franc¨¦s se cuadr¨® para matar y, justo en ese momento, sorprendi¨® a todos renunciando a la muleta y abalanz¨¢ndose sobre el morrillo de su oponente.

La espada, aunque trasera, cay¨® arriba, y ¨¦l, tras ser alcanzado por el toro, sali¨® despedido, dando una voltereta completa en el aire y -?asombroso!- cayendo de pie. ?Ni que fuera un campe¨®n ol¨ªmpico de salto! Impresionante.

Dos orejas, vuelta clamorosa y fuerte ovaci¨®n al terciado aunque astifin¨ªsimo ejemplar de Urcola, que, despu¨¦s de tres puyazos medidos, embisti¨® con nobleza, fijeza, recorrido y calidad. M¨¢s soso fue el sexto y, aunque no es ning¨²n artista y su espigada figura no le ayuda, Solera, todo entrega, volvi¨® a torear templado en redondo.

Un monumento al trap¨ªo y la belleza. As¨ª fue el encierro de Monteviejo -de encaste Vega-Villar-, de preciosa y muy seria estampa. Berrendos en negro la mayor¨ªa, los recordados ¡°patas-blancas¡± lucieron unas impecables defensas, mantuvieron el inter¨¦s durante todo el festejo y recibieron la friolera de 18 puyazos. S¨ª, 18; tres por toro. C¨¦ret sigue siendo el santuario del ya casi extinto tercio de varas.

Pero no solo cumplieron en caballo los pupilos de Victorino Mart¨ªn; algunos tambi¨¦n dieron opciones en el ¨²ltimo tercio. Como el encastado y exigente primero, m¨¢s corto y complicado por el derecho, pero de buen pit¨®n izquierdo y que, como el resto de sus hermanos -salvo el ¨²ltimo- muri¨® con la boca cerrada. La casta.

Juan Carlos Carballo, al que le correspondi¨® en suerte, no se confi¨® nunca y se limit¨® a trazar muletazos ayudados de uno en uno. Tampoco hubo ligaz¨®n y s¨ª muchos enganchones en la faena que firm¨® ante el noble y soso cuarto.

El lote m¨¢s complicado le toc¨® a Aquilino Gir¨®n, que reaparec¨ªa tras la cornada que sufri¨® en Granada hace escasas semanas y de la que, a juzgar por su actuaci¨®n, a¨²n no se ha recuperado. Precavido en todo momento, sin oficio ni tampoco predisposici¨®n, pas¨® un mal rato y fue cogido por ambos animales, de gran dureza y sentido.