Impresionante cogida de Rafaelillo
El torero sufri¨® una cornada en el hemit¨®rax izquierdo y m¨²ltiples fracturas costales tras ser lanzado violentamente contra las tablas
MIURA/RAFAELILLO, CHAC?N, LEAL
Toros de Miura, bien presentados, desiguales en los caballos, descastados, duros y dificultosos en el tercio final.
Rafaelillo: pinchazo y estocada contraria (ovaci¨®n). Fue cogido al iniciar la faena de muleta al cuarto. El parte m¨¦dico se?ala que sufre "una cornada envainada en hemit¨®rax izquierdo con enfisema subcut¨¢neo, m¨²ltiples fracturas costales, hemot¨®rax, e inestabilidad hemodin¨¢mica. Se le ha realizado una toracotom¨ªa exploradora, y la reparaci¨®n de estructuras lesionadas y hemostasia. Se ha colocado tubo de t¨®rax. Pron¨®stico grave".
Octavio Chac¨®n: tres pinchazos, casi entera baja ¡ªaviso¡ª y cinco descabellos (silencio); en el que mat¨® por Rafaelillo: pinchazo, estocada que hace guardia ¡ªaviso¡ª estocada y descabello (silencio); tres pinchazos y bajonazo (silencio).
Juan Leal: feo bajonazo ¡ªaviso¡ª y dos descabellos (vuelta); dos pinchazos y metisaca en los bajos ¡ªaviso¡ª?(silencio).
Plaza de Pamplona. 14 de julio. Octava y ¨²ltima corrida de San Ferm¨ªn. Lleno.
El golpetazo que sufri¨® Rafaelillo contra las tablas fue sencillamente impresionante, muy violento. Lo milagroso es que siga vivo y con el cuerpo entero. Tras brindar al p¨²blico el cuarto de la tarde, el torero se hinc¨® de rodillas en el tercio y cit¨® al toro por el pit¨®n izquierdo con intenci¨®n de pasarlo por alto. El animal se le vino encima a gran velocidad, lo empal¨® de lleno por el costado y lo lanz¨® contra las tablas como si fuera un mu?eco. El atropello fue indescriptible; a¨²n hizo por ¨¦l, ahora por el lado izquierdo, y se lo quiso comer materialmente, aunque, por fortuna, el pit¨®n astifino no hizo diana. El torero busc¨® cobijo en el callej¨®n, desmadejado y roto de dolor y, a pesar de su aparente intenci¨®n de seguir, fue trasladado a la enfermer¨ªa. En verdad, fue una de esas volteretas que encogen el alma de toda una plaza.
Grandes como un autob¨²s de dos pisos, largos como un tren, armados para la guerra. No portaban pistolas cargadas de munici¨®n, pero eran miuras duros, dur¨ªsimos algunos, listos todos ellos, de esa familia legendaria que cr¨ªa toros para la antig¨¹edad, toros para la lidia, pero no para el toreo moderno. Toros que requieren toreros de valor seco, nervios de acero, una frialdad de hielo y capacidad t¨¦cnica inconmensurable.
No es f¨¢cil, pues, salir triunfante de esta pelea que con frecuencia se antoja muy desigual. Torazos enormes ante fr¨¢giles humanos, empeque?ecidos ante gigantes con sentido, listos aprendices desde que salen al ruedo y que no suelen vender barata su vida.
El primero de la tarde, el colorao Rabanero, de 640 kilos de peso, que se llev¨® por delante a varios mozos en el encierro, era enorme, y m¨¢s grande parec¨ªa a¨²n al lado de Rafaelillo, que es chaparrito de cuerpo. Como la pelea de t¨² a t¨² era una muy peligrosa temeridad, Rafaelillo hizo acopio de valerosa inteligencia y pronto comprob¨® que el toro no ten¨ªa un pase. Se comport¨® como un jabato, sorte¨® con habilidad los tornillazos y lo mat¨® con rapidez.
Chac¨®n tambi¨¦n se llev¨® lo suyo al entrar a matar a su primero, que ech¨® la cara arriba en el encuentro, derrib¨® al torero y lo busc¨® con rabia en la arena. El asunto no pas¨® a mayores porque Chac¨®n se escap¨® dando vueltas sobre s¨ª mismo, pero la paliza fue de las gordas. Se mostr¨® eficaz y solvente ante ese descastado segundo, que solo embisti¨® por el lado derecho y con la cara siempre a media altura, se justific¨® con oficio con el cuarto, imposible por el pit¨®n izquierdo y traz¨® buenos naturales al quinto, al que mat¨® mal.
Por su parte, Juan Leal lleg¨® a Pamplona dispuesto a triunfar como fuera; con el valor como emblema, atropellando la raz¨®n, de manera embarullada, y con una disposici¨®n tan respetable como en exceso comprometida. Esper¨® a su primero de rodillas en chiqueros, el toro se le vino encima y si Leal no se tira al suelo lo manda al tendido. Sali¨® apurado de un apretado quite por saltilleras y, antes de que tomara la muleta, salud¨® el subalterno Marc Leal tras dos buenos pares de banderillas. Brind¨® al p¨²blico, comenz¨® con un arriesgado pase cambiado por la espalda y continu¨® con tres derechazos rodilla en tierra en un alarde de pundonor. El toro obedeci¨® con nobleza, pero a Leal le pudieron las prisas y su toreo brot¨® despegado y bullanguero, pero seguro que solo el feo bajonazo final le impidi¨® pasear una oreja. No fue f¨¢cil el sexto y por all¨ª anduvo con la disposici¨®n intacta, pero mat¨® de otro espadazo metisaca en los bajos y todo se diluy¨®.
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