?En qu¨¦ se parece el periodismo al ¡®true crime¡¯? He aqu¨ª varias lecciones de Truman Capote en ¡®A sangre fr¨ªa¡¯
El viaje de la noticia a la novela es el mismo que te lleva de la informaci¨®n al disfrute. No busque las 5 W, sino las 5 diferencias
El qu¨¦, qui¨¦n, cu¨¢ndo, d¨®nde, c¨®mo y por qu¨¦ de un suceso relevante pueden bastar para redactar una noticia de forma correcta, y posiblemente es lo ¨²nico que algunos sacamos en claro tras cinco a?os de carrera: la regla de las 5 W, que ni recuerdo por qu¨¦ se llamaba as¨ª porque siempre han sido seis (who, what, when, where, why y how, aunque en esta ¨²ltima la w remate la pregunta, y no la inicie). Pero de ah¨ª a la literatura, a dar el salto de p¨¦rtiga que coloca al lector en un universo embriagador donde las cosas no solo se aprenden, sino que adem¨¢s se disfrutan, va un mundo. M¨¢s inmenso a¨²n que el lugar al que te lleva.
¡°Holcomb, Kan. 15 noviembre. UPI. Un granjero pr¨®spero del trigo, su mujer y sus dos hijos m¨¢s peque?os, han sido hallados hoy muertos por disparos en su casa. Asesinados por heridas de arma de fuego a quemarropa tras ser atados y amordazados¡±.
Con esas dos frases, las primeras ocho l¨ªneas de una columna perdida en la portada del New York Times del 16 de noviembre de 1959, se resum¨ªa el drama que cambi¨® la historia de una peque?a comunidad de granjeros de Kansas donde la ¨²nica vida aparte de la cosecha y el ganado era el b¨¦isbol, el coro o la iglesia metodista local. Ya estaba casi todo en la noticia: el qui¨¦n, el qu¨¦, el c¨®mo, el cu¨¢ndo, el d¨®nde. Pero faltaba el porqu¨¦. Y Truman Capote, entonces periodista de New Yorker y escritor, que acababa de publicar Desayuno en Tiffany¡¯s, en la que m¨¢s tarde se bas¨® la extraordinaria pel¨ªcula de Blake Edwards protagonizada por Audrey Hepburn, se dispuso a contestarlo.
Y as¨ª lleg¨® Truman (1924-1984) a Holcomb con su amiga Harper Lee (1926-2016), que a¨²n no hab¨ªa publicado la hermosa Matar a un ruise?or (1960, llevada al cine en 1962) y comenz¨® a hacer lo que de verdad hacemos los periodistas: preguntar, indagar y seducir a las fuentes hasta ganar la confianza incluso de un asesino monstruoso al que queremos convencer de que lo hacemos por su bien. Casi todo vale por unas l¨ªneas m¨¢s.
Capote no tuvo prisa en contestar las W, sino que prefiri¨® someternos a una danza cautivadora de palabras que culminaron tras seis a?os de inmersi¨®n en A sangre fr¨ªa (1966), la gran novela de no ficci¨®n, el primer ejemplar de true crime, un g¨¦nero que hoy es tendencia. ?l lo vivi¨® con tal grado de implicaci¨®n y detallismo que no escribi¨® ninguna novela m¨¢s. Le absorbi¨® toda la energ¨ªa y en ella nos leg¨® su gran lecci¨®n. He aqu¨ª las particulares respuestas a las 5 (o 6) W que nos leg¨® Truman Capote.
?D¨®nde?
Capote nos sit¨²a ante un horizonte m¨®vil que nos va a abrazar tan irremediablemente como la muerte atrap¨® a la familia asesinada. Holcomb no es solo un pueblo al oeste de Kansas, sino una zona solitaria donde el autor nos hace oler las praderas, escuchar los pasos de las botas de tacones y punta afilada de los hombres del lugar y ver los reba?os de ganado o los silos repletos de trigo. Qui¨¦n dijo d¨®nde. Lo impl¨ªcito gana a lo expl¨ªcito y esa es quiz¨¢ la primera de las grandes diferencias entre periodismo y novela. Se sugiere un lugar de decadencia, restos del crash de 1929, que ah¨ª dej¨® cad¨¢veres como la vieja sede de un banco abandonado o una antigua estructura de estuco donde lo ¨²nico que pervive es el cartel de ¡°baile¡±. Se sugiere el abandono a partir de trenes de pasajeros que silban pero no paran. Se sugiere una lucha por una prosperidad que se forja con trabajo, s¨ª, pero que siempre se puede perder por culpa de una sequ¨ªa.
?Cu¨¢ndo?
No importa aqu¨ª la fecha exacta, sino que una madrugada de domingo de mediados de noviembre un sonido sorprendente interfiri¨® con la histeria de los coyotes, el chasquido seco de las plantas arrastradas por el viento o el quejido lejano del silbido de las locomotoras. Qu¨¦ m¨¢s da qu¨¦ hora era.
?C¨®mo?
Tardaremos muchos en conocer qu¨¦ arma, qu¨¦ calibre y desde qu¨¦ distancia se les dispar¨®, pero lo conoceremos. De momento solo nos importa que ¡°cuatro disparos terminaron con seis vidas humanas¡±. Paremos un segundo en esta frase, madre de la condensaci¨®n de toda intriga literaria: cuatro disparos, seis v¨ªctimas. El "qui¨¦n" que conoc¨ªamos (cuatro muertos) se ha ampliado a seis. Habr¨¢ que llegar hasta el final.
?Qu¨¦?
Ya lo ha dicho Capote: cuatro disparos, seis muertos. Pero aqu¨ª el qu¨¦ se transforma en un acantilado afilado y peligroso en el que lo que ocurrido no es solo que han muerto personas, sino una forma de vida. "Los acontecimientos excepcionales nunca se hab¨ªan detenido all¨ª", dice Capote. Pero esas sombr¨ªas explosiones ¡°encendieron hogueras de desconfianza, a cuyo resplandor muchos viejos vecinos se miraron extra?amente, como si no se conocieran¡±. La confianza, amigos, ha muerto. El fuego de la desconfianza se ha encendido para devorar a toda la comunidad.
?Qui¨¦n?
Es hora de pararnos en la v¨ªctima principal, Herbert Clutter, el granjero pr¨®spero con una vida aparentemente perfecta, armoniosa y saludable que pronto empieza a ofrecernos factores de inquietud. Capote nos cuenta que su mujer, la chica de la que se enamor¨®, madre de sus cuatro hijos y a la que sigue adorando, est¨¢ enferma. Lleva a?os bajo tratamiento psiqui¨¢trico, se sume en ¨¦pocas de depresi¨®n, vive recluida en su cuarto y apenas participa en la vida familiar. ?Ser¨¢ importante? De momento, es inquietante. Clutter es un l¨ªder agricultor local, ha encabezado asociaciones y es admirado por su ejemplaridad. ?Ser¨¢ importante? De momento, comprendemos que puede generar envidias. Adem¨¢s, es abstemio, muy creyente, tan r¨ªgido con sus trabajadores que proh¨ªbe la bebida y ay de quien roce el vicio. Tambi¨¦n digno de tener en cuenta. Aprendemos tambi¨¦n que en las ¨²ltimas horas entraron cazadores en su finca, como era habitual por la ¨¦poca, y ¨¦l les dej¨® buscar faisanes como tambi¨¦n era habitual. Mmmm. ?Y el factor religioso? Una de sus hijas est¨¢ ennoviada con un chico cat¨®lico y ya le ha advertido de que, siendo como son ellos metodistas, esa relaci¨®n no podr¨¢ ser. Tomamos nota. Adem¨¢s Stocklein, el ¨²nico empleado que vive en la finca, le pide el d¨ªa libre por la enfermedad de su hija. Queda anotado tambi¨¦n. Capote va exponiendo suavemente una ristra de asuntos que pueden parecer rutinarios, normales, pero que a la luz de los asesinatos son dignos de tener en cuenta, desde la capacidad que tuvo para generar envidias como el hecho de que su perro solo se acobarde ante las armas de fuego. El foco se va posando en todos los personajes, de uno en uno, para iluminar puntos de vista distintos y, sobre todo, para sembrar incertidumbres e inc¨®gnitas. Magistral.
?Por qu¨¦?
Ay, por qu¨¦. La gran pregunta que nos hace acercarnos al Holocausto, a los cr¨ªmenes o a los sucesos que somos incapaces de comprender m¨¢s all¨¢ de la perplejidad inicial es el motor que mantiene encendida la novela. ?Lograremos entender por qu¨¦ dos muchachos asesinaron a la familia Clutter de una forma tan salvaje? No crean que aqu¨ª voy a responder a esta pregunta. L¨¦anlo.
Porque las preguntas que podemos hacernos siempre quedar¨¢n cortas ante la dimensi¨®n de las respuestas que nos ofrece Capote. Y porque la respuesta a la pregunta ?por qu¨¦? es en s¨ª misma una disciplina infinita de imposible articulaci¨®n.
Babelia
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