Los cr¨ªmenes que la literatura narra ahora son verdaderos
Renovado por autores como Carr¨¨re y de plena actualidad gracias a premios y ¨¦xitos de ventas, el g¨¦nero desembarca en Europa desde EE UU
En un mundo de cr¨ªmenes horribles, identidades art¨ªsticas superlativas y gusto por las historias basadas en hechos reales hay un g¨¦nero que condensa estos factores, los manipula y ofrece al lector un relato, a veces inquietante a veces reparador, en el que ni realidad ni ficci¨®n son lo que eran. Con el antecedente en espa?ol de Operaci¨®n masacre de Rodolfo Walsh (1957) pero fundado unos a?os m¨¢s tarde por Truman Capote y Norman Mailer con A sangre fr¨ªa y La canci¨®n del verdugo, el true crime ha recogido el fruto plantado por el nuevo periodismo para transformarse en un g¨¦nero h¨ªbrido, en el que el yo del autor gana protagonismo y en el que se hace uso de la cr¨®nica mezclada con la ficci¨®n.?Emmanuel Carr¨¨re abri¨® la veda del ¨¦xito a principios de siglo con El adversario?(Anagrama) y le dio la vuelta al g¨¦nero. Ahora, llibros como Laet?tia y el fin de los hombres de Ivan Jablonka?¨Cpremio Medicis, premio Le Monde¨C o el reciente Premio Alfaguara conseguido por Jorge Volpi con Una novela criminal?trasladan a Europa una efervescencia que ya lleva a?os en el mundo anglosaj¨®n.
Parece que cuanto m¨¢s violenta y espeluznante es una historia, m¨¢s popular es el libro Otto Penzler
"Hay una pasarela entre los sucesos y la literatura y de esto se ha aprovechado enormemente el g¨¦nero¡±, cuenta a EL PA?S Fabrice Drouelle, presentador del espacio televisivo especializado Polar +, en el Quais du Polar de Lyon, cumbre europea de la materia. ¡°Los autores j¨®venes escriben novelas marcadas por lo real, con una aproximaci¨®n m¨¢s documental y se acercan a la gran tradici¨®n del roman noir¡±, a?ade Elena Delachor, especialista de Points para explicar el ¨¦xito reciente de este tipo de libros en Francia.
El librero y editor estadounidense Otto Penzler atiende a EL PA?S desde su biblioteca neoyorquina, rodeado de m¨¢s de 66.000 ejemplares del g¨¦nero negro y da algunas claves desde un mercado m¨¢s maduro donde, por ejemplo, Emma Cline recibi¨® m¨¢s de un mill¨®n y medio de euros de adelanto por Las chicas, una novela sobre la secta de Charles Manson: ¡°Nadie se ha sorprendido m¨¢s que yo de la reciente popularidad del true crime, un asunto que salvo por alg¨²n alg¨²n best seller casual parec¨ªa muerto hace unos a?os. Parece que cuanto m¨¢s violenta y espeluznante es una historia, m¨¢s popular es el libro. Y quiz¨¢s, digo quiz¨¢s, la violencia implacable de algunos videojuegos ha aportado al g¨¦nero una poblaci¨®n lectora m¨¢s joven¡±.
Ning¨²n trabajo es pura ficci¨®n como ninguno puede ser puramente factual Janet Malcolm
Esta popularidad suscita varias preguntas. ?Hay razones literarias m¨¢s all¨¢ del morbo? ?D¨®nde queda la frontera entre realidad y ficci¨®n? ?Es l¨ªcito jugar con la verdad? En el cl¨¢sico El periodista y el asesino, Janet Malcolm asegura que ¡°ning¨²n trabajo es pura ficci¨®n como ninguno puede ser puramente factual¡±. Ah¨ª reside la paradoja: algunos cr¨ªmenes son tan bestiales que no parecen materia de ficci¨®n y, sin embargo, al abordarlos el autor termina por recurrir a ella.
En este sentido el mexicano Jorge Volpi lleva a cabo en Una novela criminal una apuesta muy particular: ¡°El libro es una novela sin ficci¨®n. Las ¨²nicas ficciones que aparecen son las especulaciones que me permito hacer sobre las lagunas que hay en ciertos momentos de la historia, pero en ese caso lo advierto con la mayor claridad posible¡±, cuenta a EL PA?S.
Cr¨ªmenes a la espa?ola
Volpi es la ¨²ltima muestra de un subg¨¦nero que se consolida poco a poco en la literatura en Espa?ol. Miguel Barrero gan¨® en 2017 el premio Rodolfo Walsh?de la Semana Negra de Gij¨®n a la mejor obra de no ficci¨®n con La tinta del calamar (Trea)?un libro que, sin embargo, s¨ª recurre al relato novelado para buscar las causas del asesinato hace d¨¦cadas de un personaje real llamado Rambal. ¡°Yo no quer¨ªa contar la historia de un crimen, sino preguntarme por qu¨¦ ese crimen, cuarenta a?os despu¨¦s, segu¨ªa vivo en el imaginario colectivo de la ciudad, hasta el punto de que la gente de mi edad hemos tenido noticia puntual de la rumorolog¨ªa que se fue desencadenando. El libro, as¨ª, s¨®lo ten¨ªa sentido si se elaboraba desde el yo¡±, cuenta Barrero tras asegurar que fue este formato h¨ªbrido el que reactiv¨® un proceso creativo estancado desde 2007.
¡°Parece una opci¨®n narrativa que est¨¢ presente en todos los g¨¦neros y subg¨¦neros con el auge de la autoficci¨®n, tanto en espa?ol como en otras lenguas¡± cuenta Silvia Ses¨¦, editora de Anagrama, a vueltas con el uso del yo. Esta editorial ha publicado en los ¨²ltimos a?os algunos textos como aquel inquietante Tor, la monta?a maldita del Carles Porta y en mayo llega El dolor de los dem¨¢s, ¡°una cr¨®nica personal sobre los l¨ªmites de la investigaci¨®n a partir de un crimen que el autor vivi¨® muy de cerca como vecino y amigo de v¨ªctima y homicida¡± explica Ses¨¦.?
En su biograf¨ªa de Gogol, Vladimir Nabokov usa la iron¨ªa para explicar nuestra pasi¨®n por los hechos reales, sean o no manipulados, y nos devuelve as¨ª, como buen cl¨¢sico, a la casilla de salida, con los bolsillos llenos de interrogantes. ¡°Es curiosa la m¨®rbida inclinaci¨®n que tenemos a obtener satisfacci¨®n del hecho (a menudo falso y siempre irrelevante) de que un trabajo art¨ªstico pueda ser relacionado con una historia real. ?No ser¨¢ porque empezamos a respetarnos m¨¢s a nosotros mismos cuando nos enteramos de que el escritor, como nosotros, no fue lo suficientemente brillante como para inventarse una historia por s¨ª mismo?¡±.?
El ego y la primera persona discreta
A pesar de sus trampas, el yo es una tabla de salvaci¨®n para los autores del true crime. Janet Malcolm asegura en La periodista y el asesino que ese yo es siempre una invenci¨®n cuya relaci¨®n con el escritor es como la de Superm¨¢n con Clark Kent. Otros le dan m¨¢s vueltas, como Jorge Volpi. "Igual que le pas¨® a Carr¨¨re con El adversario, en la primera redacci¨®n de la Una novela criminal trat¨¦ de usar solo la tercera persona, contar la historia con lo que t¨¦cnicamente se llama "discurso indirecto libre". Pero la rigurosa y severa lectura de varios amigos me hizo ver que eso desdibujaba por completo los hechos y los hac¨ªa muy dif¨ªciles de asir. As¨ª que la reescrib¨ª por completo para introducir lo que llamar¨ªa una "primera persona discreta", que simplemente aparece en ciertos momentos para iluminar ciertos episodios o para contar aquello que le ocurri¨® directamente.
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