El jazz y la lluvia
Atomic, el supergrupo Still Dreaming de Joshua Redman y la cantante Neneh Cherry se imponen en el Heineken Jazzaldia a una jornada pasada por agua
Eran las seis de la tarde, en Donostia-San Sebasti¨¢n llov¨ªa de forma incesante desde la ma?ana, y la previsi¨®n dec¨ªa que ser¨ªa as¨ª durante todo el d¨ªa. A esa misma hora, en Trondheim, Noruega, el d¨ªa era soleado y hab¨ªa 29 grados de temperatura en el preciso momento en que, no sin cierta iron¨ªa meteorol¨®gica, el supergrupo escandinavo Atomic y la Trondheim Jazz Orchestra ocupaban el escenario del Kursaal para ofrecer uno de los conciertos m¨¢s apetecibles de la presente edici¨®n del Heineken Jazzaldia. Para empezar, porque no es f¨¢cil escuchar a grupos de la talla y perfil de Atomic en festivales de verano, menos a¨²n con un proyecto especial como este, en el que la formaci¨®n se ve expandida hasta alcanzar la docena de instrumentistas. Pero sobre todo porque, 20 a?os despu¨¦s de su debut, un concierto de Atomic sigue augurando una imponente experiencia jazz¨ªstica.
En realidad, quienes tocaron en Donostia no fueron tanto Atomic como cuatro de las cinco patas que lo sostienen desde sus inicios: el pianista H?vard Wiik, el saxofonista Fredrik Ljungkvist, el contrabajista Ingebrigt H?ker Flaten y el trompetista Magnus Broo, todos ellos solistas de primera l¨ªnea en la escena europea y l¨ªderes de numerosos proyectos paralelos. Junto a sus j¨®venes acompa?antes noruegos interpretaron en el Kursaal un pu?ado de originales que fueron una aut¨¦ntica traves¨ªa musical, rica y variada, llev¨¢ndonos de la herencia del Charles Mingus orquestal al free-jazz de c¨¢mara europeo, siempre con sentido y con excelentes aportaciones solistas. Un lujo para los o¨ªdos, y bajo techo, adem¨¢s, que en un d¨ªa como ese no era poco cosa.
"Si estuvi¨¦semos en California este concierto se habr¨ªa cancelado sin duda",? dijo Joshua Redman un par de horas despu¨¦s, maravillado ante la estoica audiencia envuelta en ponchos de pl¨¢stico que abarrotaba la plaza de La Trinidad, como si estar a remojo fuese su estado natural. No dej¨® de llover un momento durante el concierto de Still Dreaming (grupo con apariencia de colectivo, aunque liderado de facto por Redman), pero el p¨²blico aguant¨® encantado, tal vez presa de la memoria de otras noches inolvidables que en el Jazzaldia se vivieron ¡ªy se recuerdan¡ª pasadas por agua.
Still Dreaming nace como una especie de tributo al supergrupo Old And New Dreams, una de las formaciones m¨¢s interesantes del jazz de las d¨¦cadas de los 70 y 80, compuesta por Dewey Redman ¡ªel padre de Joshua¡ª, Don Cherry, Charlie Haden y Ed Blackwell. M¨¢s all¨¢ del gui?o a los sue?os en su nombre, de la alineaci¨®n de saxo tenor, corneta, contrabajo y bater¨ªa, y del apellido y parentesco entre sus saxofonistas, las similitudes entre un grupo y otro comienzan a desvanecerse. Si bien es cierto que el enfoque de los temas originales de Still Dreaming intenta evocar los sonidos de Old And New Dreams (inspirados, a su vez, en el cuarteto original de Ornette Coleman), y que no dudan en rescatar composiciones de sus miembros, el estilo y forma de expresi¨®n de Redman hijo o el contrabajista Scott Colley, por ejemplo, est¨¢n en las ant¨ªpodas de las de aquella m¨¢gica combinaci¨®n de personalidades. No les falta potencial como grupo, de eso no hay duda, incluso con la sustituci¨®n del baterista Brian Blade por el menos din¨¢mico, aunque muy capaz, David King, fundador de The Bad Plus, pero escuch¨¢ndolos da la sensaci¨®n de que a¨²n est¨¢n por encontrar una voz grupal consistente.
Al mismo tiempo, la presencia de Ron Miles, uno de los grandes solistas infravalorados del jazz en las ¨²ltimas d¨¦cadas, aporta al proyecto una enorme dosis de sofisticaci¨®n: en Donostia sus solos, casi siempre en contraste con el fraseo hipertrofiado de Redman, destacaron como preciosas miniaturas que elevaban el conjunto mediante sugerentes l¨ªneas mel¨®dicas y un tono fr¨¢gil y melanc¨®lico de gran belleza. Redman, un saxofonista que, seg¨²n el proyecto ¡ªo el momento¡ª en que se encuentre, puede dar lo mejor o lo peor de s¨ª, mostr¨® en algunos momentos de la actuaci¨®n un lenguaje un tanto est¨¦ril, urgente y m¨¢s deudor de su apabullante t¨¦cnica que de la inspiraci¨®n o de una elocuencia meditada. Con Redman, a veces, es as¨ª: un d¨ªa suena como un aut¨¦ntico portento y otro como un gimnasta del instrumento; en el Jazzaldia no fue una cosa ni la otra, pero en general estuvo m¨¢s cerca de lo segundo.
Como una especie de po¨¦tico nexo entre Atomic y Still Dreaming, cerr¨® la noche en el Escenario Verde la vocalista Neneh Cherry, escandinava de nacimiento y, como Redman, hija de un fundador de Old And New Dreams: Don Cherry. La vocalista regresaba al Jazzaldia siete a?os despu¨¦s de su ¨²ltimo concierto en el festival, cuando present¨® su aguerrido proyecto junto al supergrupo de free-jazz The Thing (precisamente con el contrabajista de Atomic, Ingebrigt H?ker Flaten) en La Trinidad. En esta ocasi¨®n, Cherry presentaba m¨²sica radicalmente diferente, basada principalmente en su ¨²ltimo ¨¢lbum, Broken Politics.
Tal vez como muestra de solidaridad con el p¨²blico que la esperaba bajo la lluvia en la playa de la Zurriola, Cherry apareci¨® en escena envuelta en un poncho de pl¨¢stico similar a los que invadieron ayer los recintos del Jazzaldia, y no lo abandon¨® hasta el tercer tema de la noche, Deep Vein Thrombosis. Para entonces el concierto ya estaba alcanzando un buen nivel, a pesar de una puesta en escena quiz¨¢ demasiado sobria, y discurr¨ªa entre el magnetismo de la l¨ªder, la estrat¨¦gica distribuci¨®n de hits cl¨¢sicos como Woman?o 7 Seconds?y un showque por momentos tambi¨¦n result¨® un poco lineal. La noche no acompa?aba, todo hay que decirlo, y aunque la lluvia volvi¨® enseguida, el p¨²blico aguant¨® en su sitio. Resignado, s¨ª, pero sonriente.
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