Un lugar para Jorge Luis Borges en Buenos Aires
Un grupo de ciudadanos intenta transformar la antigua Biblioteca Nacional de Buenos Aires en un centro que re¨²na la obra y los recuerdos del escritor
"Borges sabe m¨¢s del ser humano que todos los neurocient¨ªficos", coment¨® el fil¨®sofo alem¨¢n Markus Gabriel a su paso por Buenos Aires. Una constataci¨®n m¨¢s de que el soberbio escritor argentino es uno de los m¨¢s citados, especialmente en el mundo cient¨ªfico sobre el que gravit¨® Borges, como prueba Alberto Rojo, autor de un libro precioso, Borges y la f¨ªsica cu¨¢ntica, en el que el cient¨ªfico y artista demuestra la incidencia premonitoria del poeta que ignoraba la f¨ªsica e intu¨ªa la "belleza de las matem¨¢ticas". Pero si el joven fil¨®sofo alem¨¢n quiso visitar el lugar f¨ªsico que concentra la obra de Borges no lo encontr¨®. Ese lugar no existe. Por ahora.
En la capital argentina?varias placas recuerdan a los visitantes extranjeros los lugares en los que Borges vivi¨®, el departamento de la c¨¦ntrica calle Maip¨², ocupada hoy por los hoteles de turistas y tiendas que ofrecen pieles en un mundo que las condena; la calle Serrano donde vivi¨® y que hoy lleva su nombre, en el barrio de Palermo, habitado por bares, dise?os y un mundo cool sobre el que habr¨ªa ironizado. O, mejor, con los poemas de Borges en la mano es posible descubrir la Buenos Aires que le gustaba transitar a pie en la juventud, buscando "los atardeceres, los arrabales y la desdicha" y en la madurez, las ma?anas, el centro y la serenidad". Hasta uno de los buenos restaurantes de su gastron¨®mica ciudad, lleva el nombre de Fervor, su primer libro de poemas a los "zaguanes entorpecidos de sombra" que ya no existen.
Buenos Aires respira, lucra y nombra calles y plazas con el nombre de Borges, pero no tiene un lugar f¨ªsico en el que los investigadores puedan pasar horas indagando los laberintos de su obra. Una deuda del pa¨ªs con el mayor escritor de Argentina que busc¨® saldar?Alberto Manguel, el reconocido escritor y traductor que vive desde hace cuarenta a?os fuera de su pa¨ªs pero acept¨® como "su ¨²ltima aventura" la propuesta de ocupar la misma direcci¨®n de la Biblioteca Nacional de su venerado Borges, al que le¨ªa de adolescente.
En su breve gesti¨®n de dos a?os cre¨® el Centro Documentaci¨®n Jorge Luis Borges para impedir que los manuscritos del escritor terminaran en manos de coleccionistas privados o en alguno de los hoy dos mayores centros de estudios de la obra de Borges, el Borges Center de la Universidad de Pittsburgh, dirigido por el profesor argentino Daniel Balderston, y el Borges Small de la Universidad de Virginia, as¨ª llamado no por peque?o sino por el nombre de su mecenas. Manguel design¨® para dirigirlo a dos j¨®venes investigadores, Laura Roseto y Germ¨¢n Alvarez. Al irse, dej¨® en su lugar a Elsa Barber, la primer mujer en dirigir la Biblioteca Nacional desde su fundaci¨®n.
Ante el riesgo de que salieran de Argentina los 17.000 vol¨²menes de la biblioteca personal de los escritores Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, arrumbados en un s¨®tano y en litigios de herederos, Manguel moviliz¨® a un grupo de argentinos que en tiempo r¨¦cord junt¨® dinero, influencias y soluciones legales para salvar ese legado que fue donado a la Biblioteca Nacional y deber¨¢ ser el fondo fundacional del futuro Centro Borges, alojado en el edificio de la c¨¦ntrica calle M¨¦xico, donde funcion¨® la Antigua Biblioteca Nacional de la que Borges fue director entre 1955 y 1973. El tercero de la saga maldita: la biblioteca tuvo tres directores ciegos, Jos¨¦ M¨¢rmol en el siglo XIX, el franc¨¦s Paul Groussac en el XX y Borges, que all¨ª escribi¨® El poema de los dones, esa elegante cobranza, sin l¨¢grimas ni reproches a ese Dios que le dio "a la vez los libros y la noche".
El grupo que salv¨® el patrimonio de Bioy Casares y Silvina Ocampo, constituido en la Asociaci¨®n Amigos de la Biblioteca Nacional, es ahora el principal impulsor de la recuperaci¨®n del edificio de la calle M¨¦xico que deber¨¢ ser reacondicionado para proteger tanto la documentaci¨®n del centro borgeano como las que fueron sus pertenencias, entre ellas, el escritorio semicircular que hoy est¨¢ en la nueva Biblioteca Nacional, la de la calle Ag¨¹ero.
Sin desconocer el delicado cuidado de la obra de Borges que hace su viuda, Mar¨ªa Kodama, desde la Fundaci¨®n privada que ella preside, la presidenta de la Asociaci¨®n de Amigos, Mar¨ªa Noel, para que no queden dudas, destaca que se trata de contar con un centro p¨²blico de proyecci¨®n internacional para los estudiosos de la obra borgeana que con "seriedad, seguridad y escala" concite la confianza de los numerosos coleccionistas que poseen escritos valiosos.
Como sucedi¨® con el brasile?o Pedro Aranha Correa do Lago, quien, previo seguro de un mill¨®n de d¨®lares, cedi¨® un manuscrito de Borges, La Biblioteca de Babel, para que fuera expuesto en Buenos Aires dos a?os atr¨¢s. Adem¨¢s de que se erija, en pleno barrio de Monserrat, un moderno centro cultural que evoque a Borges y reciba en una sala especial a sus estudiosos, se trata de crear un nuevo atractivo tur¨ªstico cultural de Buenos Aires.
La impronta de Borges
El antiguo esplendor est¨¢ vinculado tanto a la impronta de Borges como a la misma historia de la Argentina del centenario, con la grandiosidad de sus edificios y el afrancesamiento de su cultura. Como prueba, el director de la Biblioteca, Paul Groussac, natural de Toulouse (Francia), un hombre del que se dec¨ªa que "el mayor escritor en prosa de Argentina es un franc¨¦s, como se afirmaba de Conrad, que era polaco, de la literatura inglesa".
La primera Biblioteca Nacional fue creada por Mariano Moreno, seis a?os antes de la declaraci¨®n de la Independencia en 1810, y ocupaba un peque?o lugar en la Manzana de la Luces. Cuando el franc¨¦s se enter¨® que el presidente Julio A. Roca programaba destinar el magn¨ªfico edificio de la calle M¨¦xico a la loter¨ªa, Groussac lo desafi¨® en una carta para que eligiera el mejor destino del pa¨ªs, si una loter¨ªa o una biblioteca. No s¨®lo consigui¨® el edificio para la Biblioteca sino que a su despacho acud¨ªa el presidente Carlos Pellegrini para escribir sus discursos.
El edificio, de estilo beaux arts, fue creado por el italiano Carlo Morra, e inaugurado en 1901. Aloj¨® la Biblioteca hasta 1992, cuando fue trasladada al inmenso predio de la calle Ag¨¹ero. Laura Rosato y Germ¨¢n ?lvarez, responsables del Centro de Documentaci¨®n Borges, con paciencia y dedicaci¨®n conmovedora van descubriendo verdaderos tesoros literarios. Como sucedi¨® con el n¨²mero 112 de la revista Sur, en la cual Borges hab¨ªa escrito con letra min¨²scula otro final para su cuento Tema del traidor y del h¨¦roe. Al desentra?ar los comentarios y las citas que Borges escrib¨ªa en las m¨¢rgenes de los libros con letra propia min¨²scula o caligraf¨ªas prestadas, se desnudan su obra y su alma. ?No hay acaso mayor intimidad que la que revelamos cuando escribimos o subrayamos los libros?
Hasta ahora los dos investigadores ya cuentan con 800 libros con apuntes, citas y subrayados que permiten rearmar el proceso de escritura del genial escritor y su obsesi¨®n de hombre enamorado, capaz de escribir en la traducci¨®n espa?ola de los cuatro Evangelios la cantidad de veces que llam¨® por tel¨¦fono a un amor esquivo. Resta ahora que los vaivenes de la pol¨ªtica argentina no cancelen el proyecto ni que haya que recordarle al futuro presidente, sea cual sea su color pol¨ªtico, que el destino de un pa¨ªs se juega siempre en lo que se elige, la loter¨ªa o los libros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.